"¿No me van dar nada por votar? Ni siquiera me han dado los buenos días", ríe uno de los residentes del barrio costero de San Fernando, en el municipio de San Bartolomé de Tirajana, tras depositar sus papeletas en las urnas. La sensación de disconformidad y resignación se extiende en la mayoría de colegios electorales de los sectores del Sur, Sureste y del municipio de Telde. "Esto son votaciones por goteo", expresan los apoderados de los diferentes partidos políticos que asistieron desde primera mañana a los centros para comprobar que todo está en su sitio, que también son menos en estas segundas elecciones generales (e incluso ninguno en ciertos centros). Asimismo, sí aumentó la presencia de apoderados de partidos en auge como VOX y disminuyó considerablemente los de otras formaciones como Nueva Canarias/Coalición Canarias.

El cansancio generado por el mareo de los acuerdos políticos, mezclado con el mal tiempo (que impidió que los ciudadanos aprovechasen el paseo hasta el centro para luego quedarse a comer en la calle o incluso darse un bañito en la playa) provocó la disminución de participación ciudadana, por lo menos durante las primeras horas del día. "He venido a votar, pero la verdad es que siento una completa inseguridad sobre el futuro gobierno; este año ha sido un mareo increíble y en mi caso estoy bastante perdida", expresa Fátima, una joven teldense de 20 años que se acercó hasta el colegio León y Castillo para ejecutar su derecho al voto.

"Es lo que le pasa a la mayoría de jóvenes", sostiene por otro lado Bárbara Gutiérrez, otra muchacha veinteañera del sur de la Isla. Este es su primer año de elecciones, "parece que me ha venido todo de golpe", ríe. Por lo que ha podido comprobar, cree que la gente está bastante dividida en cuanto al voto. "Estas segundas elecciones podrían haberse evitado totalmente, pero es verdad que pienso que ya que se han convocado es incluso más importante que la gente participe en estas que en las anteriores; conozco a mucha gente que no va a venir a votar porque no entienden qué es lo que está pasando y además piensan que nada va a cambiar y no los culpo", explica la joven entristecida, aunque añade que esta situación crea dos escenarios: "los que no votan y los que se extremizan, para los que somos afines a la izquierda nos va a perjudicar mucho". Junto a ella está su madre, Alicia Martín, que confiesa que "yo tenía claro que no iba a venir, justo por lo que mi hija está diciendo; pero al final es de las que casi te meten la papeleta en el sobre, y me ha hecho entender lo importante que es ejercer el derecho al voto", asevera encogiéndose de hombros.

"La verdad es que esto es una auténtica faena", sostiene Luz Mari Morales, vecina de San Fernando, acompañada de su padre en silla de ruedas, Orlando, y de su hija pequeña. "No íbamos a dejar de venir a votar, es lo que tenemos que hacer y además hay que dar ejemplo a los jóvenes y a los niños", asevera observando a su pequeña, cogida de la mano del abuelo. "A ver qué pasa", añade. Y esta última sentencia es lo que se reproduce de forma general en las mentes de todos los votantes de estas segundas elecciones. "Al final parece que el voto no sirve para nada, porque siempre acaba pasando lo mismo", explican Verónica y José, una pareja que acude con su bebé a votar y notan muchísima menos participación que en otras ocasiones en el colegio León y Castillo. "Otros años han repartido las mesas en cinco o seis aulas diferentes, pero en esta ocasión las han aglutinado en solo dos", explican extrañados, aunque achacan esta acción a la previsión de que asistiría poca gente a votar. "La verdad es que siempre, y también fue así en el 28-A, viene muchísima gente a este centro; el patio suele estar a rebosar de gente, y el colegio está abierto por entero", sostiene, en referencia a las vallas que acotaban el espacio de movimiento dentro del recinto. "Para nosotros esto casi es un trámite por el que tenemos que pasar, sin mucha más ilusión", explican.

Personas con discapacidad

Personas con discapacidadAunque no se registraron muchas incidencias durante la mañana, en el antiguo colegio del barrio de Clavellinas se formó el revuelo al comprobar que las personas mayores o con dificultades para moverse les fue imposible acceder al centro para proceder a votar. Sobre las 12.00 horas del mediodía, los encargados de las mesas electorales tuvieron que sacar las urnas a la calle para facilitarle el acceso al voto a estas personas, que esperaron con paciencia a ser atendidos. Esto no fue así en el colegio El Canario de Vecindario, donde personas como Alberto Quintana (con discapacidad física y en silla de ruedas), de 26 años, pudo acceder total normalidad hasta la urna. "Yo tenía muy claro que tenía que venir a votar, lo he hecho siempre desde que tengo la edad, aunque entiendo que haya gente que esté cansada", asegura. Sus padres, Trini Veiga y José Quintana, admiten ser de ese grupo. "Venimos porque tampoco solucionamos nada no haciéndolo, pero para nosotros esto es reírse del pueblo", expresan indignados.