El periodista José Martín Ramos, uno de los rostros más populares de TVE-C, ex Jefe de Informativo de la casa, en activo hasta hace diez años, fue sometido el día 2 de julio a un trasplante del corazón en Madrid. Según una de sus hijas que le acompaña durante su enfermedad “la operación ha ido bien y estamos esperanzados. Mi padre se encuentra en la UCI en proceso de recuperación”. Martín Ramos, con quien hablé desde que conocí su grave estado de salud, me ha ido contando vía wasaps durante las últimas semanas su estado de ánimo “después de superar la dura realidad de un trasplante como alternativa única”. Muchos son los amigos y compañeros de Martín Ramos que se han interesado por su delicada salud.

“De aquí salgo y una vez que me recupere quisiera contarte la experiencia que he vivido, dura, muy dura; fuera de mi isla pero en manos de grandes profesionales de la medicina”, comentó en una de sus comunicaciones. Ayer, jueves, el amigo Pepe le pidió a su hija que comunicara conmigo para informarme e informar de paso a sus muchos amigos que se encuentra bien: “Papá ha sido muy valiente. Todo va bien”. Pepe forma parte de la historia de la tv en Canarias; ha realizado multitud de retransmisiones de diversos actos especialmente las Fiestas de la Virgen del Pino, Campanadas de Fin de Año y otros de carácter informativos, debates y presentador del Telecanarias en sus distintas etapas.

Cuando la vida pende de un hilo.

El lunes el diario El País publicó el siguiente reportaje sobre la angustia que supone aguardar un donante de órganos que facilite un trasplante. En el caso de Martín Ramos fuera de su ciudad en la que vive y tiene su familia.

“La vida de José Martín Ramos depende de una llamada de teléfono. “La doctora se sentó un día en la orilla de mi cama y me dijo: ‘Se acabaron las pruebas. La única posibilidad es el trasplante de corazón. No hay ninguna otra”, recuerda. “Me quedé clavado. Había pasado tres infartos, y según me contaron los médicos, casi nadie escapa del tercero. Pero aquí estoy, esperando a que suene el teléfono”. Tiene 63 años, es canario y lleva cinco meses fuera de casa, en Madrid, porque en su comunidad no realizan este tipo de operaciones. Comparte lista de espera para un trasplante cardiaco con otras 134 personas en toda España (cinco de ellas niños), que como él, aguardan la misma llamada del hospital: “Tenemos un corazón para ti”.

Antes de ser incluido en “la lista de la esperanza”, como él la llama, tuvo que pasar un examen ante una especie de tribunal médico. “Te reúnes con doctores de casi todas las disciplinas, hasta un psiquiatra, que me preguntó si estaba deprimido o si alguna vez había pensado en suicidarme. Le respondí que entonces no habría hecho 1.700 kilómetros de mi casa hasta aquí, separado de mi familia, mis amigos… de todo. Si pensara en matarme no estaría luchando por un corazón”.

Martín Ramos llegó a Madrid en un avión medicalizado del Gobierno de Canarias. Su exmujer, con la que guarda muy buena relación, tiene pánico a volar y no puede ir a verlo. Sus dos hijas, de 23 y 28 años, se turnan para venir a visitarle, como sus hermanos y amigos. Pero el día que recibe a EL PAÍS, Martín Ramos está solo en su piso de alquiler en Madrid, a diez minutos del Hospital Doce de Octubre, donde Canarias deriva a sus pacientes. “Me recomendó este piso otro canario que está esperando como yo un corazón y vive enfrente con su familia. No puedes vivir a más de una hora del hospital. Es la norma”.

“El tiempo de isquemia del corazón [el que transcurre desde que se extrae el órgano del donante hasta que se implanta en el receptor] no debe ser mayor de cuatro horas”, explica Rafael Matesanz, director de la Organización Nacional de Trasplantes (ONT). “Es muy justo para ir de Canarias a la Península y nadie quiere poner en riesgo un corazón y que luego no funcione. En Baleares pasa lo mismo, los pacientes han de ir a Barcelona”.

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