Teatro

'Paraíso de los negros', la reflexión sobre la democracia y el miedo que aterriza en el Cuyás

La bailaora María Pagés se sube a las tablas del teatro capitalino para ofrecer un espectáculo de danza en el que están presentes autores como Lorca, Bukowski o Pessoa

El Arbi El Harti, cocreador del espectáculo, pone en valor el flamenco como «el arte más contemporáneo que tiene este país»

La bailaora María Pagés presenta el espectáculo 'Paraíso de los negros'

LP/DLP

Martina Andrés

Martina Andrés

La bailaora María Pagés no habla de sí misma: desde el Teatro Cuyás reivindica la importancia de la danza como «necesidad vital» y el gran apoyo que ha recibido en este sentido por parte del teatro capitalino. El que sí la describe, con cercanía y cariño, es su compañero de creaciones y de vida, el dramaturgo El Arbi El Harti, junto a quien ha desarrollado el espectáculo de danza flamenca Paraíso de los negros que el viernes y el sábado podrá verse en el teatro de la calle Viera y Clavijo a partir de las 19.30 horas.

El Harti recuerda como cuando conoció a la bailaora sevillana, allá por 2010, ella reivindicaba la danza con grandes compañías, con «una media de 17 o 18 personas sobre el escenario»: «Cuando nos conocimos tuve que convencerla de que ella era un solo», añade. Tras otros espectáculos y en esta línea fue como surgió Paraíso de los negros, «un espectáculo vitalista sobre el origen del miedo», tal y como lo describe el dramaturgo.

«Estamos ante un descalabro de los valores democráticos, hay un auge de los populismos. El capitalismo, que fue una experiencia positiva para la humanidad, se está desmembrando por dentro y puede generar monstruos. Si no hay un cambio de paradigma, esta sociedad puede irse al garete. Paraíso de negros es una reflexión sobre la democracia como objeto de deseo que se está desarticulando y sobre el miedo. Cuando las sociedades se secuestran por el miedo, la consecuencia es la violencia», añade el creador.

Un homenaje a Carl Van Vechten

Con respecto a las influencias, en este espectáculo de danza en el que la música también tiene un papel protagonista, tanto Pagés como El Harti destacan el gran peso que tiene Federico García Lorca en la dramaturgia de la obra, sobre todo el poema Norma y paraíso de los negros, perteneciente a su obra Poeta en Nueva York. Y no sólo él, también otra figura con la que posiblemente el poeta granadino se encontrara en la ciudad estadounidense: el fotógrafo y escritor Carl Van Vechten, que antes que el poeta andaluz, en 1926, ya publicó una novela titulada El paraíso de los negros ambientada en el Harlem de los años veinte.

«Este espectáculo es un homenaje a Van Vechten, un tipo americano blanco comprometido con el mundo negro de su país, un escritor filantrópico que creyó en la creatividad negro-africana, que se movía en los ambientes de la negritud de Nueva York o de Nueva Orleans», puntualiza El Harti.

En Paraíso de negros cada escena está asociada a un referente, por lo que además de la influencia lorquiana, el espectador también podrá apreciar la presencia de otros nombres como los de Charles Bukowski o Fernando Pessoa.

Búsqueda constante de la luz

En lo relacionado con la escenografía, ambos creadores destacan la importancia que tiene la luz en esta obra, tanto de forma literal -en lo que respecta a la iluminación del escenario durante el espectáculo- como de forma metafórica. Paraíso de los negros se desarrolla en una cueva que, en palabras de El Harti, representa la caverna de Platón.

«Hay una dialéctica entre los dos mitos platónicos, el de la caverna y el del carro alado que representa el libre albedrío. En la obra hay una búsqueda constante de la luz, la luz está saliendo de esa caverna simbólica, hay una indagación de los orígenes de la violencia, porque si somos violentos eso viene de algo, de nuestro miedo a la muerte», reflexiona el dramaturgo.

La partitura de Fauré

Otra de las fuentes de la que bebe Paraíso de negros es de una partitura clásica del compositor y pianista francés Gabriel Fauré, tal y como explica Pagés: «El formato musical habitual de trabajo en la compañía es con dos voces flamencas, guitarra flamenca, violín clásico flamenco, chelo clásico flamenco y percusión flamenca. Prácticamente toda la música de la obra es original. Trabajamos con una partitura clásica de Fauré de la que hicimos una versión muy interesante. Como no tenemos piano, lo hicimos con guitarra flamenca y violín, en lugar de chelo y piano. Es un reto muy interesante ver cómo una guitarra flamenca hace toda una partitura clásica completa y la adapta».

La contemporaneidad del flamenco

En lo que respecta al género del flamenco y a su papel en la sociedad y en la cultura actuales, tanto Pagés como El Harti hacen reflexiones en la misma línea. Por su parte, la bailaora apunta como el género musical español por antonomasia se basa en ese «escuchar y asimilar cualquier otro modo de hacer que no es el tuyo, pero que lo haces luego tuyo». Y prosigue: «Eso está en la historia del flamenco, sea toque, cante o baile. Es un arte popular, pero continuamente en contacto con todo lo que le rodea; tradicional, pero en constante evolución. Las artes populares necesitan de ese conservadurismo para protegerse y no desaparecer, pero también adaptarse, y eso es lo que ha hecho el flamenco toda la vida».

Y, siguiendo el hilo reflexivo de su compañera, El Harti concluye: «El flamenco es el arte más contemporáneo que tiene esté país. Porque está vivo, porque no tiene miedo de ensuciarse».