Cine | 22º Festival Internacional de Cine de Las Palmas de Gran Canaria

El cine de autor joven sacude y preserva el pasado en la Sección Oficial

El título colombiano 'Mudos testigos' utiliza material de archivo mudo para realizar un trabajo experimental | 'Adentro mío estoy bailando' es un viaje de Argentina a Europa del Este en busca de las melodías judías del klezmer

Jerónimo Aterhortúa, director de 'Mudos testigos', durante la presentación en el 22º Festival Internacional de Cine de Las Palmas de Gran Canaria dentro de la Sección Oficial de Largometrajes.

Jerónimo Aterhortúa, director de 'Mudos testigos', durante la presentación en el 22º Festival Internacional de Cine de Las Palmas de Gran Canaria dentro de la Sección Oficial de Largometrajes. / Quique Curbelo

¡Atrás la nostalgia! Fuera las ensoñaciones. El pasado se proyecta con lucidez gracias a la mente de los jóvenes creadores que compiten en la Sección Oficial del Festival de Cine de Las Palmas. Tanto Mudos testigos, del director colombiano Jerónimo Atehortúa, como Adentro mío estoy bailando de Leandro Koch y Paloma Schachmann, reflejan la inquietud de los cineastas por preservar y aportar su visión al legado heredado. Una invitación a las nuevas generaciones a adentrarse en los mundos que ellos han descubierto con dos proyectos que experimentan con los géneros y cuestionan la construcción de las identidades.

Rebuscando en los archivos

Mudos testigos es el último regalo a un amigo. Hace un lustro, el certamen canario unió a Luis Ospina y Jerónimo Atehortúa, jurado y productor en aquel momento, en un camino común que trascendería a la muerte. La pasión por el séptimo arte los convertía en dos cinéfilos igual de obsesionados por aquello que los había precedido e, irremediablemente, los había conformado. Un año después ya trasteaban entre los archivos de la Fundación Patrimonio Fílmico Colombiano hasta el fallecimiento de Ospina en 2019, que confió a su compatriota terminar este trabajo.

"Luis no sentía la energía suficiente para filmar una película nueva, así que más que dejar un guion, parecía más bien una lista de deseos con los motivos del cine y la literatura del XX en Colombia. Vio este material y pensó en reapropiarlo", recordó Atehortúa en su primera rueda de prensa como director, este martes, en el Hotel Cristina. "Dejó cinco minutos editados con una historia de amor", que serían atravesados por aguijones como la clase, el suicidio y las promesas de la modernidad.  

Efraín y Alicia son los nombres de una pareja que nunca fue creada por ellos ni actuó bajo sus órdenes, pero protagonizan este largometraje en el que tienen que huir del odio del poderoso Uribe con la rebelión campesina del sur del país como telón de fondo. La cinta rescata, a partir de esta resignificación, el cine mudo colombiano del siglo pasado con fotogramas de una veintena de títulos estrenados entre 1922 y 1937 como Aura o las violetasComo los muertosMaríaEl trágico final de Gardel, su última despedida o Los primeros ensayos del cine parlante nacional y bebe de influencias literarias de La vorágine, con las interpretaciones de Mara Meba, Roberto Estrada Vergara y Rafael Burgos.

Un experimento de vanguardia, sin edición posterior, en el que "era importante para nosotros restaurar el poder catártico que un día tuvieron porque dar vida a las imágenes del pasado es fundamental, más allá de que fuera un tributo al cine colombiano, ya que, aunque esta película esté hecha con fotogramas de hace 100 años, le hablamos al espectador desde 2023", comentó. 

El anacronismo de esta ficción permite a Atehortúa alentar al espectador a identificar cuáles son los fallos de los discursos hegemónicos que construyen la realidad. Lejos de adherirse a un género normativo, planea entre la ficción experimental, el film collage o, como él prefiere, el cine de apropiación: "Cuando recibí este mandato me di cuenta que cuando uno es colombiano no hace las películas que uno quiere, sino las que puede, y ya que mis trabajos previos estaban centrados en el uso de archivos me convertí en eso, un cineasta de archivo". 

Pase gráfico de los cineastas Paloma Shcahmann y Leandro Koch, directores de 'Adentro mío estoy bailando', en el Festival Internacional de Cine de Las Palmas de Gran Canaria.

Pase gráfico de los cineastas Paloma Shcahmann y Leandro Koch, directores de 'Adentro mío estoy bailando', en el Festival Internacional de Cine de Las Palmas de Gran Canaria. / Quique Curbelo

El director y guionista colombiano ha incurrido en la realización de cortos, como Deán Funes 841, Becerra o el más reciente Rekonstrukcija, además de producir Pirotecnia, con el que Ospina se fijó en él. Una trayectoria que le hace crítico con un sector en el que llenar con cinco mil personas una sala ralla el milagro cuando antes se consideraba un fracaso topar con 300.000. "El cine colombiano está viviendo uno de sus mejores momentos, pero no tiene espectadores en su propio mercado. A pesar de que digan que todas las pelis son sobre narcos, es mucho más diverso de lo que quieren aceptar y hay varias fuerzas que lo amenazan, como la demanda sobre qué es o no cine latinoamericano, por ejemplo, la llamada al exotismo o que seamos más sujetos sociológicos que estéticos". 

Cuenta con una buena respuesta, tanto del público como de la crítica, y del apoyo del circuito independiente nacional. Aún así, no contó con las subvenciones de las instituciones que fomentan la conservación del patrimonio colombiano porque, como le notificó un jurado, "era una película muy bella, pero no urgente". ¿Qué es lo urgente? No lo sabe. El proceso ha sido "largo, bello, dialéctico" y los peores obstáculos han sido la financiación y, sobre todo, la propia experiencia del duelo. Pesares diluidos a medida que buceaba entre los archivos y descubría, con la voluntad de su amigo presente, las palabras de unas películas que, según decían, permanecían mudas. 

En busca del sonido primigenio

Hace siete años, Paloma Schachmann y Leandro Koch tuvieron la idea de hacer un documental canónico sobre la música klezmer de las comunidades yidis. Ella, clarinetista, y él, cineasta, empezaron Adentro mío estoy bailando, terminó dinamitando las expectativas porque querían hacer algo más que un simple catálogo musical o una observación cuasi antropológica. Con este afán, nació un largo codirigido que ha ganado el premio a la Mejor Ópera Prima del Festival de Berlín, un empujón que los dejó atónitos. "Esta historia tiene que ver con los rastros que quedan de una cultura, por tanto, el desafío era cómo mostrar y hacer accesible este material al público que está fuera de ese nicho; así que el proceso era mucho más grande de lo que imaginamos en un principio", coincidieron los directores.

Esta banda sonora marcó el ritmo del metraje y, al mismo tiempo, compuso un relato: un joven fotógrafo se enamora de una clarinetista klezmer y hace lo que sea para acompañarla a Europa del Este. Allí, los realizadores argentinos encontraron las puertas abiertas de la comunidad romaní que hoy día preserva y difunde este patrimonio sonoro que durante generaciones se transmitió oralmente.

Era el son de las fiestas, los casamientos, aquellas evoluciones vitales anteriores a la II Guerra Mundial y la fundación de Israel que fueron aprehendiendo sus vecinos cristianos. "Aprendieron esta música de oído", y quedó en el Este, "pero estas generaciones ya no la transmiten, por eso, la película tenía esa urgencia por dejar un registro visual de ellos y de esta melodía antes de que se pierda", subrayaron.

Los viajes al territorio les permitió conocer a fondo al pueblo gitano con un recibimiento "especialmente cálido" que los hizo sentir cercanos, a pesar de los océanos. Recorrieron Rumanía, Ucrania, Moldavia, y solo hacía falta unos minutos para que un mayor volviera a encontrar en su recuerdo aquellas notas que unían a estas religiones, "lo que tratamos de mostrar es que la convivencia era intercultural y la música era un elemento que se compartía", lo cual contrasta con las desavenencias entre estas facciones que se viven en la actualidad en Buenos Aires, "un tema muy sensible", detallaron.

Desconocen cómo se conservará en la era digital esta película que, a su vez, registra y documenta una parte de la historia. Son cuestiones que observan de lejos mientras aún viven inmersos en aquellos días donde contribuyeron a cristalizar una memoria colectiva.

Pases

  • Mudos testigos: último pase el miércoles 19, a las 17.15 horas, en la sala 5 de Cinesa El Muelle
  • Adentro mío estoy bailando: último pase el jueves 20, a las 20.15 horas, en la sala 5 de Cinesa El Muelle

Igualdad en la charla de CIMA

La programación del Festival Internacional de Cine de Las Palmas de Gran Canaria continúa el miércoles 19 con múltiples sesiones entre las que destaca la lectura del palmarés de Panorama España a las 10.30 horas. Además, a las 18.00 horas, el Museo Elder acoge el encuentro de CIMA (Asociación de mujeres cineastas y de medios audiovisuales) a las 18.00 horas bajo el título El papel de las mujeres en la programación de los festivales de cine, con la presencia de Gabriela Martí, Nayra Sanz y Alba González de Molina. Por la noche, a las 20.30 horas, el apartado de Camera Obscura contará con la interpretación de música en vivo del Bach Festival para las piezas Entr’acte y La Souriante Madame Beudet. | C.R.