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Series hechas aquí: hacia un nuevo horizonte

Las plataformas han traído buenos presupuestos, una apuesta firme por el talento local y mayor libertad creativa

Fotograma de Patria.

El de Rodrigo Sorogoyen no es otro caso de cineasta de prestigio migrado a la televisión. Cabe más hablar de regreso a un antiguo hábitat: tras cofirmar 8 citas en el 2008, el director pasó bastantes años dirigiendo teleseries (Impares, Vida loca, La pecera de Eva) antes de empezar a transitar una nueva época en su carrera con la turbación psicológica de la película Stockholm, codirigida con Borja Soler.

Su trayectoria puede servir, en cierto modo, para ilustrar el ayer y el presente (ojalá futuro) de la ficción televisiva española. En nada se parece una serie como Antidisturbios, su explosivo drama de acción policial para Movistar+, a las que usó para curtirse en el oficio. El director de El reino ha regresado a la tele con otra mirada, con nuevas armas, dispuesto a pulverizar los clichés televisuales que él mismo abrazó en sus comienzos.

La consolidación del streaming ha sido determinante para que la ficción local pudiera salir del perímetro de la comodidad y competir en exigencia artística con la rodada en Estados Unidos, Reino Unido o los países nórdicos, por citar algunas zonas especialmente fértiles. Las plataformas han traído buenos presupuestos, una apuesta firme por el talento local y más libertad de movimiento a nivel creativo, entre otras cosas porque, con el streaming, no hay que pensar en dónde colocar los anuncios.

El creador de la notable Patria, Aitor Gabilondo, ha señalado en alguna entrevista que su serie para HBO, basada en el constante cambio de perspectiva y tiempo, sería difícil de entender con publicidad por medio. Cada hora de episodio fluye de forma majestuosa e inocula la emoción de forma casi siempre sutil.

Antidisturbios es una serie muy distinta, pero se beneficia también de la ausencia de cortes: cada episodio funciona como un electrochoque que sería un crimen fragmentar. Ejemplifica, además, un tipo de miniserie común fuera desde True detective, pero no tan habitual por aquí: la que es producto claro de la visión de un cineasta, como lo es la inminente 30 monedas, de Álex de la Iglesia. Sorogoyen lleva aquí hasta las últimas consecuencias su querido uso del gran angular, apostando a veces por la plena desorientación e incomodidad. La tensión es física y psicológica: Sorogoyen y su coguionista habitual, Isabel Peña, no pintan su paisaje moral en claros brochazos blancos y negros, sino que buscan bastantes variedades de gris.

Dicho todo esto, no deberíamos hablar de revolución, sino quizá mejor de culminación. Anillos de oro no tenía tanto que envidiar a la sofisticada The good wife. Los policías de élite de Brigada central tenían zonas de sombra. Desaparecida fue pionera de la fiebre por las series sobre hijos perdidos. El ministerio del tiempo es nuestra Doctor Who. Es evidente que Patria y Antidisturbios señalan un ilusionante nuevo horizonte para las series españolas, pero este no habría sido posible sin todo lo aportado por grandes series rodadas en tiempos diferentes, otros contextos industriales.

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