Desestabilización del Sahel, a las puertas de Canarias | Avance de Rusia

Putin se quita la careta en África

El Kremlin aprovecha los lazos políticos tejidos por el difunto Prigozhin, líder de los Wagner, en la región del Sahel, ubicada a apenas 600 kilómetros de Canarias

Intervencion por videoconferencia de Vladimir Putin en la 15 Cumbe Empresarial Brics, en Johanesburgo en agosto.

Intervencion por videoconferencia de Vladimir Putin en la 15 Cumbe Empresarial Brics, en Johanesburgo en agosto. / EUROPA PRESS

M. Saavedra / I. D.

Tras la desaparición de Yevgeny Prigozhin, fundador del grupo de mercenarios Wagner, surgieron muchas incógnitas. Entre ellas, qué iba a ser del imperio que pacientemente había tejido Wagner en África. Prigozhin y sus soldados se habían metido a las dictaduras regionales en el bolsillo, especialmente a Malí, Libia y República Centroafricana. Consiguieron expulsar a los soldados internacionales que, bajo el mando francés o de Naciones Unidas, ayudaban a los ejércitos regulares de los países del Sahel a luchar contra sus enemigos: los yihadistas o los independentistas. A cambio, se llevaban un bocado de las riquezas minerales de la zona: oro, litio, uranio.

La presencia rusa en la región del Sahel, ubicada a apenas 600 kilómetros de Canarias, agrava la inestabilidad en un área ya agitada por los vaivenes de sus jóvenes y débiles democracias, los golpes de estado y la presencia de grupos yihadistas. La falta de recursos, sumada a la inseguridad, impulsan a muchos ciudadanos a abandonar sus lugares de origen para instalarse en otros países de la región o a migrar hacia Europa a través de Canarias.

Putin no ha dejado escapar la influencia regional de los Wagner. Poco después del motín de Prigozhin contra Moscú, en junio de 2023, se celebró una reunión en el Kremlin en la que se decidió que las operaciones del grupo paramilitar en África quedarían bajo el control directo de la inteligencia militar rusa, el GRU, según un informe del instituto Royal United Services Institute (Rusi) británico obtenido por la BBC.

El control del cuerpo en África iba a ser transferido al general Andrei Averyanov, jefe de la unidad secreta 29155, especializada en la desestabilización de gobiernos extranjeros. La misión garantizaría a los regímenes regionales su futuro en unos países convulsos a cambio de que estos expulsaran a las compañías occidentales de la zona y redirigieran a Moscú parte de los beneficios y del control de los recursos minerales.

Agita la ruta canaria

El grupo Wagner se rebautizó semioficialmente como África Corps. El cambio de marca y de estrategia se estrenaría con un viaje del viceministro de Defensa ruso, Yunus-Bek Yevkurov, junto al propio Averyanov. Primera parada: Libia. Allí se reunieron con el señor de la guerra general Khalifa Haftar. Luego, Burkina Faso, donde los recibió el líder del reciente golpe militar, Ibrahim Traoré. Más tarde aterrizaron en la República Centroafricana. Concluyeron el tour con una reunión con los líderes de la Junta militar de Mali.

«África Corps es la estrategia que tiene Rusia para construir un cuerpo africano separado de Ucrania y sin las connotaciones negativas que tenía Wagner por la explotación de recursos y las matanzas», explica una investigadora especializada en seguridad en el África Occidental que prefiere no dar su nombre por miedo a represalias durante sus viajes en la zona. «No se puede saber a ciencia cierta quién lo compone, aunque eventualmente será el mismo tipo de personal, pero esta vez reclutando también a africanos. Lo que sigue igual que siempre es que se llevan de todo». Ese llevarse todo se refiere, esencialmente, a los recursos minerales.

El pasado 9 de febrero, los soldados rusos de Wagner, ya como África Corps, aterrizaron en helicóptero y tomaron el control de la mina de oro de Intahaka, la más grande de Malí, según fuentes citadas por el medio francés RFI. Y el pasado noviembre, fuerzas combinadas del ejército maliense y mercenarios del África Corps retomaron el control de Kidal, en el noreste del país. Una «pacificación» a ojos del Gobierno de Bamako a cambio del control ruso de las minas de esa zona. La guerra de Malí y las acciones de los mercenarios del Kremlin ha llevado a miles de refugiados malienses a asentarse en Mauritania, ocasionando una crisis migratoria en el país africano, que se ha convertido en el principal emisor de migrantes hacia el Archipiélago.

Otro de los escenarios que muestran más a las claras el cambio de estrategia es Burkina Faso. En 2022 se produjo el segundo golpe de Estado. Se destituyó al presidente interino Paul-Henri Sandaogo Damiba. El joven de 34 años Ibrahim Traoré gobierna desde entonces. El pasado 24 de enero, el África Corps publicó sus primeras imágenes de un despliegue de soldados rusos en el país. «Un contingente de 100 personas va a garantizar la seguridad del líder del país, Ibrahim Traoré, y la gente de Burkina de los ataques terroristas», se leía en la publicación del canal de Telegram del grupo. «Próximamente el contingente se verá aumentado con otros 200 miembros del personal militar desde Rusia».

También es una incógnita saber cómo va a entrar la nueva Wagner en Níger, en el punto de mira de Moscú tras el golpe de Estado del pasado verano. El país es rico en uranio. Antes proveía a Francia de un quinto del material fisible que usaba este país en sus centrales nucleares. Aún es pronto, sin embargo, para saber hasta dónde conseguirá dejar huella allí el África Corps de Putin.

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