La derrota siempre duele. Pero hay formas y formas de encararla. Se puede perder sin orgullo, sin alma, sin ningún atisbo de amor propio, de respeto por lo que lleva detrás implícito el escudo. Y también se puede perder como lo hizo la UD Las Palmas en su primera vez en el Wanda Metropolitano.

Porque la UD Las Palmas dentro del dolor de la derrota, pudo salir ayer de Madrid con la cabeza alta. No se entregó ni dejó que el Atlético le avasallara, que hiciera con su camiseta lo que quisiera. Perdió, sigue necesitando un milagro para escapar de la quema de la Segunda División, pero por el camino que decidió escoger en el Metropolitano, que sigue la senda que emprendió ante el Valencia, lo tendrá más cerca. Aguantó una hora hasta que se desplomó víctima de errores propios puntuales y de la inmensa calidad del Atlético de Madrid para resolver sus problemas.

Tres goles (3-0) a partir de la hora de juego desangraron a la UD Las Palmas en un día donde los amarillos mostraron una mejoría en sus prestaciones que invita a creer. El 'Sí se puede' que entregaron los centenares de aficionados desplazados a ver el partido en directo marca el camino. El aplauso de Jémez a cada uno de los suyos antes de meterse en el vestuario tras el pitido final, también.

Paco Jémez cimentó su bloque ganador. El técnico apostó por el mismo once que venció en el Gran Canaria al Valencia hacía una semana. Si el reto allí fue tumbar al tercero de la liga, la dificultad del asunto que tenía entre manos la UD en el Metropolitano se elevaba unos cuantos peldaños más: sorprender al Atlético de Madrid en su nueva casa, al segundo clasificado de LaLiga.

El guión, de entrada, era el esperado. No es ninguna novedad que al Atlético de Madrid le dé igual no oler el balón, aguardar su momento y hacer cree que el rival se sienta dominador del partido a través del dominio del cuero. Eso hizo la UD en los primeros compases del choque, a través de mover el balón de banda a banda, esperando también su turno para picar.

Pero ahí aparecieron las 'cosas del fútbol'. Porque tras un lanzamiento de córner a favor del Atleti, la UD montó una contra de manual. El balón rechazado por Chichizola cayó en los pies de Hernán Toledo. Desde su propio campo el argentino se lanzó a la portería de Oblak, sorteó un par de rivales, mandó el pase perfecto para Jairo que, sin precisión en el control, acabó tumbado por Ángel Correa. La UD la tuvo.

Sobrevivir a la respuesta

Reaccionó algo el Atlético que a base del balón parado comenzó a coquetear con el área amarilla. La contestación llegó con un balón en profundidad de Griezmann a Gabi -sí, tiró un desmarque- que Chichizola achicó al más puro estilo argentino. Todo tras una pérdida amarilla en el centro del campo. Dejar correr a los de Simeone es un pecado casi mortal. Un preámbulo de los problemas que terminaron ayer por devorar a la UD en la segunda mitad.

Crecía el Atlético como el merengue en una tarta. Pasaban los minutos y la emulsión era notable. Fernando Torres volvió a avisar a la UD. Las Palmas difuminaba su fútbol en el centro del campo y los colchoneros corrían. Con espacios, el peligro se palpaba intensamente. Cuando Giezmann, de tacón a pase de Juanfran, estrelló el balón en toda la escuadra, ese olor de gol del Atlético inundó todo el Metropolitano.

El reencuentro

Se recuperó la UD. Superó ese trance. Se sacudió el agobio y volvió a dar muestras de que este equipo tiene vida. Lo hizo Jairo con un tiro lejano y, después, Viera y Tana con una combinación de 'olés' al que le faltó el golpeo a portería de Jonathan Calleri. El Atlético subía líneas y el Wanda empezaba a inquietarse, pero había perdido ese 'punch' que consiguió en el ecuador de la primera mitad.

La UD seguía creyendo. De eso, de creer, va precisamente la salvación. Se volvió a acercar la UD con Jairo y Calleri; también con Tana. El partido abrazaba el descanso con vida para Las Palmas. El 0-0 del marcador era una señal para el conjunto grancanario.

Diego Pablo Simeone agitó el banquillo. El runrún del Metropolitano entró también en él. Sacó el campo a Koke y dio a entrada a Yannick Carrasco en una exhibición de poder ofensivo, cualidad que rebosa en el Atlético -aunque no lo explote siempre al máximo de sus posibilidades-.

La UD empezó a síntomas de desplome. El Atlético se sentía más fuerte, con más cuerpo para ir a por el partido. Paco Jémez movió sus fichas. Cambió a Tana en busca de pulmones con Vicente Gómez. Ya tenía el segundo cambio preparado cuando Jairo, el hombre que acabó sustituido por Nacho Gil, perdió un balón en la medular que Juanfran convirtió en la asistencia del primer gol de la tarde.

El exinternacional encontró el desmarque de Griezmann que superó sin mucha dificultad a un Ximo Navarro algo descolocado. Suave, el francés coló el balón por encima de Chichizola. El plan se había roto.

Entró Las Palmas en barrena con el gol. Carrasco casi convierte el segundo. Vicente perdió un balón en la salida que Griezmann mandó al poste. Con un soplo el Atlético impuso su orden. Obligó a la UD a arriesgar más, con una defensa adelantada, casi kamikaze ante un equipo que sabe volar. Cada pérdida, cada error en el pase, cada transición defensiva sin tocar la perfección era sinónimo de muerte. Y así fue.

La sentencia

Ximo Navarro regaló un balón a Juanfran Torres que mató a la UD. Correa, en el dos para uno, encontró a Torres que quebró a Ximo y tumbó a Chichizola. El Atleti ya tenía el partido en su mano ante una UD víctima, en parte, de sí misma.

Ante eso, Jémez fue con todo. Se quedó jugando con tres defensas, hizo redebutar a Erik Expósito con el primer equipo y cerró los ojos en una huída hacia delante. El resultado no se tradujo en un vuelco del marcador, ni siquiera en una aproximación real, sino más bien todo lo contrario. Viera, en otra pérdida más, vendió a la zaga para que Thomas Partey, en un regalo de Carrasco marcara el tercero, ya con el examarillo Vitolo en el campo. Las Palmas se iba del Metropolitano con un contundente 3-0, pero también con la convicción de que en su mano está escapar de la quema.