Fútbol base y regional / Escenarios de otro siglo

El Pilar, el campo de la vergüenza del fútbol base: "El césped es chicle y se nos puede caer una valla encima"

El vicepresidente del Inter Canarias Pilar, Alfonso Escoz, denuncia el abandono de la instalación capitalina, en el que entrenan 250 futbolistas

Los padres y técnicos del club se han encargado, con brocha en mano, del adecentamiento: "Nos sentimos abandonados"

Paco Cabrera

Paco Cabrera

Es el campo de la vergüenza y del abandono. Gritos en el silencio. El Pilar, escenario formativo y de alto riesgo. Basura en la puerta principal, jeringuillas, botellas rotas, césped impracticable, cimientos que ceden y el pánico al vuelo macabro de una valla. Iluminación irregular y la eterna espera por las promesas políticas. La instalación de El Pilar, en la calle Pablo Rada de la capital grancanaria, cuna de artistas del balón como Jesé Rodríguez o Yeremy Pino, es un campo de minas. El vivero del bochorno junto a la Pantera Rosa.

"El césped es chicle y algún día se nos caerá la valla", repite uno de los entrenadores. Comienza el tour del horror.

Escoz Ruiz, vicepresidente del Inter, muestra el estado de una valla.

Escoz Ruiz, vicepresidente del Inter, muestra el estado de una valla. / PÉREZ CURBELO

La cadena de fútbol base y el Regional del Inter Canarias Pilar es la principal afectada, así como también la AD Huracán, que se ejercita dos días a la semana. De 250 a 300 jugadores se ejercitan en la instalación. Una vez concluida la temporada, hay un torneo de cadetes suspendido y el empeño de los padres y técnicos como albañiles y pintores circunstanciales. 

Desde el Inter, denuncian la nula implicación del Instituto Municipal de Deportes (IMD). "Llevan cuatro años sin aparecer por aquí". La Asociación de Vecinos y el esmero de padres, directivos y entrenadores en las tareas de mantenimiento han evitado el cierre. Adecentaron, pintaron las líneas del campo y reabrieron la cantina. El consuelo del humilde, recurrir al coraje. Para el vicepresidente del Inter Alfonso Escoz Ruiz, uno de los directivos del Inter Pilar, la principal deficiencia reside en la desestabilización de la valla, que tiembla y amenaza a una de las porterías. "Está todo oxidado y los tornillos están sueltos, tenemos miedo a la caída durante un partido. Sientes vértigo, pánico y un poco de vergüenza. Estamos superados. Contamos con un número elevado de lesiones por el pésimo estado del césped artificial, quemado y que precisa de una revisión urgente", relata.  

Uno de los soportes oxidados del campo del Pilar.

Uno de los soportes oxidados del campo del Pilar. / PÉREZ CURBELO

Lesiones musculares, jugadores de base con muletas y un grito de denuncia. "Esto es un peligro y se están ríendo de nosotros". La concejala de Deportes del consistorio capitalino Carla Campoamor Abad visitó el pasado marzo la instalación del Pilar y sigue la espera por el inicio de la obra, que incluye la grada principal y el techado. La política confirmó a los directivos que en los próximos días se inicia la reconstrucción. Se dispara la desconfianza. 

Comparativa

Además, Escoz considera "injusto" que otras instalaciones de la capital entren en su segunda y tercera fase cuando ellos entrenan en precario. Pone el ejemplo del campo vecino del Barrio Atlántico, que un grupo de aficionados tildan del "Bernabéu de la base" por el cuidado de los detalles. "Somos un club familiar, tratamos de ayudar en todo lo que podemos. Pero esto es lamentable. Aquí se juegan partidos federados y trabaja el Campus de Tecnificación del Inter de Adonay Almeida, que lleva las riendas del Regional. Las quejas del colectivo arbitral también son constantes en este punto elevado de desesperación. "Lo mínimo es contar con un césped en condiciones. No puedes entrenar mirando a la valla, hemos presentado múltiples quejas y confiamos en la palabra de la concejala Campoamor", concreta Ascoz. Un SOS en el campo de la vergüenza. 

La línea de gol de una de las porterías del campo del Pilar, donde se ejercita y juega la cadena del Inter Canarias.

La línea de gol de una de las porterías del campo del Pilar, donde se ejercita y juega la cadena del Inter Canarias. / PÉREZ CURBELO

Hace justo un año, el jugador internacional del Villarreal CF Yeremy Pino visitó a la cadena del Pilar. Jamás olvida sus raíces. Un club modesto que ha caído en el olvido. Mientras Gran Canaria suspira por ser sede del Mundial 2030 y confirma que acabará el estadio de Gran Canaria con un desembolso de 80 millones, hay rincones anclados en la Prehistoria. Bienvenidos al césped del infierno. Orlando Molina es el presidente de esta modesta institución, que ha tenido que pasar a la acción con brocha y cepillo en mano.

Ante la parálisis política, no descartan una jornada de protestas. Para Alejandro Perdomo, uno de los técnicos más prometedores del Inter, la iluminación es otra muestra de la dejadez. "Estamos a la espera de los focos LED, del final del proyecto de las gradas y esto se mantiene por esmero y amor propio del presidente Molina. La familia del Inter nos hacemos cargo de todo por el bien de los niños". 

Aspecto de una de las vallas protectoras de cemento del campo del Inter.

Aspecto de una de las vallas protectoras de cemento del campo del Inter. / PÉREZ CURBELO

Con una media de seis partidos cada fin de semana, el campo del Pilar cerró la temporada con un manto de preocupación. Arenas movedizas en el césped, hierros punzantes en las esquinas y la puerta abierta a una solución. En la Gran Canaria mundialista, hay campos que son un desierto de caos y llanto.