La memoria, tan frágil, nada en los cauces de la historia con el ímpetu infatigable del recuerdo por pervivir. Esa materia insondable que es el patrimonio encuentra en la categoría de lo intangible una de sus manifestaciones más complejas y significativas puesto que, a través de la tradición cultural está el origen, desarrollo y sentir de una comunidad. Un nuevo logro en el ámbito ha sido incoar el expediente de declaración como Bien de Interés Cultural (BIC) del silbo herreño por parte de la Dirección General de Patrimonio del Gobierno de Canarias, un camino al que se suma el documento para ampliación de la delimitación del Monumento Montaña de Tindaya y otros dos por parte del Cabildo de Fuerteventura, La Apañada y la Obra del Bien y del Mal de Tuineje.

El Archipiélago canario cuenta, a día de hoy, con un total de 452 BIC registrados, de los que 15 corresponden a la especificidad inmaterial. En el ámbito regional, estaría la lucha canaria y el salto del pastor, mientras que, por Islas, correspondería lo siguiente: El Hierro consta de dos con la Fiesta de la Cruz y los Carneros de Tigaday; luego, en Fuerteventura perdura la romería de la Virgen de la Peña y las Fiestas Juradas de San Miguel Arcángel; si viajamos a Gran Canaria, aparece la Fiesta de la Rama de Agaete y el aire que rumbea con la vela latina canaria; hay que saltar hasta La Palma para apreciar la Batalla de Lepanto, la artesanía de la seda de El Paso, la Danza del Diablo y el Baile del Barrachito Fogatero; entonces, a Tenerife hay que volver para disfrutar de las Alfombras del Corpus, la Fiesta de los Corazones de Tejina y la Librea de Tegueste; por lo que Lanzarote, La Gomera y La Graciosa quedarían sin ninguno.

La Convención de 2003 para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial de la UNESCO implica a España como uno de los Estados Partes que debe cumplir con las premisas de preservación, conservación y divulgación de estos tesoros. Entre ellos, Canarias destaca con el reconocimiento del silbo gomero en 2009 y, a su vez, participa en la candidatura internacional de la Declaración de la Trashumancia como Patrimonio Cultural Inmaterial de la organización. "Lideramos y expusimos esta candidatura que lleva implícita todo el conocimiento de la actividad ganadera, por lo que estamos a espera de la evaluación. Además, tenemos los expedientes para incoar el conocimiento de las rosetas y el conocimiento de la piedra en seco y, también, está en estudio el envite", explica Nona Perera, directora general de Patrimonio Cultural.

Las Islas y la UNESCO

Entre los proyectos estrella de final de la legislatura está la publicación de la base de datos Awanek, la cual incluiría el Atlas del Patrimonio Cultural Inmaterial y la implicación de las asociaciones ciudadanos en el cuidado del legado humano. "Tenemos que documentar, tanto de la misma forma que trabajamos con el conocimiento etnobotánico de La Palma como las enseñanzas queseras de Lanzarote, porque este patrimonio es muy frágil", subraya. Perera, quien recuerda las trampulinas de su madre con las cartas y lo que significaba esa reunión familiar en las tardes largas, coincide en este ansia por descubrir con Francisco Mireles, técnico de la Fundación para la Etnografía y el Desarrollo de la Artesanía Canaria (Fedac).

Él escuchaba y registraba hace unos días la sabiduría de Antonia María Morales, una caladora de 95 años: "Lo que caracteriza al patrimonio inmaterial es su constante cambio, por lo que hay que documentarlo en sus distintas fases históricos, tanto en los procesos económicos, sociales e, incluso políticos. Estas personas tienen una visión clara del cambio que se ha producido, así que, es el momento ideal para unificar en una gran base de dato todas las manifestaciones que se han registrado para saber qué queda, ya que seguirá teniendo un cambio posterior".

Lo ejemplifica con el carnaval, tan distintas las mascaradas de su abuela a las que luego alumbrarían el fenómeno del drag queen en la capital grancanaria, el uso de los paños que fue el sostén de muchas economías familiares gracias a su venta al turismo y, también, la utilidad de los naifes canarios que pasaron de estar enganchados en los cinturones de los peones que cortaban rápido las plataneras a ser objetos de culto. Sin esa pervivencia generacional, solo queda que, en un futuro, quien desee investigar tenga el acceso a la mayor cantidad de información posible, aclara.

Desde la Fedac persiguen el hilo conductor de los objetos que catalogan: contexto, empleo, origen... Una serie de detalles que tarde o temprano una investigación curiosa volverá a rescatar. Aventurando ideas, Mireles habla del metaverso dentro de la sociedad líquida que existe en la actualidad donde el tiempo y el cambio es diluido y acelerado, "esa realidad virtual tal vez podría llegar a recrear el taller de un herrero y podamos entrar a él para ver la fabricación del cuchillo".

El silbo herreño

Mientras, queda la enseñanza. David Díaz Reyes, fundador de la Asociación Yo Silbo y etnomusicólogo, descubrió de la mano del arqueólogo Antonio Tejera Gaspar el uso del silbo más allá de La Gomera en un congreso internacional celebrado hace ya casi dos décadas. En estos años, ha habido más de dos mil inscritos en los cursos de silbo y, en paralelo, la edición del libro El lenguaje silbado en la isla de El Hierro y el estreno del documental El lenguaje silbado en Gran Canaria. Pervivencia y futuro, acciones que testimonian las peculiaridades, posibilidades y, sobre todo, desarrollo de esta práctica que ha prevalecido con el empeño de la comunidad y en distintas partes del mundo, como al norte de África, en México, la amazonía brasileña o en Vietnam.

"Los silbos, en general, tienen más en común que diferencias. Todos son sustitutos del lenguaje hablado cuyas vocales son tonos, como si fueran notas musicales, mientras que las consonantes están transformadas por la boca, pero cada isla tiene una pronunciación del español diferente y hay palabras propias o la colocación de los dedos es distinta; mientras que en El Hierro silban con los dedos índice y anular de la misma mano, en La Gomera lo hacen con un dedo doblado en la boca y en Tenerife con un dedo recto o sin él", describe.

La próxima misión está en sacar a la luz los hallazgos con respecto al silbo tinerfeño: "A pesar de las mejoras de las comunicaciones o la pérdida del pastoreo de montaña, la gente tiene ganas de aprender y el silbo sigue siendo útil. Es más, habría que hacer como en La Gomera: dar la posibilidad de que se pudiera aprender el silbo en cualquier escuela de Canarias".

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La idiosincrasia de un lugar está basado en sus costumbres, tradiciones, experiencias y devenir. Al fin y al cabo, aspectos que lo hacen único frente a la homogeneización de lo global. Por ello, Margaret Hart Robertson, doctora en Traducción e Interpretación jubilada de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, desarrolló durante su carrera las posibilidades de lo inmaterial dentro del atractivo turístico. "Lo intangible muestra lo que atrae para quedarse. Son cuestiones que no se utilizan como reclamo turístico, pero es una parte esencial de lo colectivo que la industria turística no protege, ya que no es un hotel intercambiable por otro", comenta.

Una de las iniciativas cumbre fue Voces y ecos. Recuerdos de Las Palmas de Gran Canaria, una exposición que cuenta con su página web en la que recogía los testimonios orales de un tiempo ya pasado y preguntaban a quienes se acercaban qué era lo que caracterizaba a su ciudad e iba tanto desde la Catedral de Santa Ana a la procesión de las mantillas. "Lo ideal es que la primera generación y la tercera, los abuelos y sus nietos, se comuniquen y escuchen más, para que la enseñanza quede", destaca. Así, la rueda de la memoria nunca queda parada, a pesar de los vaivenes del tiempo.