Ciclismo
Pogacar gana el Tour de Flandes y se convierte en el heredero real de Merckx
Desde 1975 ningún vencedor de la ronda francesa se imponía en la gran carrera flamenca | El fenómeno Pogacar venció en solitario tras eliminar a todos sus rivales; el último, Mathieu van der Poel, que cruzó la meta en segundo lugar
Sergi López-Egea
Cada pedalada que Tadej Pogacar da es un paso de gigante hacia la historia más brillante del ciclismo. Lo es porque todo aquello que se propone lo consigue. En 2022 se quedó a las puertas de ganar el Tour de Flandes. Descubrió la carrera, sus secretos, sus piedras, sus repechos y cómo actuaban sus rivales. Volvió este año. Y lo hizo para destrozar el ‘monumento’ de Flandes y para convertirse en el heredero de Eddy Merckx. Desde que el ‘Caníbal’ ganó la gran carrera flamenca en 1975 ningún otro vencedor del Tour lo había vuelto a hacer. 48 años después llegó este fenómeno esloveno para continuar dando una lección de ciclismo en cada carrera que disputa.
Tiene 24 años, solo 24, una edad que servía para empezar a rodar y madurar sobre la bici antes de que este nuevo ciclismo tan apasionante, tan magnífico y tan poco aburrido haya surgido para quedarse. Tiene 24 años y ya reúne un palmarés tan sensacional que este domingo, tras ganar en Flandes, lo obligó a decir, saliéndole del corazón, que si “ahora me retirase estaría muy orgulloso de todo lo que he ganado”.
El gran ataque
Porque nadie puede seguirlo cuando saca el látigo, cuando afronta el Quaremont, una de las colinas o muros con mayor solera de Flandes, y cambia el ritmo para ver como entre la rueda trasera de su bici y la delantera de Mathieu Van der Poel (segundo en la meta y ganador en 2022) solo hay adoquines. Y el resto, entre ellos Wout van Aert (cuarto por detrás del danés Mads Pedersen), ya se da por vencido y solo guarda fuerzas para subir al peldaño más bajo de ese ‘monumento’ ciclista llamado Tour de Flandes, en una de las ediciones más bellas e increíbles de los últimos años.
Tiene 24 años y ya ha ganado dos Tours, dos Lombardías, una Lieja-Bastoña-Lieja, la París-Niza, la Tirreno-Adriático y todo lo que se proponga, salvo que vuelva a cometer un doble error como el que hizo el año pasado en el Tour, en el gran día alpino de Jonas Vingegaard, cuando se equivocó tácticamente entrando al trapo del Jumbo, sobre todo de un aguerrido Primoz Roglic, y olvidándose de comer en el momento decisivo.
Más retos
Le queda aún por conquistar la París-Roubaix -complicada hazaña para un corredor de poco peso y envergadura-, y ya lleva dos intentos de victoria en la Milán-San Remo, una carrera muy larga y sobre todo sin la excesiva dureza que necesitaría Pogacar en los últimos kilómetros de la prueba.
Ahora habrá que esperar hasta finales de abril para verlo de nuevo en acción, primero en la Flecha Valona y luego, sobre todo, en el premio gordo de la ‘Decana’, de la Lieja-Bastoña-Lieja, la más antigua de cuantas clásicas se disputa, y donde se verá por primera vez el gran duelo con Remco Evenepoel, otro de los chicos fantásticos de este maravilloso ciclismo de los años 20 del siglo XXI.
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