Llegó el Herbalife Gran Canaria a Montenegro para visitar al Buducnost para intentar saldar con victoria una efeméride importante, su partido 200 en Europa. Pero una temporada que se presuponía de disfrute, midiéndose a lo más granado del baloncesto continental, se está convirtiendo poco a poco en una situación incómoda a consecuencia de verse obligado el cuadro claretiano a tener que concentrar toda la energía en la competición doméstica debido a su situación de incertidumbre clasificatoria.

El plus de amor propio y coraje que empleó el Granca el domingo pasado en el Arena para remontar el choque ante el UCAM no es algo que tenga pinta que se vaya a dar en los encuentros que quedan en el Viejo Continente; la sensación es que los diez choques restantes de la Euroliga son algo transitorio.

Pareció notarse en el lenguaje no verbal del equipo claretiano que caer derrotado (75-70) ante el penúltimo de la competición no supone un fracaso. Porque no se crean que, a pesar de dos victorias consecutivas ante el Darussafaka y el Real Madrid, el Buducnost fuese un equipo que ayer mostrase grandes cosas sobre el parqué.

Porque ayer, con lo que se pudo ver durante el partido y con el horario tempranero de la jornada (comenzó a las 18.00 horas insular), si usted acumulaba alguna hora de sueño atrasada encontró la excusa perfecta para entrecerrar sus ojos cuando el duelo entró por momentos en un ritmo de juego soporífero, con tiros sin sentido alguno que no provocaban otra cosa que la modorra mientras atardecía.

Comenzó el partido de forma errática por parte de las dos escuadras. Cuatro intentos de triples en los cuatro ataques inaugurales comandaron el inicio sin que ninguno viera canasta hasta el minuto dos del encuentro, cuando abrió la lata con dos tiros libres el pívot Bitadze, una de las incorporaciones que ha hecho el conjunto montenegrino en el último mes y que ha concentrado los focos mediáticos con sus números. Tantos como los 16 puntos y 7 rebotes con los que firmó ayer un 27 de valoración.

Todo la lentitud con la que se dibujaron los primeros compases pasó a un segundo plano y se alborotó el duelo. Como si alguna bebida energética se hubieran tomado los jugadores, empezaron a correr por la pista del Moraca Center los diez hombres y comenzaron a caer los puntos al marcador sin receso alguno.

Norris Cole, otro de los refuerzos del Buducnost que le ha cambiado la cara en el último mes, sintió el calor en sus muñecas y sacó sus galones de ser un jugador en posesión de dos anillos NBA. ¡Qué espectáculo! El norteamericano las metió de todos los colores.

Para empezar se cascó un jugadón con el que sacó un 2+1, prosiguió con un matazo digno de las mejores jugadas de la semana y, acto seguido, transformó un triple desde casi ocho metros. El picorcito le hizo llegar hasta l3 puntos en el primer cuarto. Un jugador que está en Europa y no se sabe por qué.

Por parte del Granca, durante el primer periodo fue el turno de los entredichos. Tanto Siim-Sander Vene como Josh Magette dieron un paso adelante y volvieron a dejar buenas sensaciones en pista. El estonio anotó dos triples de los suyos, desde la esquina; mientras, el base leyó bien el juego con dos asistencias y un acierto de tres.

Además, Xavi Rabaseda, con siete puntos, ayudó a no perderle la vista al Buducnost durante el primer cuarto, que se cerraba con un 27-24 tras el canastón de Cole contra el que Paulí no pudo hacer nada.

Se enfrió el ritmo intrépido del comienzo del partido de tal manera que tras tres minutos del segundo acto solo se habían anotado dos canastas, una para cada equipo.

Entre tanto ambiente gélido sobre el parqué, quien mejor para moverse en esas temperaturas que el cañonero de Upsala, Marcus Eriksson, que regresaba tras perderse el duelo ante el UCAM Murcia. Puso el empate a 29 con un triple, y un palmeo de Pasecniks daba por primera vez ventaja al Herbalife en el electrónico (29-31, min. 15).

En esas, el conjunto amarillo se había cargado de faltas y así se lo hacía saber Jasmin Repesa a su equipo tras solicitar un tiempo muerto para volver a enchufar a sus hombres. "¡Tienen cuatro faltas y no lo aprovecháis!", gritaba el técnico, ex de Unicaja.

Todo el idilio que tuvieron con el aro ambos equipos al inicio del partido se rompió en el segundo cuarto. El Granca se empecinaba en realizar tiros lejanos. Ninguna penetración, motivo por el que no fue ni una vez a la línea de tiros libres en esta primera parte. Mientras, su rival iba picando poquito a poco gracias al bonus de faltas que había cumplido los claretianos.

La conclusión del cuarto resultó tan espesa como el ritmo con el que se movieron los jugadores durante el mismo. Tres tiempos muertos casi de manera consecutiva congelaron aún más el ambiente. En ellos, la pizarra de García se impuso a la de Repesa y con dos canastas de Balvin se cerraban los primeros 20 minutos con los amarillos comandando el marcador (36-38).

Una clara muestra de lo rácano del tanteador del segundo periodo es que solo se anotaron nueve puntos por parte del conjunto local y 14 por los claretianos.

Repetición de la película

Se reanudó el combate, esta vez sí, con la energía necesaria para no quedarse dormido en las butacas del pabellón montenegrino. Volvió a escucharse el sonido de las zapatillas sobre el parqué y los jugadores regresaron a la disciplina del sprint.

En esa filosofía de juego quien mejor se encuentra es Xavi Rabaseda. Al de Ripoll hay pocos en Europa que le ganen en las transiciones entre campos. En el correcalles en el que se convirtió el duelo, anotó cinco puntos consecutivos para contestar a las canastas balcánicas. Una de ellas, un triple que llegó tras tres extrapass que dio el Granca.

Un parcial de 7-0 para el Buducnost obligó a García a parar el choque en el minuto 25 (48-45). Desde entonces, los pívots de ambos equipos se retaron. Bitadze y Pasecniks se miraron a los ojos a ver quién era la torre dominadora del encuentro. El georgiano anotó seis puntos casi consecutivos (interrumpido por un triple de Sehovic), mientras que el letón transformó cuatro .

Puesto que Tillie no tenía su día (-9 de valoración), Vene tomó la alternativa del francés. Y vaya cambio de imagen dio el estonio. Ayer no dejaba de ver el aro como una piscina desde la línea de triple (4 anotados en 6 intentos). Su acierto permitió que la buena racha del Buducnost no supusiera un golpe severo para encarar el último cuarto, al que llegó el Herbalife con cuatro puntos abajo (61-57).

Y en una repetición de lo que fue la primera mitad del encuentro, en el acto definitivo volvió a enfriarse el ritmo y el acierto a canasta desapareció. Empezaron a producirse errores no forzados entre ambos conjuntos, casi una muestra de la situación clasificatoria en la que están inmersos Buducnost y Granca (penúltimo y antepenúltimo).

La mejor noticia que tuvo el conjunto insular fueron las cinco faltas que cometió su rival a cinco minutos de la conclusión. Factor que no aprovechó, pues solo acudió a la línea de tiros en tres ocasiones, en las que además Balvin erró sus dos tiros en una de ellas.

Tras el fallo del pívot checo, el Buducnost asestó un parcial 7-0 a su favor para poner una diferencia de diez puntos (73-63) que ya sería insalvable para los intereses amarillos. Paulí lo intentó con el coraje que le caracteriza en los últimos compases de juego.

Tras dos tiros libres se puso a seis el cuadro amarillo (antes Pasecniks transformó una bandeja). Aun teniendo esperanzas de llevar el duelo a la prórroga a falta de 60 segundos para la conclusión, la búsqueda de recortar puntos a base de triples dejó sin opción alguna al conjunto insular para igualar la contienda. Clark anotó la última para el Buducnost y Eriksson maquilló el marcador con un triple a falta de dos segundos para poner el 75-70 final.