Música

El paraíso de la paz mental con Mikel Izal

Aplausos entregados llenaron la sala incluso antes del que cantante apareciese en el escenario del Auditorio Alfredo Kraus

Martina Andrés

Martina Andrés

Pensar en el paraíso nos conecta automáticamente con un imaginario en el que abundan retazos de sol, olas, salitre, palmeras y risas. Alguna bebida fría, arena, calma y paz. Pero el paraíso puede estar en muchos sitios: también sobre las tablas del Alfredo Kraus un 6 de abril por la noche. Así lo demostró Mikel Izal a lo largo de las dos horas que duró su concierto, un espectáculo en el que bien acompañado -por su banda, por su familia- tuvo enganchado al público desde el primer momento.

Aplausos entregados llenaron la sala incluso antes del que cantante apareciese. Y con él, El miedo hizo acto de presencia. El viaje comenzaba. Sé que no estás, que no existes y a la vez eres tan grande. Sé que te irás en el mismo momento en que deje de pensarte. Porque a veces, aunque el cielo brille con un azul fuerte y ninguna nube lo cubra, el paraíso puede desaparecer: las nubes pueden estar en el interior.

Sobre el miedo y su gran capacidad para generar escenarios imposibles y mundos distópicos con su imaginación, habló Izal sentado en un sillón junto a una luz cálida que reposaba sobre una mesita en una de las esquinas del escenario. De repente, un halo de tranquilidad, terapéutico, inundaba la sala mientras el cantante relataba cómo su disco en solitario, El miedo y el paraíso, había nacido de una época oscura en la que la ilusión no le alcanzaba.

Además de para la calma, también hubo espacio para La gula, El grito o La rabia. Porque hay que sacar todo lo que se tiene dentro, para que no se haga bola, para que no se envenene, tal y como recordaba Izal: "Compartidlo con vuestros amigos, vuestra familia, un profesional. Gritad bien fuerte".

Los presentes gritaron, bailaron y se emocionaron con cada canción, tanto las del último trabajo mencionado del artista, como con aquellas que recordaban a tiempos pasados en los que formaba parte del grupo que llevaba su mismo apellido, ese que tantas alegrías le dio durante 12 años. Porque tampoco faltaron temas como La increíble historia del hombre que podía volar pero no sabía como, Pequeña gran revolución, Qué bien, El baile o La mujer de verde. Eso sí, con un nuevo sonido que deja claro el ejercicio de coherencia que ha realizado el artista: "Las canciones están un poco cambiadas porque yo también he cambiado".

También hubo espacio en el show para el Cumpleaños feliz. Tras poner un mensaje de voz desde su móvil en el que él y otros miembros de su familia deseaban feliz cumpleaños a su hermana, el público, con una generosidad que no decayó en ningún momento del espectáculo, entonó la canción antes del tema Fotografías.

Con un directo impecable, se fueron sucediendo las diferentes canciones, a través de las que Mikel Izal fue desgranando su viaje interior personal para, finalmente, trasladar el público a la parada final: el tan ansiado paraíso, que para el cantante no es otra cosa que estar rodeado de su familia y sus amigos de toda la vida, de la gente que le quiere. Estar en paz. Y ojalá volver al paraíso mil veces más: con un cafelito en la terraza, con una tarde frente al mar o con otro concierto como este en un Auditorio Alfredo Kraus a reventar.