Cómic

Las tinieblas machistas de ‘Mararía’

El dibujante tinerfeño Eduardo González adapta al cómic la novela original de Rafael Arozarena | Un perfecto retrato del primitivismo que asola a un pueblo de Lanzarote

Una de las viñetas en las que se recrea el primer acto violento en el pueblo con la excusa de poseer a María. | | LP/DLP

Una de las viñetas en las que se recrea el primer acto violento en el pueblo con la excusa de poseer a María. | | LP/DLP / Alberto García Saleh

Tras el éxito de la novela original, y la adaptación cinematográfica, llega ahora la versión en cómic de ‘Mararía’, la obra de Rafael Arozarena, convertida una de las más leídas en Canarias desde su publicación en los años setenta. El dibujante Eduardo González logra un retrato perfecto de Lanzarote en los años cuarenta, con toda su galería de personajes arquetípicos, y el ambiente hostil que persigue a la protagonista.

La capacidad de un medio expresivo como la novela gráfica para convertir lo complejo en sencillo no la tiene ninguna otra manifestación artística. Y, por eso mismo, aquel que descubra esta cualidad casi mágica se convierte en un adicto a dicho encantamiento sin posibilidad de retorno. Es más, si en las escuelas e institutos utilizaran las versiones en cómic sobre los más farragosos temas científicos o literarios mucho del fracaso escolar desaparecería por completo. El cómic, sin ánimo de ser presuntuoso, es el arte más antiguo de la humanidad y, por eso mismo, debería ser considerado como el Arte con mayúsculas. Porque, ¿qué eran las pinturas rupestres de la prehistoria, donde el hombre primitivo dibujaba las estrategias para cazar animales, sino cómics?

La posibilidades de combinar dos medios expresivos como la ilustración -pintura- y la narrativa -literatura- y desarrollarlos al antojo del autor lo convierten en un medio único. Muchas editoriales se han dado cuenta de ello y están surgiendo títulos que ofrecen interesantes relecturas de las novelas originales. Desde la impecable aproximación al poema de John Milton El paraíso perdido por parte de Pablo Auladell, hasta la adaptación de Toni Fejzula de Patria de Fernando Aramnburu, pasando por la exitosa Trilogía del Baztan de Dolores Redondo desde la visión de Ernest Sala, la impactante Matadero Cinco que Albert Monteys realiza de la obra de Vonnegut, El camino de sirga de Jesús Moncanda sobre la primera historia larga de Roberto Morote, el trabajo de Javier Olivares y Santiago García en La Cólera en el que los autores se adentran de manera contemporánea en La Ilíada, o el inquietante relato de Lovecraft La búsqueda en sueños de la ignota Kadath reconvertido por Jacques Salomon, Florentino Flórez y Guillermo Sanna en Kadath.

María espera, en el día de su boda, sin saber que han asesinado al que iba a ser su futuro marido. | | LP/DLP

María espera, en el día de su boda, sin saber que han asesinado al que iba a ser su futuro marido. | | LP/DLP / Alberto García Saleh

Adaptaciones

Ahora, justo en un momento en el que proliferan las adaptaciones de obras maestras al cómic llega una de las más importantes en Canarias: Mararía de Rafael Arozarena que adapta en esta ocasión el tinerfeño Eduardo González y que habría que unir a la lista anterior.

Un título publicado por la editorial Idea dentro de la magnífica colección que integran los Archivos de la Fundación Cine + Cómics. La elección del dibujante no podría ser más adecuada. Eduardo González es un autor con una capacidad casi prodigiosa para mostrar en sus viñetas lo que no se ve, para elaborar atmósferas inquietantes sin casi diálogos y para indagar en los caracteres psicológicos de sus protagonistas como realizó en dos títulos imprescindibles como Dentro de la noche y Autobiopsia que se revelan como pasos previos para este trabajo. Esa cualidad para sugerir más que contar es, además, la esencia del noveno arte, un medio que exige que el dibujo -la imagen- tenga prioridad sobre el texto -los diálogos- al ser, como el cine, básicamente visual. Algo que, por desgracia, han olvidado muchos autores que han caído en lo que yo llamo el anti-cómic, que no es más que sustituir su falta de talento por cansinas muestras de fatigosas exposiciones narrativas. Lejos de la versión cinematográfica, de todas las tristes realidades que encierra la novela original, González indaga en la ignorancia que envuelve al pueblo de Femés, en el Lanzarote de los años 40, y en el machismo violento y furibundo, pero aceptado socialmente, que ha convertido a una hermosa e inteligente mujer en una especie de bruja siniestra rechazada por todos los vecinos.

El tratamiento artístico de González es especialmente brillante al mostrar, con un trazo expresionista, a veces al borde de la deformidad, el primitivismo que envuelve a todos los personajes cuyo egoísmo, ausencia de empatía y total esclavitud hacia sus propios instintos, derivan en una tragedia tras otra en la vida de la protagonista. El autor tinerfeño retrata muy bien a esa sociedad atrapada en la pesadilla franquista, en la que los sueños derivan en frustraciones y con una trama que se distribuye en las historias de dieciocho personajes arquetípicos de un pueblo de la España más funesta. Un cómic que, seguro, conseguirá que aquellos jóvenes que lo disfruten se puedan interesar, a su vez, por conocer qué era lo que se narraba en la novela original. Otra joya del noveno arte canario.

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