Entrevista | José Ramón Buigues Jefe de taller jubilado en LA PROVINCIA

José Ramón Buigues: «La linotipia facilitó mucho las labores en las galeradas»

José Ramón Buigues es un linotipista jubilado. Para muchas personas resultará desconocida esta profesión, pero gracias a esta labor, la información llegaba a los hogares hace muchos años. Empezó a aprender el oficio en 1961 en el DIARIO DE LAS PALMAS y llegó a ser jefe de taller en LA PROVINCIA. En la actualidad, transmite a los jóvenes, a través de visitas guiadas, el arte que conforma el proceso de elaboración de un periódico.

José Ramón Buigues junto a una linotipia. | | LP/DLP

José Ramón Buigues junto a una linotipia. | | LP/DLP / Alejandra Hernández

Alejandra Hernández

¿Cómo era un día laboral para usted como jefe de taller en LA PROVINCIA y cómo llegó a ese puesto?

Empecé en el DIARIO DE LAS PALMAS en 1961 como aprendiz. En esa época mi abuelo era jefe de taller y me llevó a aprender el oficio. Comencé limpiando máquinas y haciendo la distribución cuando se terminaba el periódico. Hay que tener en cuenta que era la época del plomo, de la impresión caliente, y pronto empecé a leer en la linotipia. En dos o tres años ya era oficial de linotipia, un invento estupendo que hacía la labor de los tipógrafos, que lo hacían a mano todo. Esta máquina, con 5.000 pulsaciones por hora, facilitó mucho las labores en las galeradas. Si observamos una reproducción de ella se puede ver una línea de plomo. En realidad no es plomo exactamente, sino una aleación de plomo, estaño y antimonio que la linotipia tenía en un crisol a una temperatura de 180 grados para que estuviera derretida. Así fue hasta la década de los 70, cuando ya pasamos a la impresión fría. La linotipia ya ha dejado de existir, al menos en el primer mundo. La irrupción de las nuevas tecnologías acabó con este invento.

¿Cómo vivió el cambio tecnológico?

En mi caso, lo viví en primera persona. Como yo solía viajar por la Península y algunos países, siempre dedicaba un día a visitar el periódico de la localidad. Eso me servía para saber a dónde iba la información. Esto hizo que en 1977, cuando empezó el cambio tecnológico en el DIARIO DE LAS PALMAS y LA PROVINCIA, me enviaran a Barcelona junto con dos compañeros a la empresa Making Press, que fue a la que se le compró el sistema para empezar con los cambios. Fuimos los propulsores, la avanzadilla. Recibimos los cursos y luego volvimos y pusimos en marcha lo que se llamó fotocomposición, es decir, pasar de la impresión caliente a la impresión fría. Hacíamos el periódico en papel fotográfico, que se pegaba a una plantilla, y así íbamos formando la página. Nosotros éramos los que llamaban codificadores. Y es que teníamos que codificar. Esto significaba darle el largo de línea, el cuerpo, el tamaño de la letra y familia... Codificábamos todos los textos antes de mandarlos a picar. Los antiguos linotipistas pasaron a ser mecanógrafos. Primero se picaba la codificación y luego los textos. Cuando el trabajo estaba hecho en la IBM, pasaba a una OSR, un lector óptico que interpretaba y leía esas líneas y las reproducía en una cinta perforada de ocho dígitos cada una. Esa cinta perforada iba a una fotocomponedora, que lo que hacía era reproducir esa cinta y la imprimía en papel fotográfico. Entonces, la máquina, automáticamente fotografiaba en este papel, que después se revelaba. Esto servía para hacer las páginas y así se pasó de la impresión caliente a la fría. Ese fue el gran primer paso de la prensa escrita. A lo largo de mi trayectoria profesional, viví cinco cambios tecnológicos. Luego hubo otros pasos que fueron cerrándose y ya los periodistas no tenían que escribir en una máquina, si no directamente en un ordenador.

¿Cuáles eran los momentos más estresantes?

En prensa, sobre todo con los que tenemos alguna responsabilidad, se dan dos situaciones. Por un lado está la dirección del periódico, que son periodistas que quieren sacar la mejor información y la más actual en el periódico. Por otro, la gerencia, que lo que quiere es mandar el periódico lo antes posible a la rotativa para que, si hay algún fallo, tengamos tiempo de solucionarlo. Por tanto, siempre está esa lucha entre sacar la inmediatez y las prisas. En prensa siempre hay prisas y se viven situaciones de estrés, sobre todo al cierre.

A lo largo de mi trayectoria profesional, viví cinco cambios tecnológicos

¿Cómo era la prensa en Canarias en los años 60?

En la prensa de aquella época, estaba La Falange por la mañana, que era el periódico del movimiento, y por la tarde, EL DIARIO DE LAS PALMAS, que con los cambios de hábitos de vida terminó dejando de existir, pues ya estaba la televisión, la radio e Internet… En el 2000 lo absorbió LA PROVINCIA y se unieron las dos cabeceras. También es verdad que en el año 79 se creó lo que llamamos Prensa Ibérica, que la gestionaba el señor Moll, un catalán que vino aquí y compró Prensa Canaria, y luego creó esta editorial y compró toda la prensa del movimiento por toda España. Este hombre, con una visión empresarial tremenda, compró El Levante en Valencia, compró en Oviedo, compró en otras partes de la Península... Por tanto, con 14 o 15 periódicos del movimiento creó Prensa Ibérica.

¿Cómo llegaban las noticias a las Islas?

Entre las décadas de los 50 y los 60, todo llegaba por teletipos y un mecanógrafo pasaba esa información a la redacción. El trabajo era complejo. Me acuerdo que iban un periodista y un fotógrafo a recibir aviones de Madrid, porque ahí llegaba mucha información, ecos de sociedad, gente que viajaba, personas que venían con información y gente célebre. Todo esto servía para hacer entrevistas. Luego la prensa empezó a venir también en aviones de la Península. Después, los periódicos empezaron a imprimirse en empresas locales. Por ejemplo, el Marca y El País contrataban a nuestra empresa, por ejemplo a Prensa Ibérica, y en Arinaga a AGA –Artes Gráficos del Atlántico– y mandaban a través de satélite las páginas. Después, las reproducíamos aquí y las imprimían nuestras rotativas. Para eso se necesitaba un satélite, unas parabólicas... Luego ya empezó la fibra óptica y eso ya pasó a ser por cable, lo que resultaba mucho más barato y mucho más sencillo, que es lo que se hace ahora. AGA, nuestra empresa de Arinaga, imprime LA PROVINCIA, El País, el diario AS y el Marca. También tiene rotativas comerciales en las que imprimen revistas como el ¡Hola! y publicidad.

¿Qué destacaría de los medios de comunicación españoles antiguos?

Creo que tenía más garra el periódico antiguo, menos ataduras que la prensa de hoy. Afortunadamente, en aquella época no había tanta dependencia de los poderes económicos y políticos, y considero que eras más libre. Yo sigo creyendo en los periodistas. Hay profesionales muy buenos, pero siempre están sujetos por los poderes fácticos. ¿Ha observado algún cambio en la mentalidad de la sociedad por los medios de comunicación?Creo que antes se leía más prensa, pero se ha dejado de leer. Esto se debe a los cambios tecnológicos. Sin embargo, echo de menos a la juventud, ya que es la población que menos lee la prensa, no ve las noticias y está mal informada. Esto da mucha pena.

¿Cambiaría algo de la prensa actual?

Lo ideal sería tener una prensa totalmente libre de los poderes políticos y económicos, pero eso va a ser imposible. Siempre habrá prensa que este maniatada, tanto por la política como por la parte económica.

A su juicio, ¿la prensa y los medios de comunicación están influyendo de forma positiva o más bien negativa en la sociedad actual?

Quiero pensar que positiva, pero los resultados están ahí. La gente cada vez cree menos en los periodistas y repito lo mismo: la prensa está muy maniatada.

En las décadas de los 50 y los 60, todas las noticias llegaban a Canarias por teletipos

¿Cómo ha cambiado su consumo mediático?

Ahora mismo solo compro la prensa los domingos. Ese día, para mí es sagrado comprar el periódico y dedicar la mañana a leerlo tranquilamente. Además, leo la prensa todos los días por Internet para estar informado de las noticias.

¿Cómo vivió la censura del régimen franquista y tras la muerte de Franco?

En esa época estábamos acostumbrados. Había que hacer copia de todas las galeradas, llevarlas a la censura antes de que saliera el periódico y, alguna vez, tuvimos algunos sustos. Sin embargo, lo veíamos como algo normal, ya que no conocíamos otra cosa. Cuando llegaron los años de libertad de la democracia y los estatutos de los trabajadores, creamos un sindicato de prensa entre Paco Montesdeoca, el hombre del tiempo, otros compañeros y yo. Sin embargo, no llegó a ningún puerto porque solo salían adelante los grandes sindicatos.

¿Cree que perdura la figura del periodista como salvador de la democracia?

Quiero creer que sí, quiero creer que siempre habrá gente que sea sincera y lo bastante profesional para sacar adelante sus ideas y separar lo que es opinión de lo que es información.