El nombre de Paola Hernández se hará inmortal en una de las páginas de oro de la historia de fútbol femenino español. La tinerfeña confesaba este domingo, tras proclamarse el día anterior campeona del mundo sub 17, tras batir a México por 2-1, que tanto ella como el resto de integrantes de la selección se encuentran "en una nube" y que solo con el paso de los días serán realmente conscientes de lo que han conseguido.

Con solo 16 años -uno menos que la mayoría de sus compañeras-, se convirtió en pieza fundamental en el once de Toña Is. La seleccionadora española reconoció desde un primer momento las virtudes técnicas de la tinerfeña y rápidamente le otorgó galones en un equipo donde su protagonismo ha sido mayúsculo. Encargada de lanzar los saques de esquina y las faltas lejanas, además de un penalti en la tanda de cuartos de final ante Corea del Norte, Paola ha saboreado de manera especial este gran éxito para el balompié de su país. Sin embargo, la marcada humildad que atesora la centrocampista canaria no le permite olvidarse de las que menos han participado en este campeonato. De hecho, insiste en que "todas, incluso las dos porteras que no han tenido la oportunidad de jugar, son tan dueñas de este título como la que más". Y es que, a su juicio, la clave del éxito de su equipo "ha sido la química que ha existido entre todas fuera del campo, que luego se ha trasladado al césped".

Paola, que ha contado con el apoyo, durante estos días de concentración en Uruguay, del seleccionador canario Andrés Clavijo, miembro de la delegación técnica en la expedición española, considera que el fuerte de esta selección 17, también campeona de Europa en Lituania el pasado mes de mayo, es "su valor como conjunto". "Más allá de las individualidades, que por supuesto las tenemos, con jugadoras como Claudia Pina (Bota de Oro del torneo), Eva Navarro, Irene López o la portera Cata Coll, la gran virtud del equipo es la armonía que tenemos, el buen rollo que se respira en él", agregó.

Con un futuro prometedor por delante como futbolista, Paola mantiene los pies en el suelo y "tiene claro que esta actividad es perfectamente compatible con los estudios". Ahora, espera poder celebrar lo logrado con su familia, amigos y compañeros de Primero de Bachillerato, en La Salle San Ildefonso de Santa Cruz, ante los que admite que se ha puesto "roja como un tomate" cuando después de haber ganado algún otro título le han aplaudido al entrar a clase.

A partir de este momento, solo le queda soñar con poder triunfar en categorías superiores, algo que ve aún "un poco lejano". Por eso, se marca objetivos más a corto plazo, como "tener más oportunidades en el primer equipo de la UD Granadilla Tenerife Egatesa". "Sé que soy joven aún pero espero que me den ahora más chance para poder jugar con el equipo de mi isla en Primera División", completó.