"Podrán masticarte, pero tendrán que escupirte". La frase anterior la pronuncia el personaje de Jimmy McNulty en The Wire y sirve como aleccionamiento a un compañero del cuerpo de policía para enfrentarse a la dureza de las calles de Baltimore, esa jungla tan bien retratada por la serie de HBO y por donde creció un tipo que, durante los últimos 15 años, ha hecho carrera en la Liga ACB: Bernard Hopkins.

Ayer, en el Pabellón Multiusos Fontes do Sar, Hopkins certificó su retirada como jugador profesional y recibió un cálido homenaje del Obradoiro, el último de los seis equipos de España en los que ha militado tras pasar por el Lagun Aro GBC, Valladolid, Tenerife, Valencia Basket y CB Gran Canaria, la primera entidad que apostó por él a nivel profesional.

"¿No ibas a fichar un pívot? ¿Entonces por qué te traes a un base?" Los comentarios referentes a la baja estatura de Hopkins -sólo 197 centímetros de altura, muy pocos para un pívot-, es lo primero que recuerda Berdi Pérez cuando se le recuerda la operación. "Vandiver, que había sido nuestro referente interior en los dos años anteriores, se había ido al Estudiantes y la gente se puso un poco nerviosa cuando vio llegar a Hopkins", rememora el director deportivo del Herbalife Gran Canaria, quien apunta que todas las dudas se disiparon de inmediato. "Pero pocos días después, en un amistoso de pretemporada en Lanzarote contra el Barça, creo que anotó 32 puntos y ya nadie volvió a hablar sobre su altura".

En su única campaña en el Granca, Hopkins promedió 20 puntos, nueve rebotes y 22 puntos de valoración. Ese curso, contra el Joventut, en Badalona, llegó a firmar el partido casi perfecto: 37 puntos, 16 rebotes y 56 de valoración.

Se va Hopkins, un tipo criado en las malas calles de Baltimore, un lugar donde "si juegas en la tierra, te ensucias". Palabra de McNulty.