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Decorador del mañana

Emilio Padrón Miranda accedió al centro fundado por Domingo Doreste a los doce años, donde pasó a ser alumno de Eduardo Gregorio

Emilio Padrón. LA PROVINCIA/DLP

Emilio Padrón Miranda nace en Las Palmas de Gran Canaria el día 19 de marzo de 1917. Curiosamente, algunos meses antes del renombrado artículo Los decoradores del mañana, que su mentor -entre otros intelectuales grancanarios- Domingo Doreste, insertara en las páginas de La Crónica, el 5 de junio de 1917. En el espíritu de dicho texto se vierten las primeras simientes para dar vida, a la que en principio se denominó Escuela de Artes Decorativas Luján Pérez. Ésta tomó cuerpo docente con su inauguración el 6 de enero de 1918. Emilio Padrón, y su hermano gemelo Carlos, se matricularon en la Escuela de libre docencia, cuando habían cumplido doce años. En sus aulas tuvo como primer maestro de escultura en modelado y de la talla de la madera y piedra, al magno escultor Eduardo Gregorio. Y junto a él, sus coetáneos, toda una pléyade de artistas talentosos que engrandecieron al citado centro de arte, y por ende, a la vanguardia del arte canario, en la cual se fraguó las primeras vanguardias históricas de la plástica canaria. Todos aquellos artistas -aún en ciernes-, que conformaron el cuerpo alumnos mostraron sus trabajos de sus obras en la primera exposición que realizaron en la calle de Triana, en 1927. Y en la secuencia del tiempo y el riguroso trabajo de estos artistas, alcanzaron el cénit de las artes canarias de vanguardias.

Sin duda, la personalidad de cada artista es congénita a sus creaciones; o sea, que sus obras son también parte de su ego intimista y de sus estados de ánimo durante la concepción del arte. El alter ego interiorista de Padrón era de una tipología extravagante, nada común a los percentiles habituales de la generalidad. Era persona de pocos amigos o muy escogidos, en idoneidad a su naturaleza; de absoluto sosiego en sus pensamientos y obras, nada intrépidos y de extremada prudencia en sus actos. La soledad y ensimismamiento fueron, en su manera de ser, sus filosofías de vida. Ese estatus de completa tranquilidad en su carácter le fue favorable para realizar sus obras artísticas, con la paciencia que se requiere para la creación en los artistas; y a su vez, para desarrollar una profesión de máxima concentración y paciencia: la micromecánica (sus estudios, no acabados, de Maestría Industrial, en mecánica y electricidad, constituyeron su fruición). A él se debió la instalación del primer taller en la isla de esta especialidad. Además de haber sido un consumado taxidermista de reptiles, fue un coleccionista de cámaras fotográficas, libros vetustos y muchos objetos que se consideran raros en su esencia. La particular psicología existencial de este artista y humanista, hizo que careciera de una perniciosa ambición en su ser, por ello, su obras las concibió de forma pausada, sin proponerse otros argumentos que su complaciente deleite.

El espíritu docente de Emilio Padrón, en el cual su didáctica era la aprendida en la libertad de enseñanza en la que se autoformó en la Escuela Luján Pérez, que carente de método docente preestablecido, solo consistió en un taller experimental en el que el alumno elegía la temática a realizar en sus propias propuestas de aprendizaje. Tan solo el maestro o monitor tenía por misión instruirle en las técnicas con las herramientas, sin imposiciones de gustos personales ni de metodologías a seguir. Esa educación libertaria aplicada por Padrón, iba aconsejada con la franciscana paciencia que le caracterizó. Se inició como enseñante el artista Padrón, en modus vivendi, en las antiguas Academias Municipales de nuestra ciudad. Lo hizo en la disciplina de Talla de la Madera. Cuando éstas desaparecieron en el año 1972, por la instauración de las antiguas enseñanzas estatales, en las Escuelas de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos, se incorporó a estas enseñanzas regladas. Pero solo lo hizo durante un curso. Al siguiente año, se agrega como docente en la libre educación en su entrañable Escuela Luján Pérez, que junto a su colega Felo Monzón, permanecería en ésta hasta que su enfermedad ocular en 1988, le obliga a abandonarla. Ssu óbito se produjo el 25 de abril de 1992.

La obra escultórica de Emilio Padrón estuvo constituida por formatos volumétricos de pequeños y medianos tamaños, dado que para su expresión y necesidades de delectación no necesitó de mayores proporciones. Tampoco fueron sus propuestas exhibirlas en grandes tamaños, ni su ánimo estuvo por esos derroteros. No por ello, las creaciones artísticas de Padrón carecen de valor. El talento creativo cumple la misma función en ambas dimensiones. Sólo presentó sus obras en exposiciones colectivas, jamás hizo una muestra individual. La variedad de obras de este artista se puede englobar en cuatro etapas plásticas:

Figuración. Esta fue muy fecunda en la fase de inicio y secuenciada durante bastante tiempo, en la que la talla directa de la madera constituyó su materia predilecta, práctica y su asiduo plectro para los volúmenes, y coinciden con el momento temporal vivido en los hábitos de la Escuela. En ella destaca sobremanera la interpretación de la realidad o figuración en las iconografías talladas a golpe de mazo y gubias.

Animalística. Las concibió, que como buen naturista y siguiendo las corrientes al uso de los escultores hispanos, y de sus coetáneos de la Escuela Luján, quienes también eligieron esta predilecta temática para sus obras, también figurativas. Tanto su etapa anterior como esta, fueron de un total dominio en la técnica de la talla de la madera.

Constructivismo. En estas piezas, todas ellas abstractas (y algunas cinéticas), con movimiento por la incorporación de un motor: Metal-ritmo, 1968; y otras, de robusta solidez y estática absoluta. Se verifica en Padrón su predisposición por la modernidad artística y evolución escultórica de sus creaciones.

Cinetismo. En este movimiento, Padrón se sumó a la tendencia que en la Luján Pérez fructificó, que junto a las concepciones de Felo Monzón, fueron de los pocos y mayores exponentes de esta tendencia en Canarias. Su mayor número de obras cinéticas las realizó (además de algunos volúmenes), en dibujos coloreados sobre papel en pequeños formatos. Poco se conoce de estas obras porque no las expuso.

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