Hoy mismo vi en mi barrio un vehículo escoba pelin cutre que no veía en años. Era ridículo porque los círculos que se activaban para arrastrar la basura no podían con ella. Es verdad que la suciedad de la ciudad es deaconocida para gran parte de la vecindad. Hay zonas de la ciudad que ni se barren ni se baldean ni reciben una mínima atención desde hace años. Arenales, mi barrio, es un basurero. Restos de mudanzas, bolsas de basuras cuyo contenido se va extendiendo sobre el asfalto entre envases y papeles hasta convertir la acera en un sucia pista de patinaje. Y qué decir de las ratas gordas como gatos. Unos roedores muy bien alimentados que se han hecho los dueños en exclusiva de los jardines de la ciudad. Sin olvidar la zona de Magisterio en cuyos jardines entran y salen las ratas con total naturalidad. Es lógico el miedo y el asco de los vecinos de Arenales y otras zonas de la ciudad frente a los animalitos y su capacidad de esparcir infecciones. Salir a la calle con los ojos bien abiertos es observar la peor cara de la ciudad; ver, por desgracia, la realidad actual de nuestros barrios y calles.

Estos días me he dado un largo paseo desde el Puerto hasta Vegueta pasando, claro está por Triana, cuyo estado de suciedad es lamentable. Cinco perros viven con su dueño en esta calle emblemática del centro histórico. No creo que sea la mejor imagen para una vía comercial de esta importancia. Es la comidilla de la ciudad. De punta a punta.