Tribunales

El magistrado Ricardo Moyano presenta su primera novela negra con tintes personales

'El faro del fin' gira en torno a un juez joven que se ve envuelto en tramas de corrupción y violencia en El Hierro de la década de los 80

Presentación de 'El faro del fin' ayer en la Biblioteca Pública del Estado.

Presentación de 'El faro del fin' ayer en la Biblioteca Pública del Estado. / B. M.

Benyara Machinea

Benyara Machinea

Ricardo Moyano, hoy magistrado de la Sección Tercera de la Audiencia de Las Palmas, fue destinado al Juzgado de Primera Instancia e Instrucción de Valverde, en la isla de El Hierro, en la década de los 80. Era su segundo destino como juez con apenas 27 años, después de haber estado ejerciendo un año en Santa María de Guía. Ese cambio a un entorno rural y aislado, en el que la tasa de delincuencia era mucho menor a lo que estaba acostumbrado, inspira su última novela de ficción, titulada El faro del fin. El magistrado presentó el libro este martes en la Biblioteca Pública del Estado de Las Palmas rodeado de juristas y académicos.

La trama de su última publicación gira en torno a un juez joven que es destinado a la isla occidental a finales de los 80 y, poco a poco, se va acostumbrando a su nuevo entorno mientras hace frente a distintas tramas de corrupción y violencia que se suceden a su alrededor. El escenario está presidido por el conocido como faro del fin, que desde la punta de Orchilla marca el lugar en el que los romanos situaban el fin de la tierra conocida.

El autor de la novela explica que el argumento mezcla el género negro de la trama criminal con una obra "más existencial", en la que el protagonista vive en una zona aislada y se familiariza con los paisajes de El Hierro y con sus costumbres. Está ambientada cinco años después de su estancia en la Isla y, aunque se aleja de la memoria autobiográfica, Moyano utiliza "recuerdos de aquella época" para inspirar a algunos personajes "sin que sean iguales".

Los recuerdos del magistrado como juez de Valverde inspiran algunos pasajes del libro

"Allí los coches se dejaban abiertos con la llave puesta porque era un sitio con muy poca delincuencia, aunque también había algún problemilla. Judicialmente, eso era un sitio rural, donde había mucho respeto por la figura del juez. Todos los funcionarios me trataban de usted y se referían a mí como su Señoría, lo típico", recuerda el magistrado de lo civil.

Un escenario aislado

Por aquella época, cuenta Moyano, la Isla tenía cerca de 6.000 habitantes, solo pasaban dos aviones al día y el barco hacía un recorrido que tardaba hasta 24 horas en llegar desde Las Palmas de Gran Canaria porque bordeaba la isla de La Gomera.

Desde entonces, ha regresado en varias ocasiones como juez sustituto y, aunque la situación en los juzgados no ha experimentado tantos cambios, sí que "el cambio más importante" que ha notado es "la problemática de la llegada de inmigrantes, que ha sido masiva y ha llegado a haber hasta 1.000 inmigrantes en una Isla que tiene 10 000 habitantes". "Es un problema grande para la isla porque no tiene servicio de atención para tanta llegada masiva, así que están bastante desbordados", asegura el magistrado.