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UD Las Palmas Pretemporada

Aliados de la inspiración

La UD volvió a mostrar ante el Tenerife un fútbol más basado en los arrebatos de sus hombres de talento que en una línea de juego constante

La UD Las Palmas celebra el gol de Momo durante la primera parte del choque de ida de la Copa Mahou. CARSTEN W. LAURITSEN

Procrastinar tiene sus riesgos. La UD, durante esta pretemporada, ha dejado patente una cosa: su línea de tres cuartos de cancha atesora muchísima calidad, muchísimo talento. La fase inicial del curso, ahí donde se cimientan conceptos y la maquinaria se pone a punto, también ha desvelado que a esta UD Las Palmas le va más agarrarse a sus impulsos de clase, a esas notas de electricidad, que al arte de la perseverancia.

Porque, en lo que va de pretemporada, el conjunto de Manolo Márquez deja la sensación de que le cuesta demasiado mantener una línea constante en su juego, sobre todo en la creación del centro del campo. Un aviso que no debe alarmar cuando apenas han pasado tres días de agosto, pero que tampoco debería dejarse pasar por alto cuando apenas quedan quince días para que arranque LaLiga en Mestalla.

Las razones pueden ser múltiples. Para empezar, el propio estado físico de los futbolistas, que llevan jornadas de dobles sesiones de preparación después de vacaciones. También el estado del césped del recinto de Arona, lento, pesado y seco. Incluso puede que la falta de apego a un balón al que, el verano ha podido olvidar.

Pero la UD, en ese lugar del campo, tiene abierto ahora un hueco que debe taponar. Lo primero a concretar está en manos de Márquez. Ayer contra el CD Tenerife se volvió a rendir al 4-1-4-1. El técnico catalán parece que ha desistido en su idea de colocar un doble pivote. El costumbrismo que siente la UD, en un equipo que mantiene a la mayoría de los mimbres del curso anteror, ha abocado a Márquez a jugar con un único pivote para liberar a dos volantes por delante. Un calco al dibujo de la UD en las últimas dos campañas.

Símbolo de identidad

Con eso Márquez se asegura mantener una de las características principales del equipo. El debate probablemente estaría zanjado si Roque Mesa no hubiera hecho las maletas al Swansea City de la Premier League. El que ocupe esa zona del campo vivirá bajo la alargada sombra del teldense. Casi nada.

Ayer, una vez más Jonathan Viera -en mayor medida que Fabio, que cuajó quizá su partido más gris desde que está en la órbita del primer equipo- tuvo que retrasar demasiado su posición para participar en la gestación del fútbol amarillo. Y cuando eso sucede, su ratio de influencia en la parte definitiva del campo se reduce.

Con el juego cortocircuitado la UD aplaza la resolución final de los problemas. Procrastina. Lo hace al igual que aquel alumno que, confiado en sus posibilidades, enciende el flexo la noche previa a su examen. Ayer, más allá de los goles y acciones aisladas, motivadas por un empuje de necesidad, Las Palmas no consiguió arrinconar al CD Tenerife.

Más aún cuando esos arrebatos dejan pasar tus mayores debilidades. Le sucede eso a la UD cuando, espoleada por el devenir del partido, opta por abrirse y dejar espacios terribles en su defensa. Porque el plan no siempre sale. Agarrarse a la virtud y la inspiración a veces te manda a la lona. Un accidente -como el penalti que provocó el empate blanquiazul o el mano a mano que erró Vitolo ante Carlos Abad para mandar el balón al poste- puede acabar con todo.

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