Canarismos

Dar más lata que una camellada

Un grupo de escolares observan a un grupo de camellos en Feaga.

Un grupo de escolares observan a un grupo de camellos en Feaga. / LP/DLP

Luis Rivero

Luis Rivero

Este decir oriundo de Fuerteventura se emplea para referirse exageradamente a una persona majadera (o a un asunto muy malamañado) hasta el punto de llegar a molestar, con cosas inoportunas o exigencias continuas. La «camellada» se le dice en el español de Canarias a la manada de camellos y, en algunas islas, a la junta de los camellos de un lugar para ayudar a un vecino en la realización de tareas agrícolas.

En las faenas agrícolas, ya se trate de preparar la tierra para labrarla o segar las mieses, el campesino isleño solían recibir la ayuda solidaria de sus convecinos mediante las «camelladas» que es como se llama en Fuerteventura y Lanzarote a la cesión de los camellos, como acto de liberalidad, para que el vecino necesitado concluya sus tareas lo antes posible. Esta antigua tradición tenía un cierto carácter festivo, ya que el beneficiario convidaba a una comida al concluir las labores.

El camello –como se conoce en el español de Canarias a lo que para la zoología es un dromedario– es el rumiante artiodáctilo de una sola joroba o corcova que procede del norte de África y, de manera más mediata, de Arabia. Este animal se aclimató con facilidad y se adaptó bien a un medio donde se mueve con destreza por arenales, arrifes y pedregales en Fuerteventura y Lanzarote y, en menor medida, en las zonas llanas de Gran Canaria y Tenerife. La sabiduría popular presenta al camello como animal frugal y sobrio en el comer, se conforma con pastos de escasa calidad y muestra una gran resistencia a la sed. La lentitud en los movimientos que caracteriza a este cuadrúpedo pudo haber sido un factor que facilitó su buena acogida en el campo canario en una época que no tenía exigencias de premura en el trabajo; esta lentitud o aplatanamiento en el modo de tomarse las cosas –por así decirlo– quizás lo conviertan en un animal relativamente longevo del que se dice vive una media de unos cuarenta años. Es secular la tradición del camello en las islas, de hecho, las tesis más atendibles sitúan su introducción con la llegada de los moriscos desde el siglo XV y muestra de la buena adaptación de este animal al territorio insular es la aparición de una raza autóctona, el camello majorero. Pero si al camello se le tiene por animal inteligente, es también arisco e irascible y puede llegar a «revirarse» y «embriscarse» hasta atacar y acabar con la vida de quien encuentre a su paso, incluso del propio camellero. Por lo que la tarea del cuidador exige especiales dotes para domar y controlar al animal en sus frecuentes accesos de rabia. Y si un solo animal puede llegar a ser así de atravesado y malamañado, imagínense ustedes una entera camellada. El dicho parece referirse a la primera acepción del término camellada, entendida como manada de camellos. Inspirado en el mal carácter y merecida fama del artiodáctilo surge esta hipérbole en forma comparativa, «dar más lata que una camellada», donde «dar la lata» es locución que expresa el comportarse de manera impertinente, molestar, ponerse pesado o mantener una actitud fastidiosa o de majadería. Y «lata» es, pues, molestia, impertinencia, fastidio, majadería. Su etimología parece guardar relación con la «vara» (de ahí es probable la expresión sinónima «dar la vara») que se le llama en Canarias al garrote del pastor o a la aguijada del boyero que se emplea para picar a las yuntas cuando se ara o arrear a los animales de carga. En Fuerteventura se le llama «lata de pico» al palo que se usa para animar a las bestias, mientras que en Lanzarote se le dice «latita». La locución «dar la lata a alguien», en el imaginario, expresa el comportamiento del animal que se siente atosigado cuando se le estimula con la «lata» para que eche a andar o avive el paso. Y se emplea generalmente para referirse a la actitud de alguien que se muestra muy muy impertinente, pejiguera y hasta jeringón porque está dando la tabarra o la lata.