CANARISMOS

El caldero le dice a la olla: «¡quita p’allá que me tiznas!»

Luis Rivero

Luis Rivero

Es nota la presencia de máximas en el refranero popular canario que tienen como «modelo pedagógico» la censura a quienes critican a los demás y que casi nunca observan un comportamiento ejemplar. La forma dialógica «el caldero le dice a la olla: ‘quita p’allá que me tiznas’» evidencia una paradoja que es soporte de la enseñanza del refrán y que se refiere precisamente al que reprende a otro cuando él adolece de los mismo defectos que critica. Es – creemos– la versión isleña de un antiguo refrán castellano que dice: «Dijo la sartén al cazo: ‘¡Quítate de ahí que me tiznas, ojinegra!’» que se emplea para recriminar a quienes echan a otros en cara sus defectos siendo igual de ruines o manteniendo la misma conducta; o para censurar a quienes poseyendo defectos o vicios critican faltas menores en otros. [Este refrán aparece documentado por primera vez en el siglo XV: «Dixo la sartén a la caldera: tírate allá culnegra» (Santillana, Refranes); de este existen diversas variantes entre las que se dan diferencias de carácter léxico que no modifican su significado]. En el Quijote Cervantes lo pone en boca de Sancho: «–Paréceme –respondió Sancho– que vuesa merced es como lo que dicen: “Dijo la sartén a la caldera: Quítate allá ojinegra”. Estáme reprehendiendo que no diga yo refranes, y ensártalos vuesa merced de dos en dos» (Q, II-LXVII).

Es un recurso usual en paremiología el que se vale de atarecos y enseres domésticos y aperos de labranza para la elaboración de dichos y refranes mediante la construcción de símiles o metáforas que les sirven de soporte. [Por citar algunos de estos dichos que tienen como objeto paradigmático los cacharros de cocina y los fogones: «(cuando se tienen) muchos calderos al fuego, alguno se quema» que se emplea para expresar que cuando se pretende abarcar más de lo que se puede, algo sale mal; (afín a este y más explícito: «El que mucho abraca, poco atraca», quien se hace cargo de muchos asuntos o negocios al mismo tiempo, generalmente no suele desempeñarlos todos bien); «cada caldero/olla tiene su tapadera» para decir que no hay nada ni nadie tan despreciable que no tenga quién lo estime]. La cercanía y familiaridad con tales objetos facilitan su comprensión, asimilación y empleo léxico. En este sentido, la metáfora de la olla y el caldero es un claro ejemplo de ello que aparece como un símil de las relaciones de vecindad/proximidad. La «olla» se refiere a la vasija redonda de barro o metal con cuello y boca anchos y con dos asas y que sirve para cocinar. Mientras el «caldero» es otro de los enseres para cocer alimentos, normalmente más pequeño que la olla. La metáfora traslada implícitamente el fuego de la leña del «fogal» en el que se cocinaba antiguamente sobre los tres teniques que servían de apoyo a ollas y calderos, por tanto, recrean la imagen de un ambiente rural de antaño. El verbo «tiznar» significa manchar con tizne o con hollín, que tiñen de negro, dejan «tiznado» el culo de la olla o del caldero por igual. «Tiznar/tizne» en sentido figurado se refiere a los vicios o defectos cívicos o morales de las personas; y quien vitupera estos vicios en otras, a menudo, adolece de los mismos defectos («está tiznado») o aún peores [en este sentido puede ser sinónimo de este otro decir del refranero popular canario: «Siempre habla quien tiene que le digan» que nos viene a recordar que casi siempre son los que más defectos acumulan y los menos virtuosos los que más critican y hablan mal de los demás] . La actitud melindrosa de un caldero «tizna(d)o» que reprende a la olla por su cercanía, exhortándole: «¡Quita p’allá que me tiznas!» deja ver con ironía la paradoja que contiene este dicho a modo de crítica. En fin, que «siempre habla el que más tiene que callar».