Canarismos

Coger la guagua

Coger la guagua

Coger la guagua / Juan Castro

Luis Rivero

Luis Rivero

La locución «coger la guagua» es quizá una de las señas de identidad por las que se nos reconoce a los canarios y, por tanto, «guagua» se ha convertido en uno de los vocablos más genuinos con los que el visitante identifica la peculiar forma de hablar isleña. Al turista peninsular que llega por primera vez a cualquiera de las dos capitales canarias le llama poderosamente la atención el rótulo que figura en la fachada de las «estaciones de guaguas». Sobre todo cuando viene a saber que «guagua» es el nombre con el que se conoce en las islas el autobús o el autocar. Del mismo modo, la voz «guagua» cuenta con gran arraigo en el habla popular, no obstante la tendencia a la contaminación léxica con la incorporación de modismos foráneos que vienen a sustituir el empleo de expresiones propias de las islas, sin aparente justificación.

En el español de Canarias, «guagua» es el vehículo automóvil de gran capacidad destinado al transporte regular de viajeros por carretera que cubre un trayecto fijo, sea urbano o interurbano. Por extensión, se dice del vehículo de similares características cuando se destina al transporte discrecional, ya sea de escolares, del personal de una empresa o de turistas (v.gr.: «alquilaron una guagua para ir de gira»). Por ende, «guagüero» es el derivado por el que se conoce al chófer de una guagua de servicio regular («los guagüeros de Las Palmas irán a la huelga»). Si bien su etimología es incierta, parece más probable que se trataría de un americanismo que llegó a Canarias procedente de Cuba (y no al revés), aunque el término se emplea también en Puerto Rico y República Dominicana (países todos ellos que, en mayor o menor medida, fueron receptores de migración isleña). Según algunos lexicólogos «puede ser una adaptación del inglés waggon, ‘carruaje’», incluso que el nombre hace referencia al módico coste del viaje en ómnibus y como extensión de la locución «de guagua» que significa gratis, «de balde», «de gorra». Pero con independencia de la etimología de este canarismo, la guagua o «la jardinera» (como se conocieron en Canarias en sus inicios), originariamente, se referían al vehículo de transporte colectivo que prestaba el servicio de manera regular en las ciudades, por tanto al transporte urbano que sustituyó a los antiguos tranvías. No así al que efectuaba los trayectos interurbanos que otrora eran cubiertos por los «coches de hora» que eran los vehículos de transporte regular entre la capital y los pueblos, lo que el castellano sería el ‘coche de línea’. [Con el tiempo se pasó a llamar a los coches de hora por los nombres de las compañías de transporte que asumieron la concesión del servicio, por ejemplo: «coger el salcai» o «el utinsa», se dice en Gran Canaria]. Es probable que su nombre («coche de hora») proceda del inglés coach (’autobús’, ‘autocar’), quizá rememorando a los primeros Daimler de fabricación inglesa, que por deformación acabaría incorporándose como «coche». «De hora» se debe a que tenía una hora fija de salida o a la que pasaba por los distintos pueblos por donde hacía el recorrido. El «coche de hora» vino a sustituir a los antiguos carruajes tirados por mulas desde los inicios del pasado siglo, y se aprovechaba además para mandar paquetes, recados y el correo entre los pueblos y la capital.

El coche de hora como servicio regular interurbano coexistió durante algunos años con los «piratas», que eran vehículos de menor capacidad que una guagua («un micro») y que se dedicaban al transporte de personas entre los pueblos y la capital u otras destinaciones. A diferencia del coche de hora, no tenían horario fijo, sino que «cargaban» en la parada, «salían» y hacían varias paradas por el camino para dejar o recoger gente. Este servicio no estaba autorizado –de ahí seguramente su denominación popular– si bien gozó de cierta tolerancia hasta que fue regulado.

Hoy el nombre de «jardinera» para referirse a la guagua cuenta acaso con un uso marginal entre los más mayores, de lo que solo queda testimonio en el nombre de la antigua empresa de las guaguas de la capital grancanaria, «Jardineras y Guaguas». Sin embargo, podemos seguir escuchando a menudo expresiones como «vamos a coger la guagua» o a alguien que se lamenta porque «se le escapó la guagua» (lo que en castellano equivaldría a «tomar y perder el autobús», respectivamente). En la prensa local podemos leer a menudo referencias tales como: «Los guagüeros apoyan la MetroGuagua», «la guiri-guagua transportó 27.000 personas» o alusiones a «la cochera de la empresa Guaguas Municipales» u ocasionalmente a «un accidente de una guagua de Global». Lo que confirma que este vocablo tan genuinamente isleño permanece vivo y arraigado en el habla cotidiana.