El argumentario de excusas de este Herbalife Gran Canaria ha llegado a su fin. Ya, cualquiera que use es en vano, pues caer de la forma en la que lo hizo ayer ante el Gipuzkoa (85-90), colista de la competición y de un nivel escaso dentro de la Liga Endesa, deja al club claretiano en una situación prácticamente insostenible a nivel deportivo.

Se ha hablado bastante del cansancio físico y mental de la plantilla durante la temporada, pero la que empieza a dar síntomas de fatiga es la grada amarilla. Ayer mostró su disconformidad con los jugadores a los que alienta tras el pitido final, pero apenas duró más de diez segundos su crítica. La grada está resignada y cada vez más dividida entre los que se empeñan en no querer ver la enfermedad que sufre este equipo y los que llevan su reproche hasta el insulto.

Mismo análisis se puede hacer dentro del vestuario, pues de las palabras del capitán tras la derrota de ayer se puede concluir que hay dudas sobre el grado de entrega de los miembros de la plantilla. "La cosa no está para muchas explicaciones, a trabajar y a pelear. Y el que no quiera, que no lo haga, que se siente y no lo haga", expresó Báez en la caseta con el consiguiente enfado de tener que asumir cómo el Herbalife dejó escapar una renta de 19 puntos ante un equipo que dejaba visos de su falta de capacidad para competir contra un equipo del nivel que se le presupone a este Gran Canaria de Euroliga.

Versiones encontradas

Todo lo que se pudo ver durante los primeros 24 minutos del partido era lo que se presuponía. Una superioridad aplastante del conjunto claretiano. Cualquier que estuviese viendo el encuentro no se iba a sorprender de que el marcador mostrase un aplastante 56-37 después de que hubiesen transcurrido dos minutos del tercer cuarto. Todo iba según lo previsto.

Porque el Herbalife había encontrado la hoja de ruta perfecta para sumar su séptima victoria a través de los cambios de ritmo. Gestionó sus energías a las mil maravillas y supo cuando tenía que correr y cuando congelar el tempo del partido.

Desde el primer segundo de juego cada jugador tuvo sus galones definidos. En la rotación amarilla cada uno de los doce jugadores tuvo claro su rol. Desde el torbellino Xavi Rabaseda hasta Javi López, convocado de urgencia por la lesión de lumbago de Marcus Eriksson a última hora.

A falta de los triples del sueco, la responsabilidad de la amenaza exterior claretiana se repartió. Hasta seis jugadores habían anotado al menos desde la línea de tres -Clevin Hannah, Rabaseda con dos, Eulis Báez, Oriol Paulí, DJ Strawberry y Albert Oliver- después de doce minutos disputados.

Precisamente un tiro de tres fue la jugada más destacada del primer periodo, cuando a falta de dos segundos y una décima, después de que se tuviera que repetir un saque de fondo a favor del Herbalife, Oriol Paulí se elevó desde la pegatina de la Isla de Gran Canaria que está en la línea de mitad de pista y clavó un gran triplazo para poner el 27-21 con el que cerrar el cuarto.

Se veía impotente el Delteco, ya que por más que lo intentara en ataque no le entraban las canastas. Algo normal para el equipo con el peor promedio de puntos anotados de la Liga, con 72,9 y que aun así ayer tuvo el beneplácito insular para que pudiera sumar 90 al final del encuentro, la segunda más alta que ha conseguido esta temporada los vascos.

A medida que el Granca se iba gustando sobre el parqué, la moral de su rival iba quedando mermada. Las caras de los jugadores reflejaban la superioridad claretiana, que al ecuador del segundo periodo ya ganaba por diecisiete puntos tras otro triple de Paulí (42-25).

Poco podía hacer el Gipuzkoa con tan solo la aportación de Sekulic, Burjanadze, Nevels y Pérez, los únicos jugadores que habían sumado puntos en la primera parte. Por el contrario, el juego coral del Granca se imponía y a base de triples mantenía una distancia holgada con la que marcharse al descanso 50-34.

Cuesta abajo

Puso el limitador de velocidad el Granca tras la vuelta de vestuarios. Un dejarse llevar sobre la pista, que le permitió desgranar el reloj de arena del partido y sumar puntos con canastas fáciles.

Rabaseda continuaba imperante en los dos aros. De los pocos que se pueden salvar de la quema esta temporada y es que el catalán se deja la piel por este equipo y sufre con cada resultado.

En los primeros instantes del cuarto elevó su cuantía hasta los 17 puntos y se quedaba a uno de su récord en la presente temporada (anotó 18 contra el Obradoiro en la segunda jornada liguera, en un partido con prórroga) que terminó de batir al irse hasta los 20.

En ese correminutos que decidió el Herbalife que fuera su apuesta para llegar hasta el final del encuentro, pecó de confiado y permitió que el Delteco confiara en sumar su cuarta victoria.

En el minuto 24 comenzó a gestarse el ridículo insular. Se produjo un parcial 9-16 con el que concluir el periodo, mientras salvó firmaba 10 puntos casi de manera consecutiva tras llevar todo el partido sin ver aro.

Afrontaba el último cuarto el Herbalife con todavía una renta cómoda en el tanteador (72-62) que iba a "regalar" como describió Báez al final del partido.

Las manos empezaron a engarrotarse y los nervios comenzaban a penalizar a los intereses claretianos y a envalentonar al Gipuzkoa.

Sekulic, con 11 puntos en el último cuarto se puso el disfraz de asesino a sueldo y terminó de pintarle la cara al Herbalife, que encajaba un parcial 3-15 en seis minutos con el que los vascos se ponían por delante (75-76).

Finalmente, el Granca consumó su vergonzosa derrota tras no poder frenar la inercia vasca con la que sentenció el parcial del cuarto (13-28) para el 85-90 con el que volver a vencer tras diciembre.