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Aquiles Heitz, el fotógrafo enamorado

Lanzarote le debe mucho a María Lasso. Gracias a ella, el artista francés decidió quedarse para siempre y regalar toda la sabiduría que guardaba en sus cámaras de principios de siglo XX

Aquiles Heitz y María Lasso. ALBERTO LASSO / A. H.

Aquiles Heitz era un reputado fotógrafo francés al que se le hace el encargo de visitar las Islas Canarias con el único propósito de plasmar la realidad de ese desconocido archipiélago.

En septiembre de 1908 llega a Tenerife, y a partir de ahí su objetivo dispara ante todo aquello que llama su atención. Le gusta especialmente La Palma, tal vez por su fisonomía, las montañas, el paisaje verde brillante de la isla bonita, y en junio de 1909 llega a Lanzarote.

Arrecife es una capital pequeña, apenas dos calles, cuatro casas de ricos señores y una población que trata de sobrevivir con lo poco que le da el campo y las remesas que llegan del mar.

Aquiles es el primer gran fotógrafo que llega a la isla. Su maestría provoca admiración en una sociedad poco acostumbrada a este tipo de artes. Y en una de esas fotos de familia que tiene que hacer tropieza con una mujer que le cautiva de una forma que no esperaba.

Llama tanto su atención que más tarde confesará que llamó al padre de María Lasso para decirle que tenían que repetir la escena por que al hacer el revelado le había salido mal. Mintió sólo por el placer de poder ver a aquella chica, veinte años más joven que él.

El 4 de junio de 1913 debe marcharse a Montevideo. Su empresa le encarga un nuevo trabajo y se pasa cuatro años recorriendo diversos países de Latinoamérica; sobre todo es fundamental su etapa en Perú, de la que quedan, o por lo menos se conoce, muy poco de su obra.

El 12 de agosto de 1917 regresa a Canarias y decide instalarse en Lanzarote. Los primeros años se hospeda en la pensión de don Claudio Toledo.

Aquella primera impresión que se llevó de María Lasso perdura en su memoria, y retoman con más interés una amistad que pronto termina en boda.

El 14 de junio de 1922, Aquiles Heitz se casa con una joven y tímida María. Definitivamente se queda a vivir en Arrecife.

El amor entre la pareja va mucho más allá que el de otro matrimonio de esa época. Aquiles quiere y se empeña en que María Lasso aprenda a hacer fotografías. La muchacha acostumbrada a mantener una vida tranquila, siempre en ese segundo plano que se les pedía a las mujeres de esos años, se ve envuelta en una relación que le aporta conocimiento, diversión. Con él y de su mano se le abre un mundo desconocido, sobre todo en aquel Lanzarote en blanco y negro.

La aportación cultural de Aquiles Heitz es inmensa. No sólo influye en su cuñado Pancho Lasso, propiciando y promoviendo su vinculación con las vanguardias emergentes, sino que se encarga de ofrecer a los lanzaroteños las primeras proyecciones cinematográficas que se ven en la isla, concretamente en la Sociedad Democracia.

Trajo el cine

Alberto Lasso Hernández, sobrino nieto de María, y promotor de la obra de Heitz, recoge en uno de sus artículos que después Aquiles ayudaría al operador de cámara Paco Sáenz a la puesta en marcha del primer cine de Arrecife, la sala Díaz Pérez.

Pero no sólo ayudó en las proyecciones de cine, también colaboró con las compañías de teatro, "dada su preparación y conocimiento de la vida teatral de la compañía francesa Cinema Teatro Velox de París, enseñaba a los actores a caracterizarse con material que venía de Francia".

Y todo esto lo compaginaba con su vida familiar junto a María y la pasión que supo contagiar a su mujer por el maravilloso mundo de la fotografía. Aquiles Heitz recorrió Lanzarote, y sobre todo capturó para la posteridad a las familias, a las gentes del campo, las profesiones y a María Lasso: su mujer se convierte en su musa particular.

Heitz muere el 26 de abril de 1936. A partir de entonces el reconocido estudio de este gran artista francés lo llevará de forma magistral María Lasso Morales, que será conocida por los lanzaroteños como la retratista de Arrecife, la mujer a la que acuden todos cuando quieren salir en un buen encuadre.

María y Aquiles no tuvieron hijos, pero sus sobrinos se han encargado de seguir con el legado que les dejó Heitz. De hecho uno de los sueños de Alberto Lasso, padre e hijo, sería localizar la amplia obra gráfica que este fotógrafo realizó durante los cuatro años que permaneció recorriendo Latinoamérica.

En cuanto a María Lasso, ella siguió haciendo fotografías y retratos hasta los años setenta, y falleció en 1987.

Esta vez el amor, como en Pigmalión, llevó a un hombre a cambiar y moldear la figura de una chica sencilla y reservada de Arrecife hasta convertirla en una artista.

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