Los cánones de belleza han cambiado y quien no quiera entenderlo es que no se ha asomado durante los últimos años a las revistas, editoriales y campañas de moda donde jóvenes de ambos sexos lucen un aspecto que poco tiene que ver con el de los pijos rendidos a los maxilogos o la impoluta factura de los obsesivos minimal. Modelos como el irlandés Josh Mario John o personajes del deporte como David Beckham y el peleador irlandés Connar McGregor -en España tenemos casos como el de Sergio Ramos- han popularizado definitivamente lo que ya era una submoda urbana desde hace varios lustros.
Las exclusivas pasarelas de Milán o París se han rendido a las barbas, los dilatadores y los tattos mientras que en las citas más alternativas, como Londres o Berlín, los tatuajes -y también los tatuadores- se han convertido en veneradas guías de estilo alejando los diseños del ambiente carcelario o marinero que algunos se empeñan en otorgarle.
Precisamente y hablando de marineros, Jean Paul Gaultier, el diseñador francés, fue el primero en darle al tatuaje categoría de moda sobre las pasarelas con una colección de camisetas hiperceñidas y de material ligero que se adaptaban a la piel con estampados que imitaban tatuajes. La tendencia no ha hecho sino crecer y hoy pululan por todas nuestras ciudades, y también por las playas, chicos y chicas de distintas edades y con diferentes visiones de la vida que en común tienen su pasión por los tatuajes.
La publicación de un libro de la editorial de arte Taschen sobre los tatuajes ha terminado por afianzar esta tendencia. 1000 Tattoos explora la historia de este arte en todo el mundo por medio de dibujos y fotos, desde los grabados del siglo XIX al arte corporal tribal, las mujeres de los circos de los años veinte o los clásicos diseños de motorista sin olvidar el asiático. Un apasionante recorrido por el arte del tatuaje que hará las delicias de quienes los adoran y, también, de quienes aún no saben qué quieren grabarse en la piel, aunque en eso siempre podrán contar con los propios trabajos originales de los tatuadores, en su mayoría grandes dibujantes de inagotable imaginación.
JULIA
MORELL
La mujer también se ha hecho un hueco en el mundo del tatuaje y no ya sólo como sujeto pasivo al que dibujar, sino, como en el caso de Julia Morell, realizando trabajos en la piel de una clientela que la adora -el puñal de la izquierda es obra suya-. Julia forma parte del estudio Santa Cruz Tatto, en la calle Castillo número 40 de Santa Cruz de Tenerife, donde trabaja junto a otro puñado de creadores: Iñaki Recio, Karlos Mutante y Aarón Matos. En el caso de Julia, la tatuadora ha sabido reinterpretar el grueso de línea de los clásicos tahitianos dotándolos de una identidad de corte romántico y actual. Su trabajo se puede apreciar en www.santacruztattoo.com.
BUBI
SCHWARZ
"El tatuaje es un arte, no un crimen". Ese lema recibe al visitante en El Bandido Tattoo Shop, en la calle Los Martínez de Escobar 24 (esq. Tomás Miller), un nuevo establecimiento donde Bubi Schwarz marca con su particular estilo junto a Ambro o Iván Rivero, otros dos grandes refentes de los tatuajes en las islas. "Notamos que en Gran Canaria hay un importante demanda", explica por su parte Marco Emanuelle, otro de 'los bandidos' con más clase de la capital grancanaria. Sobre Bubi, sólo decir que de sus delicadas manos surgen dibujos de un enorme detalle y elegantes trabajos de ornamentación, entre otros. El negocio -www.elbandidotattoo.com- recibe también a tatuadores invitados.
