"Atrapando sueños, repartiendo ilusiones". Ruyman Verona lanzaba desde la cancela de su nueva Administración de Lotería, que no lleva seis meses abierta, el lema con el que ya ha repartido varios premios de sustancia en su corta vida, y que remataba ayer a las 11.21 horas cuando Nicole Chungara y Youssef Salhi cantaban en Madrid el algo feúcho 04536, segundo premio del sorteo y el que se considera como uno de los más repartidos de la historia.
Desde su despacho, en la avenida de Venezuela, número 14, estratégicamente situado entre el Centro de Salud de Teror y a apenas una calle de la basílica del Pino, la máquina mágica imprimió un décimo del boleto, canjeable por 125.000 euros del viaje.
No eran las doce menos cuarto de la mañana y la noticia corría como los caideros en un temporal. Los conductores que bajaban por su calle en cuesta tocaban la pita. Los clientes del bar vecino alongaban la cabeza. "Ruyman, ¿dice que diste el premio?" Y los pacientes en espera del médico, desde enfrente, sacaban fotos desde lejos para entretener sus patologías. El señor guardia también se apostó en el paso de peatones para evitar cochafiscos, atropellos o riscaderas.
El móvil del lotero echaba chispas. Por una oreja le entraban las felicitaciones de los clientes y por la otra las preguntas de los medios de comunicación. En nada aparece Ancor Ayoze, con conocimientos en radio, y que a la vista de las dimensiones que estaba tomando el asunto se presenta voluntario para jefe de prensa.
No dejó nada al azar. De repente aparecen botellas de champán, mientras ordenaba colgar del Facebook la buena nueva.
En el centro de todo un muñeco vestido de típico. Él es Manolito el Peregrino. "Un homenaje a mi padre", acertaba a decir entre interviú e interviú un Verona que no daba a abasto pero que, con todo, aún atinaba a vender nuevos boletos para los rascados por el inmediato efecto engoador de tanto premio en tan poco tiempo. "Tú es que estás tocado con la vara".
A nada se les llama desde la capital y un periodista con los datos cambados les otorga un ficticio cuarto premio, lo que redunda en mayor enralamiento. Ahora son más cabezas echando un ojo a Ruymán Ancor y también a los primos del primero José María y Javier Navarro, a cuyo padre, Moisés, recién fallecido en el accidente de la fábrica de Aguas de Teror le dedicaba Ruymán, una y otra vez, la dicha del día.
No eran las doce y media y ya se plantaba en medio del follón un cámara de televisión. Y también llegaba en un coche tan chico que solo son para dos personas, una representante del organismo Loterías del Estado con camisetas alusivas al fenómeno, que ponían "Segundo premio, vendido aquí".
Ahora sí que se estaba poniendo bueno el Pino. Ancor Ayoze coge a Manolito el Peregrino. Los chiquilllos se ponen las camisetas. Ruymán abandona el teléfono, que a esas alturas debe tener la batería pidiendo amperios por señas, y agarra la botella de champán.
"Dale ahí agitadera", le reclamaba el personal. Le mete dos meneos y cuando salta el tapón la cámara y el cámara, en una unidad indivisible, bucean bajo un margullo de burbujas. Y vengan fiestas.
Todo esto después de que un buen número de vecinos de Teror, "pero también de Arucas y hasta de Gáldar", se pasaron 48 hurgando por los vericuetos de la villa en busca de diez boletos escondidos por ocurrencia de este lotero de última hornada pero muy juguetón y vocacional, -"es que le viene del padre, Manuel Verona, que siempre tuvo el sueño de abrir un puesto"-, puntualiza Ancor.
Esa gincana, con unas bases que incluían pistas como que sería inútil buscar en la iglesia o en el Ayuntamiento, logró otro bingo, el de centenares de reacciones en su página de Facebook, además de las postales de los participantes andurriando por los más insólitos parajes en busca del sobre canjeable por un boleto. No es casual que uno de los agraciados fuera de Parques y Jardines.
El currículum se completa ahora, tras el premio de ayer, con los más de dos millones de euros de un pleno al quince en la quiniela del pasado 31 de julio, y otro de la Bonoloto del 22 de agosto, con un saldo a favor de casi 72.000 euros.
A eso se suman otros premios no menos banales y de mayor frecuencia "de 8.000, 4.000, y 2.000 euros, que aquí los damos en todos los formatos".
