La Provincia - Diario de Las Palmas

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ARTE

El Faro de los Alisios

La Escuela Luján Pérez inicia la celebración de su centenario (1918-2018) con la exhibición de una escultura en el paisaje de la cumbre grancanaria

La Escuela Luján Pérez, fundada por Domingo Doreste Fray Lesco y Juan Carlo en 1918, recoge en sus principios fundacionales una estructura de funcionamiento interno de acuerdo con la necesidad de que el arte plástico canario sea un movimiento espiritual y un claro reflejo de la gran estética de nuestro tiempo. A lo largo de su rica trayectoria histórica, la Escuela no ha obviado el reconocimiento de los artistas que a través de la propia institución han fomentado la creación plástica en sus diversas manifestaciones y múltiples estilos que la convierten en referente del aprendizaje libre, la creación innovadora y actualización artística en el contexto de la cultura isleña.

Con motivo del Centenario de su creación (1918-2018), la Escuela mantiene una constante reflexión sobre sus actividades a partir de sus principios fundacionales y con la mirada puesta en la innovación y en los tiempos venideros. La exploración de las diversas técnicas del mundo de la plástica, las múltiples temáticas abordadas desde el ámbito de la creatividad así como la apertura a la colaboración con otras instituciones culturales a través de exposiciones colectivas o individuales de sus numerosos alumnos son muestra de que es una institución viva en el seno de nuestro ámbito cultural.

En este marco de apertura socio institucional se ha planteado la colaboración con el ayuntamiento de Artenara para el desarrollo de proyectos plásticos ya que en las últimas década, y de manera progresiva, el ayuntamiento cumbrero ha ido instalando en lugares estratégicos del casco urbano principal un conjunto de esculturas públicas con el fin de dotar al pueblo de referentes culturales relacionados con el entorno, a la vez que enriquecer su patrimonio cultural.

En este sentido, se han erigido las siguientes obras: Corazón de Jesús (1997), Montaña de la Cilla, de José Luis Marrero; Miguel de Unamuno (1999), de Manolo González, en calle Domingo Báez; Los Piqueros (2006), de Manolo González, en Camino de la Cilla; Mujer canaria (Placetilla alcalde José A. Rodríguez); El Folclore (1996), de Manolo González, en Parque timplista José A. Ramos; Medio Ambiente (2007), de Máximo Riol, en Mirador de La Atalaya; Busto de Antonio Guillén (2007), de Manolo González, en Avda. Manuel Luján; Ciclista (2015), de Manolo González, en plazoleta del centro cultural. A este conjunto hay que añadir El Faro de los Alisios (2015), de Emilio Padrón, en El Mirador de los Poetas, donación de la Escuela Luján Pérez con motivo de su centenario.

El proyecto El Faro de los Alisios es una propuesta que se realiza al Ayuntamiento de Artenara con el fin de dotar de una escultura el espacio público conocido como El Mirador de los Poetas, situado en la cima del Lomo de San Matías, del referido término municipal, en el borde del camino real Artenara - Cruz de Tejeda, desde donde se divisa una amplia panorámica tanto del casco urbano principal como del paisaje del entorno, con perspectivas que abarcan las cumbres isleñas con los emblemáticos pinares de Tamadaba y Pajonales, la Cuenca de Tejeda y la Isla de Tenerife, con la magnitud del Teide en la lejanía.

Teniendo en cuenta las características del entorno, y la propia nominación y significado del espacio público conocido como Mirador de los Poetas, y partiendo del criterio ampliamente aceptado en el lenguaje artístico como 'arte en la naturaleza', se realiza la propuesta de erigir en el citado lugar una escultura que simbólicamente representa un faro y que se denomina El Faro de los Alisios, cuya simbología se explicita en el presente trabajo.

Dadas las limitaciones económicas que en los presupuestos culturales sufren las corporaciones locales, la realización de esta obra se propone a la Escuela Luján Pérez, de Las Palmas de Gran Canaria, como espacio generador de cultura plástica en nuestro ámbito cultural isleño para que, de manera colectiva, tanto profesores como alumnos, formularan un proyecto que se convirtiera en testimonio de su compromiso con la Isla. Tras haber aceptado esta iniciativa, se mantienen diversas reuniones de trabajo con los indicados directivos con el fin de concretar los aspectos más significativos de la misma.

Los faros, en sentido estricto y tradicional, son torres de diverso tamaño, que se ubican en los lugares donde transcurren las rutas de navegación marina. Disponen en su parte superior de una lámpara, linterna o lucernario, cuya luz tiene la función de guiar el rumbo de las embarcaciones. Esta dualidad de elementos nos lleva a establecer, para el caso monumental que nos ocupa, una primera metáfora de su simbología, en relación con el hombre, con el ser humano, y es convertirlo en una imagen literaria o prosopopeya: la torre o fuste, como elemento concreto, tangible, es la representación del cuerpo humano; y la luz que emite, como elemento intangible, aunque visible en su expresión, es el alma.

La torre o fuste es índice de esbeltez y corporeidad, y la luz que emite es el reflejo de la inspiración. En este caso, El Faro de Alisios sufre una traslación espacial o distopía, que lo hace diferente por su ubicación, ya que no está en la costa ni junto al mar, sino en un paisaje de tierra adentro. Se ubica en un promontorio de la cumbre de Gran Canaria, a 1290 metros de altura, al borde de una ruta de caminantes, y que históricamente ha sido la puerta de entrada y salida del pueblo. Por tanto, es un icono que se convierte en símbolo anunciador y de referencia, cuya indicación es que nos encontramos a punto de llegar a un puerto o a una meta, en este caso al casco principal de Artenara, que es el pueblo más alto de la Isla.

Su ubicación está en la cima de una montaña en la cumbre de Gran Canaria, en las inmediaciones del núcleo urbano principal, pero en un espacio solitario, apuntando hacia la altura, señalando las nubes, el firmamento infinito, recreando la altura, y envuelto por el Tiempo en sus dimensiones tanto de la Jornada, el día y la noche, como las Estaciones del año: el invierno y el verano. Se convierte en un centinela permanente, que anuncia el poblado que está escondido en la geografía cumbrera, a la vez que es un referente para el hombre y la mujer, como seres valerosos frente a la vida, y que tras el camino recorrido, llegan al lugar y al hogar que les acoge.

Este Faro de los Alisios se vincula simbólicamente al espacio Mirador de los Poetas porque, en el marco de la creación, los poetas siempre trabajan en la exploración de la luz. La luz de las palabras, de su significado; la luz que emana de una realidad insondable, profunda. Tanto el poeta como el creador artístico fundamentan su inspiración en la luz, una luz que emana de las sensaciones personales, del latido vivencial, de los confines del universo, del paisaje que lo envuelve, y luego le da forma a través de los diversos lenguajes y expresiones artísticas ya sea el poema, la escultura, la música o la pintura. El faro es, pues, una vela, un cirio litúrgico y referencial, que a la misma vez que atrapa y atrae la luz del Cosmos, la expande para que, como una antorcha, ilumine el camino de los hombres.

La torre de este faro está constituida por una pieza disforme donde el tiempo marca su huella. El tiempo atmosférico del alisio, que inclina la forma, de la misma manera que el viento de los siglos ha conformado el paisaje de sabinas en la isla de El Hierro. En la propia pieza se inserta el lucernario, óculo que de manera constante atraviesa el viento, expresión etérea de la naturaleza, de la que participa el conjunto. Ello encierra el significado de la tensión que vive no sólo el poeta y el artista a lo largo del proceso de creación, sino, por extensión, el hombre y la mujer en su vivir cotidiano. La vida no es homogénea, sino que está constituida por múltiples planos emocionales que, sucesivamente, tanto de manera contigua como superpuestos, configuran su personalidad.

En esta torreta, con una envergadura de nueve metros, se expresa una lucha interna a lo largo de su trayectoria de pensamiento y de reflexión. Los planos irregulares del fuste manifiestan las sucesivas gradaciones psicológicas y emocionales: desde el optimismo al pesimismo; la alegría y la pesadumbre, la certeza y la angustia. Y en la cúspide, está la linterna, la pieza portadora de la luz. La luz que es la representación de lo más sublime, la Inteligencia y la Esperanza, que nos proyecta a los demás y que nos conduce al infinito. El viento alisio que en este lugar sopla del Norte, que proviene del mar que se divida en la lejanía y de los viejos pinares, atraviesa la cumbre isleña y deja su huella en la torre, una mella en la piel y provoca el deterioro en la estructura corpórea. El tiempo conforma la existencia del hombre y es la esencia de la poética literaria.

Este espacio se convierte de esta manera en un nuevo tagoror canario, lugar de reunión aborigen y que ahora se actualiza porque convoca a los creadores, escritores, músicos y artistas plásticos a la luz del Faro de los Alisios, símbolo de la inspiración, como una antorcha universal encendida en la cumbre. Es el lugar de reunión, cenáculo espacial de los creadores de la palabra, de los artistas, que desde este lugar expondrán, en acto coral o de manera individual, la ofrenda de sus versos, nacidos a la luz desde el insondable plano de la poesía, para divulgarla al paisaje abierto de la isla a través del viento y de los textos, como una sublime expresión de libertad.

Es pues, El Mirador de los Poetas, con su Faro de los Alisios, en Artenara, un lugar de privilegio, un escenario de la naturaleza más transparente y pura, que enciende el vuelo poético, que invita al sueño despierto, provocando a la imaginación y movilizando los sentimientos, ya que el paisaje encumbrado se perfila entre amplios horizontes donde confluyen las sensaciones universales, común a todos los hombres.

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