Canarismos

A todo zapato viejo le dan betún

Luis Rivero

Luis Rivero

Este dicho que se circunscribe al ámbito local se emplea cuando se atribuyen méritos y virtudes a una persona que no los tiene. Es frecuente en el español de Canarias la construcción de metáforas como proceso de creación lingüística, valiéndose de elementos comunes de la vida cotidiana fácilmente identificables por el hablante. Esta frase proverbial recurre a un componente ordinario de la indumentaria personal, cual es el calzado, que se inserta dentro de ese léxico familiar para criticar con socarronería cuando se halaga inmerecidamente a alguien. En este caso, el «zapato viejo» no está exento de cierta simbología que nos traslada subliminalmente toda su fuerza significante. Este simbolismo ambivalente se refleja de algún modo en la variada fraseología que recurre a la imagen de los zapatos para expresar conceptos afines y a veces complementarios. Es el caso de la frase: «zapatero, a tus zapatos» que advierte e invita a cada uno a ocuparse de sus asuntos, de lo que sabe, de las cosas de su oficio, y evitar opinar o discutir de lo que no entiende. Y donde los zapatos son un contenedor significante del saber, del conocimiento de los propios asuntos, intereses y aspectos personales. La expresión «cada uno sabe donde le aprieta el zapato» nos reconduce a la idea de que no hay nadie mejor que uno mismo para reconocer lo que le molesta o lo que realmente le hace daño, y donde el zapato nos traslada la imagen de la propia consciencia de sí, de la percepción de nuestra individualidad. Otro ejemplo lo constituye la frase «ponerse en los zapatos de otro», donde el concepto de zapato nos lleva a reconocer las circunstancias o la situación que atraviesa o padece el prójimo, y ello para expresar que hay que ponerse en el lugar del otro, lo que nos invita, en cierto modo, a ser empáticos. Por su parte, la frase «siempre hay un zapato roto para un pie/una pata podrida» quiere decir que por infeliz y desgraciado que pueda sentirse alguien, nunca le faltará una persona que le aprecie y le consuele. El «zapato roto» es la imagen de la condición calamitosa del ser humano que, no obstante, es capaz de encontrar un «par», un igual o semejante que lo cuide. Los «zapatos», pues, trasladan la idea de la personalidad de un individuo, lo que realmente es, pero también poseen un componente estético, lo que aparenta ser.

El «zapato viejo» (en el dicho, «a todo zapato viejo le dan betún») expresa la condición de un sujeto poco apreciado, una persona que no es digna de halagos. De hecho, en el español de Canarias se emplea el término «chanco» (así como la variante «chanclo») para referirse a un ‘zapato viejo’ y también, de manera figurada, a una ‘persona despreciable, tiesto, arretranco, persona ruin, individuo sin honra ni vergüenza’. Lo que sería lo mismo que decir que «a todo zapato viejo» (a todo «chanco») «le echan betún», «lo betunan» para disimular sus defectos o su verdadera naturaleza y aparentar algo que no es. «Betún» es el producto líquido o pastoso, generalmente de color negro, empleado para lustrar, dar brillo al calzado [en el español de Canarias se documentan las variantes «betú» y «bitún», ambas como corrupción de betún]. Asimismo, «betunar» o «abetunar» es dar betún para lustrar los zapatos, dar brillo a algo que no lo tiene. La metáfora se explicaría así en torno al concepto de «dar lustre», bruñir el calzado viejo o de desecho («chanco») para ocultar sus defectos para que aparente ser nuevo o lo contrario de lo que es (parecer una persona «brillante» cuando no lo es). El uso propio puede ser cuando se escucha a alguien que no escatima en alabanzas a favor de quien no es merecedor, entonces se dice, en medio de tanto palabrerío y con cierto retintín: «a todo zapato viejo le dan betún».