Se llaman Pablo Beneit y Esther González, forman matrimonio y él es nieto de zapateros. Pero Beneit, más que zapatero, es ingeniero de plataformas y su firma, Extreme High Heels, es la Bentley del taconazo.

De su taller de Elche salen medio centenar de pares de plataformas drag al año, y el 40 por ciento de toda su producción se destina a Canarias, y la mayor proporción a Gran Canaria, el resto se vende por todo el mundo, bien por encargo fetichista puro o para el espectáculo.

Porque resulta que el zapato drag también es para ponerse en casa y muy cerca de la alcoba... para evitar destuerzos.

El más caro fabricado jamás por Pablo y Esther estaba destinado a ñoños fetichistas, precisamente. Un par de piezas con cristales de Swarovski de 4.800 euros, diseñados para el cliente y en los que pueden dedicar hasta 18 semanas en elaborarlos, rematados de piel de reptil, como cocodrilo o serpiente, para que vaya cuadrando la factura.

Beneit explica que el trabajo para construir una fastuosa chancla drag es técnica intensiva, "un reto, porque cada par es diferente. No existen moldes y es totalmente artesanal. Son esculturas que toman forma a partir de un corcho. Luego se monta el zapato, se saca la plantilla y se le va dando forma, con metales, papel goma, piel..."

En total, para hacer un zapato de serie, como los hacía el propio abuelo de Pablo, "es necesario cubrir un total de 256 procesos ineludibles", explica el maestro con precisión aeronáutica. Ahora multiplique usted por 100 la dificultad".

El catálogo zapatero de Extreme High Heels corta el hipo. Y algunos modelos deberían incorporar Biodramina contra el mareo.

La marca de altura en modalidad plataforma ha llegado a la cota 95 centímetros. Pero la superan un par de taconazos en aguja que llegaron al metro, poniendo los ojos a ras del alisio. El artista tiene especial recuerdo de unas plataformas para "una drag novia, de 75 centímetros de altura". Esto implica estructuras de 20 kilos. Pero también existe un mundo llano y sencillo. "Es que es a partir de los 45 centímetros cuando se trata de obras muy concretas". Unas altitudes que requieren a un drag adiestrado en casa recorriendo pasillos en pijama para habituarse al meneo. Pero si fundamental es seguir siendo un bípedo sobre ellos, más importante aún es saber caerse. No vale desmadejarse en vertical como una torre gemela. "Es mejor tirarse", directamente. Los precios también ayudan a tirarse. Antes de la crisis el zapato drag básico de 35 centímetros, que es el estándar, costaba 800 euros y ahora salen por la mitad, casi lo mismo que lo que pasa con las casas.

Tacones hipodérmicos

Pero para drag, Pablo recomienda especialmente el de pezuña. "La pezuñita estiliza mucho, quedan muy bonitos cuando el chico termina en tanga". El efecto es de carácter puramente físico-anatómico: "Les alarga las piernas y les sube el culo".

En cada carnaval isleño despacha de 18 a 25 pares, y saben que ha ganado premios pero muchos no los identifican tras el paso por la pretecnología del drag local y sus perifollos adicionales. El matrimonio no ha podido venir a disfrutarlo porque es justo ahora cuando se incrementa la demanda, "pero estamos invitadísimos".

De cualquier forma, el calzado drag es solo una parte de su peculiar zapatería. Fetichistas de Alemania, Estados Unidos, Gran Bretaña, Suiza, España, Bélgica y Francia, por ese orden, se pirrian por sus tacones hipodérmicos y sus puntas de chupar, algo no apto para detallar dentro de este horario infantil.