Ascenso UD Las Palmas

El triunfo de un presidente audaz

Miguel Angel Ramírez logra su tercer ascenso con la UD Las Palmas

Ambiente previo al partido de la UD en la Plaza de España

H. U. D.

Fernando Canellada

Fernando Canellada

No hay dos sin tres. Miguel Ángel Ramírez logra su tercer ascenso como presidente de la UD las Palmas. Y éste, hoy, a Primera División, que se saborea con excelencia. Se dice con familiaridad que a la vida hay que echarle valor. Así lo hace Miguel Ángel Ramírez Alonso desde que nació en Tamaraceite. De 54 años, empresario de talento natural, vive hoy, como toda la afición, uno de sus días más felices. La vida nos invita a ser ganadores. Nuestra existencia está abocada al triunfo. Las Palmas es una fiesta. El balón suscita la épica y la UD despierta un goce inefable, un sentimiento que produce escalofríos. La religión del fútbol reina frente al espectáculo en que se ha transformado la política.

 “La suerte ayuda a los audaces”, dejó escrito el latino Virgilio. Desde que se hizo cargo de la UD Las Palmas en 2005, en plena intervención judicial y con unas deudas de 72 millones, la ejecutoria de Miguel Ángel Ramírez, sin duda, ha sido tan audaz como controvertida, discutida y discutible, pero de éxito.

Con anterioridad a este día de gloria quedaba un lejano recuerdo del ascenso de 2006, tan solo una temporada después de asumir la presidencia, cuando el equipo regresó a Segunda División en pleno concurso de acreedores. Diez largos años después, llegó en 2015 la memorable vuelta a Primera División. Ahora, en esta jornada divina, Miguel Ángel Ramírez, querido, odiado y temido a partes iguales, escribe su nombre con letras de oro en la historia de la Unión Deportiva Las Palmas, un club que, generación tras generación desde 1949, atesora emociones y sentimientos.

Miguel Ángel Ramírez.

Miguel Ángel Ramírez. / J. C. Castro

 “El que resiste gana”, advirtió Camilo José Cela al hoy rey Felipe VI. Miguel Ángel Ramírez, MAR, como se le conoce en ambientes futboleros y automovilísticos, ha resistido. El aguante ha dado resultado. Ha soportado todo y, por fin, gana lo más deseado. Lo que tantos años ha esperado; un ascenso que justifica todo sufrimiento en el campo y en los despachos. La próxima temporada se paseará, triunfador, por los más distinguidos palcos entre financieros, jeques emiratís, reyes y príncipes del planeta fútbol.

Toca felicitar

Hoy toca, es evidente, felicitar a Ramírez por su gestión. Y, como no, felicitarse y felicitar a la afición que disfruta del éxito del equipo y saborea ya el porvenir en la Liga de las estrellas. Miguel Ángel Ramírez, de sobra conocido, no deja indiferentes. Sin dejar de ser un fogoso con su equipo, es capaz de dominarse cuando se sienta en los estadios. Grande de corazón y generoso, apasionado y atrevido, con significado patriotismo y amor a España, y con un estilo propio que rompe con lo políticamente correcto. Se  ha significado como amigo de sus amigos y no perdona la deslealtad. Concentrado en su finca de La Milagrosa, en los prolegómenos de partidos como el del Alavés, se relaja con el parchís y la tortilla de papas, a la que pone un toque de leche darle el punto con el que cautiva a sus invitados. Mañana, como siempre que la ocasión lo merece, y esta como nunca, disfrutará en la sobremesa con uno de sus cigarros puros.

Social

La dimensión social de este triunfo de la UD ayuda a enriquecer la identidad grancanaria en estos tiempos de dudas, indefiniciones y pérdida de valores. La exposición ciudadana refleja a un pueblo deseoso de mostrar su gloria deportiva. La UD es hoy más que nunca la de todos en la víspera amarilla del Día de Canarias. Por eso con el ilusionante triunfo de la UD, es de justicia resaltar también, junto a futbolistas y héroes del terreno de juego, la gesta del presidente que, aunque seguirá siendo un personaje polémico, ha dado la mejor muestra de pundonor. No mete goles, juega a su estilo, casi al tiqui-taca. Ramírez ha insistido en no abandonar ni vender a jeques, chinos o mexicanos. Lo suyo es una gran lección de amor a la UD Las Palmas. En el corazón de MAR cabe todo el amor a la UD, a unos colores que le han convertido en un presidente de primera. Gracias, presidente.