La diatriba entre la honra a los ancestros y las influencias de la vertiente occidental siempre ha sido una constante en la producción y realización del audiovisual nipón. Ya fuera la censura bélica dada por las ocupaciones de otros países en el siglo XX, el escaso desarrollo empresarial antes de la inversión de capitales privados o la temible amenaza de traicionar a los principios de la nación, la historia cinematográfica del país brilla en la actualidad gracias al reconocimiento internacional y, sobre todo, a la transformación del entorno virtual. De ahí, la predominación del nuevo cine Jishu Eiga, un término popular que enmarca las últimas dos décadas y de la que dará cuenta la historiadora y especialista Marina Muñoz Pelegrín mañana, a las 18.30 horas en la Casa de Colón, bajo el paraguas de la 20º Semana de Cine Japonés con una conferencia que abordará las razones principales de la transición del género independiente.

«Durante el proceso de modernización, Japón no solo ha hecho una incorporación de elementos occidentales a su imaginario, sino una unión a factores culturales propios, por lo que hay una confusión», destaca la coordinadora en colaboración con la Asociación de Cine Vértigo. «Tenemos un cine independiente que aboga por intentar recuperar aspectos dentro de la identidad, el género, la cultura tradicional, con unos parámetros que están dados por la digitalización». En este cambio, muchos directores han logrado terminar sus metrajes dando lugar un mayor abanico en consonancia con un mayor número de títulos. 

A lo largo de las jornadas del especial, entre el 25 y 29 de julio, el público podrá apreciar los relatos de Yukiko Mishima, Kohei Igarashi, Damien Manivel, Ryûsuke Hamaguchi, Hiroshi Okuyama y Junta Yamaguchi. A pesar de que adore cada uno de ellos, Muñoz destaca Dear etranger, donde un padre ha de mantener a su familia mientras afronta las dificultades económicas de su trabajo. «Propone una visión más objetiva sobre los roles familiares y los conflictos de género dentro del núcleo, además, la directora refleja la perspectiva del hombre que actúa como mantenedor sin ningún tipo de queja, y dentro del encorsetamiento tiene unas contras que no solemos encontrar en los personajes masculinos del cine japonés». Pero siempre hay un ratito para echar unas risas al aire, como con Más allá de los dos minutos infinitos, donde la grabación con un iPhone en clave comedia hace que la sorpresa sea mayúscula en una trama construida de forma ágil y entretenida en plano secuencia. 

Las plataformas de streaming, dinamizadoras del cine japonés

El artículo La difusión del cine japonés en las salas cinematográficas de España (2009 - 2015) analizaba cómo en ese período la exhibición de los largometrajes nipones era ínfima en comparación al número de estrenos en España con una media de 5 o 6 filmes al año. Esta situación es, a la vista, incomparable con el estallido en la distribución de plataformas como Netflix, HBO y ahora Disney+, entre otras. Por tanto, Muñoz, a la luz de este aluvión de contenido, solo puede recordar sus orígenes en la ciudad Condal, cuando comenzó a investigar a partir de las series emitidas por la cadena autonómica catalana TV3 qué significaban los elementos, comportamientos e intercambios que se veían en la pantalla. Así, investigó y se encontró con la impronta de la cultura japonesa, «fue un viaje que no ha acabado».   

Te puede interesar:

La explosión de los k-dramas de origen coreano, y las doramas, de atribución japonesa, ha influenciado a la población mundial, como pudo ser los 142 millones de espectadores que fueron atrapados por la serie El juego del calamar, e influye en los grupos de edad más jóvenes que poseen nuevos marcos de referencia. «Estas personas aprenden mejor que otras generaciones a identificar de qué zonas parte el tipo de cine que ven, así que están más instruidas debido a la exportación de material y audiovisual oriental en un momento bonito posible por la modernización, que ha llevado a tener al alcance de la mano, en tu teléfono, cualquier cosa de cualquier cultura».