El FiestoRon arranca con una noche de emoción y denuncia bajo las perseidas

Por las calles de Arucas se deslizaban ayer los cuerpos a ritmo de rock. Con sus miles de asistentes ataviados con sombreros que homenajeaban la ocasión, el FiestoRon 2023 dio este año su pistoletazo de salida con las ocho mujeres de The Women Rock Band sobre el escenario, con la iglesia de la localidad recortada al fondo.

La sexta edición del festival aruquense arrancó con fuerza y obsequios en forma de vasos reutilizables y sombreros de Ron Arehucas para aquellos que cruzaban sus puertas.

Este encuentro del pop y el rock nacional, referente en las Islas, es, además de una oportunidad para saltar con la música de artistas como Melendi o Ska-P, una buena ocasión para visitar el municipio grancanario en el que se ubica.

Con la iglesia neogótica coronando cada concierto, los alojamientos de Arucas estaban completos desde hace tiempo para este fin de semana. Movimiento musical y también turístico para perderse entre las calles de piedra y las cuestecitas que recibían con los bares abiertos y las barras en la calle. Se respiraban ganas de bailar entre las camisetas negras de Mägo de Oz, Ska-P o Extremoduro y los grupo de amigos o las parejas que se bajaban de la guagua y se encaminaban con paso acelerado al recinto y a la fiesta.

Primer día del FiestoRon 2023

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«Queremos empezar con una grande que simplemente era la mejor y nos dejó este año», dijo la vocalista del grupo integrado únicamente por mujeres antes de versionar un tema de Tina Turner al que le siguió otro de Debbie Harry. «A veces nos dejan marchar pero lo que nunca debemos hacer es dejarnos ir a nosotros mismos», añadió, antes de cantar por Luz Casal. Janis Joplin o Amy Winehouse también hicieron acto de presencia antes de que comenzara el siguiente concierto de la tarde, el de la banda valenciana Mafalda.

Público variado

La variedad de edades entre el público siempre llama la atención. Entre los 25.000 asistentes que se esperaban y esperan a lo largo de todo el fin de semana había desde chicos y chicas que no superaban los 30 años hasta personas de 50 y 60 que disfrutaban como niños. Y, además de las ganas de cantar y los sombreros, había otra cosa que el público, fuera de la generación que fuese, tenía en común: el móvil bien agarrado en la mano preparado para un selfie improvisado y, por supuesto, para grabar sus momentos favoritos de la noche.

Este año la organización del festival ha invertido en mejoras notables, como la ampliación del escenario, pantallas y equipos de iluminación y sonido, y la ampliación de las zonas de descanso y gastronomía. Con respecto a este último apartado, se contó con la presencia de diversos foodtrucks que ofrecían al público asistente una amplia y variada oferta de comida, desde croquetas a papas fritas de colores que se podían disfrutar comodamente sentados en bancos de madera.

La nueva entrega del festival aruquense empezó con fuerza y distintos obsequios al público

Desde sus orígenes, este festival ha ido de la mano de Destilerías Arehucas (de ahí los sombreros), celebrándose siempre en estas fechas por coincidir con el aniversario de la destilería, una de las más grandes y antiguas de Europa.

Tras una pequeña pausa amenizada con música, la potencia de Mafalda llenó el escenario durante su aparición alrededor de las 20.00 horas mientras la gente se agolpaba frente al escenario. El sol comenzaba a caer y el reflejo rojo, morado y blanco de los focos alumbraba la iglesia mientras la fuerza de la banda de jóvenes golpeaba con sus acordes y sus voces desgarradas los corazones de los presentes. Los puños buscaban tocar el cielo, tímidos al principio y sin freno cuando las canciones llegaban a su punto más álgido.

La banda valenciana no dudó en hacer alusión al calor del verano y a los incendios que algunas partes del mundo sufren en estos días estivales, dejando clara su preocupación por el cambio climático. «Llueve y no es agua, transgénicos en la piel, de la cabeza hasta los pies, la tierra grita parad», entonaban a ritmo de su tema Agua negra. Y continuaron con fuerza su denuncia: «La dependencia a su comida basura, te quieren presa a su estilo de vida, el desenfreno capitalismo caníbal, su avaricia asesina, you».

Mägo de Oz, que ya estuvo en la edición de 2018, fue otra de las actuaciones de la noche, banda que ofreció a a partir de las 22.00 horas una fiesta pagana que tuvo como guinda los ya clásicos pogos de Ska-P, que coronaron la noche entre saltos y empujones después de la medianoche.

Y para terminar, el tributo a Extremoduro con acento canario, Minoría Absoluta, repetía por segunda vez en esta edición del FiestoRon. Con un contundente directo a partir de las 2.00 horas fueron el broche definitivo de una jornada musical que comenzó calurosa pero terminó bajo las perseidas -invisibles a la luz que desprendía el festival- y una brisa que resucitaba el alma. Cinco estaciones, Coti, Melón Diesel y Melendi: al ritmo de la música de estos artistas, las calles de Arucas se volverán a llenar esta tarde de música y sombreros blancos que se elevarán buscando de nuevo el cielo.