Réquiem por España y el doloroso éxodo republicano hacia el exilio

Vladimir Pozner novela ‘La Retirada’ , un relato de combate y de educación sentimental

Ricardo Menéndez Salmón

La caída de Barcelona en enero de 1939 significó el principio del fin de nuestra contienda más dolorosa. Quinientas mil personas emprendieron entonces el camino de un exilio conocido como La Retirada. A consecuencia de ese movimiento humano, el Rosellón se vio sometido a una presión demográfica que condujo a la creación de cuatro campos: Barcarès, Rivesaltes, Saint-Cyprien y Argelès-sur-Mer. Este último, el más famoso de todos, acogió a 80.000 personas en su playa norte. Las condiciones del campo eran tan precarias que, durante los primeros meses, los concentrados sólo tenían a su disposición dos elementos para abrigarse del mar y del viento: sus pertenencias y la arena. Las viviendas eran viviendas trogloditas, sólo que no estaban labradas en la piedra, sino que eran agujeros excavados en la arena; el mar hacía las veces de letrina; la gente enfermaba de hambre y frío, y moría de tristeza e impotencia. No es exagerado afirmar que Argelès-sur-Mer encarna uno de los momentos más indignos en la historia de España y uno de los más vergonzosos en la historia de Europa, dada la ausencia de empatía de las autoridades francesas, más preocupadas por ejercer un control ideológico sobre los recién llegados que por prestar ayuda a personas que habían perdido mucho más que una guerra.

En ese marco de derrota y vejación, que es el de España primer amor, Vladimir Pozner novela el éxodo de La Retirada apelando a dos instancias que se repiten de forma obsesiva. Por un lado, la figura de Goya, el artista que con más talento y amargura ha sido capaz de capturar el desgarro nacional en Los desastres de la guerra; por otro, un poema que se reitera a lo largo del texto como una suerte de oráculo ominoso o treno fúnebre, y cuyo verso capital dice: «Asesinan a nuestra hermana España en nuestra puerta». Imagen y palabra conforman así el díptico de una afrenta colectiva e indeleble, que marca aún hoy a cientos de miles de españoles a un lado y al otro de los Pirineos.

En medio de esa odisea desesperanzada, Pozner introduce el relato de un amor de juventud. Pierre, un pintor francés a quien la caída de Barcelona sorprende en España, regresa a su patria acompañando a la tribu de exiliados. En tan azarosa travesía tropezará con una muchacha de nombre Pilar, con quien vivirá un idilio fugaz pero intenso, narrado con timbres muy hondos, que se mueven entre la alucinación surrealista y el objetivismo más crudo, y que componen páginas de una soberbia, fenomenal conmoción. La vicisitud de esa pasión en un siglo trágico, marca de agua de una Europa desgarrada por el fascismo y la indiferencia, permite que España primer amor se lea como una novela de combate, pero también como una educación sentimental. Su concisa elegancia y la estatura de su lenguaje son sólo dos de los logros de un texto de rara belleza, que se lee como una inquietante parábola en torno al instante más amargo: la pérdida de la propia tierra.