Entrevista | Cristina Maya León Artista y arquitecta

«Me interesa la ciudad que baila, las masas corpóreas»

Cristina Maya León da una vuelta de tuerca a su investigación sobre Las Palmas de Gran Canaria en la muestra ‘Vida pública’, que exhibe en La Regenta

Cristina Maya León, en su exposición 'Vida pública' en La Regenta.

Cristina Maya León, en su exposición 'Vida pública' en La Regenta. / Tamara Alegre

Veo las grabaciones que ha recopilado de cámaras de vídeovigilancia de Las Palmas y me parece que conforman una coreografía: el rítmico y constante ir y venir de los ciudadanos. ¿Hay algo de esto en su obra?

Sí, lo hay. Estas cámaras capturan flujos, trayectorias, desplazamientos de transeúntes en el espacio urbano. Me interesa la ciudad que baila, las masas corpóreas en movimiento. El recorrido es una forma de expresión, Paul Valéry define una simple marcha como la secuencia más sencilla de la danza. Uno de sus personajes, Fredo, nos cuestiona «con lo que esta bailarina tendría de socrático, ¿nos enseñaría, en cuanto a la manera de andar, a conocernos un poco mejor?».

Se refiere usted a «El alma y la danza». Otro personaje de este diálogo, Erixímaco, dice que «ellos [nuestros pasos], como mejor saben, nos llevan a nosotros, que ingenuos les ignoramos; y según el terreno, la meta, el humor, el estado del hombre, o aun las luces del camino, así son como son; y los perdemos sin pensarlos».

Aunque en estas grabaciones el acceso a la psique de las personas es inalcanzable, el andar, efectivamente, puede ser una práctica no consciente. Sin embargo, en la danza y en el teatro es fundamental ser consciente del movimiento. Incluso, en la vida cotidiana, pensar cómo y dónde colocamos nuestro cuerpo, nos ayuda a sentir mayor conexión con lo que nos rodea. Lo que la cámara registra son deslizamientos cotidianos relativamente automatizados. Es en La Regenta, mediante la composición coreográfica de los fragmentos seleccionados de la ciudad, donde el andar entra en el espacio de la representación. Es preciso tener en cuenta, además, que los actores –anónimos– involucrados en las diferentes escenas, observan lo que ocurre a su alrededor y saben que los intérpretes con los que se cruzan también les miran. Lo que no saben es que están siendo grabados y mucho menos pueden imaginar que el público de una sala de arte los va a contemplar tiempo después. Esta tercera persona que mira es el elemento escénico por excelencia.

Pues muy bien.

O no.

¿Seguimos?

Sí.

¿Tiene este proyecto algo que ver con el panóptico y estas cosas tan al uso en el llamado arte crítico y esas cosas tan al uso?

El panóptico, la sociedad de control, es una cosa seria. Aunque busque darle otros matices al material utilizado, el panóptico también está presente. Soy consciente de lo delicado del material y de las lecturas en las que puede derivar, también de lo choteado que está este asunto en el mundo del arte. Recurro a las cámaras de videovigilancia, primero, porque ya están operando, son un equipo técnico colocado por la ciudad con el que puedo esbozar un panorama de Las Palmas y, segundo, porque, al poder darles un uso distinto, consigo, levemente, desplazar su función. Y, bueno, lo crítico en el arte también es otra cosa muy seria. Quizás suene contradictorio, porque expongo en La Regenta, pero me preocupa el control que ejercen los museos y los centros de arte. Algunos se han convertido en instituciones policiales. Por lo demás, no confundamos con arte crítico el uso cínico y oportunista que artistas, directores de museo y comisarios le dan a cuestiones sociales y políticas solo para entrar en determinados círculos, idear exposiciones, rellenar programas o hacer carrera.

Todos los proyectos que ha realizado en La Regenta sobre Las Palmas, Especular con el suelo, el primero; Ciudad Favorita, el siguiente, y este último, Vida pública, se transforman progresivamente mientras están expuestos. ¿Puede abundar en esta manera suya de proceder y también en su obstinación en Las Palmas como objeto reflexivo?

En todos los proyectos establezco correspondencias entre la ciudad y la sala de arte. La transformación de la que habla es una respuesta intuitiva a cómo abordar el hecho urbano en una sala de exposiciones. El cambio constante, la expansión continua o el crecimiento hiperbólico son características propias de la urbanización. La escala y la morfología de la sala pequeña de La Regenta, un rectángulo de treinta y tres metros cuadrados, ayuda a potenciarlas, así como a alterar la percepción del visitante. En ocasiones, la experiencia ha llegado a ser sofocante. Es necesario explorar y reimaginar los límites de la ciudad y de lo urbano. Si Las Palmas me obsesiona es porque es la ciudad que habito.

En este proyecto pesa también lo no visible, el acceso denegado por determinadas entidades a sus cámaras de vigilancia. Por favor, háblenos sobre ello.

En el proyecto las imágenes ausentes, los negros o las interferencias, adquieren una dimensión política en tanto que evidencian aquello que es negado a nuestra mirada. Esto nos obliga a prestar más atención a las justificaciones que dieron entidades como, por ejemplo, la Autoridad Portuaria de Las Palmas o Sagulpa, para denegar el acceso a esas imágenes. Las pantallas están colocadas dentro de una cuadrícula, a modo de coordenadas geográficas, que visibiliza el emplazamiento de las cámaras de videovigilancia. Un mapa en el que aparecen barrios históricos como Triana, Vegueta o zonas como el Itsmo, Mesa y López, la Avenida Marítima, León y Castillo, Santa Catalina, Juan XXIII, Escaleritas o Siete Palmas. Mientras que otras, como Pedro Hidalgo, La Paterna, Las Rehoyas, los Riscos o Schamann quedan a oscuras.

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