Siempre me llama la atención los reconocimientos póstumo, esos que con buena fe se designan pero nunca los disfruta la persona distinguida, su familia y amigos. Hablo hoy de ese tema porque el viernes el Cabildo Insular de Gran Canaria hizo entrega de los Premios de las Artes a ciudadanos cuya trayectoria le hacen merecedores de la distinción. Este año el Cabildo ha tenido a bien premiar a la bailarina Wendy Artiles de 54 años referente del mundo de la danza en Canarias. Mujer querida y admirada. De su amor por la danza se han beneficiado centenares de alumnos a quienes les enseño a amarla. A su lado estuvo siempre, más de 40 años, su compañero de vida y arte, Miguel Montañez. Hace seis meses que una dolencia coronaria súbita puso fin a su vida, justo cuando el camino de la danza le reservada una vereda llena de rosas. Wendy transitaba la vida sin hacer ruido, sus pasos casi no pisaban el suelo, elegancia a raudales.

El viernes su compañero, su amor, Miguel habló de ella, de su discreción, de su displina, de su Arte. Hablamos del premio que Wendy iba a recibir del Cabildo Insular y acabó lamentando qué fuera un reconocimiento a título póstumo. Lo feliz que hubiera sido ella recogiendolo.

En fin, Miguel está tan feliz cómo si fuera el premiado. Poco a poco aprende a convivir con su ausencia a pesar del duro golpe que le ha dado la vida.