50 años del 11-S chileno

El hijo de Amanda

Antes de matarlo, los militares que detuvieron a Víctor Jara le rompieron las manos a golpes con las culatas de sus fusiles, le destrozaron los dedos con los que tocaba la guitarra y le cortaron la lengua con la que cantaba sus canciones

Víctor Jara, junto a los Quilapayún, cantando en conmemoración del 1°  de Mayo. |

Víctor Jara, junto a los Quilapayún, cantando en conmemoración del 1° de Mayo. | / PATRICIO GUZMÁN / FUNDACIÓN VÍCTOR JARA

FRANCISCO R. PASTORIZA

Lo tuvieron en este estado durante cuatro días más en un estadio de fútbol cercano al Palacio de la Moneda que los golpistas convirtieron en campo de concentración para miles de detenidos. Lo fusilaron el día 16 de septiembre de 1973, hace 50 años. Durante su confinamiento escribió el poema Somos cinco mil, más conocido como Estadio Chile, que hoy lleva su nombre. Se refería al número de personas encerradas en aquel recinto tras las numerosas redadas de los golpistas. Después de escribirlo entregó las hojas a un prisionero que las sacó escondidas entre la ropa.

El cuerpo de Víctor Jara fue encontrado cuatro días después de su asesinato en las cercanías del cementerio Metropolitano con 44 impactos de bala. Su esposa, la bailarina inglesa Joan Turner reconoció el cadáver en la morgue. Fue enterrado de forma casi clandestina en un nicho del Cementerio General de Santiago. Poco después Joan decidió abandonar el país con sus hijas llevando en su equipaje todos los discos que pudo sacar de Víctor Jara para darlos a conocer desde Inglaterra al mundo. El régimen de Pinochet los declaró «material subversivo» y su intención era destruirlos todos. Hace tres semanas, casi 50 años después, la Corte Suprema de Chile condenó a siete oficiales del ejército a penas de entre ocho y 25 años de prisión. Uno de los condenados, el brigadier Hernán Chacón, de 86 años, se suicidó tras conocer la sentencia.

Hoy sólo se le recuerda como cantautor pero Víctor Jara era también, cuando lo asesinaron, director de teatro con una amplia trayectoria de éxitos y profesor de la Universidad Técnica del Estado. Fue en dependencias de esta Universidad donde lo detuvieron los militares de Pinochet con otras 600 personas, entre profesores y estudiantes, el 12 de septiembre de 1973, al día siguiente del golpe de Estado contra Salvador Allende. Antes los militares cañonearon la rectoría mientras un centenar de soldados disparaban sus ametralladoras contra el edificio.

Víctor Jara era el quinto hijo de un matrimonio de campesinos pobres de la provincia de Nuble. Más tarde la familia se trasladó a Los Nogales, un arrabal marginal de Santiago. Su madre, Amanda Martínez, que murió cuando Víctor tenía 15 años, tocaba la guitarra y cantaba en reuniones familiares, y de ahí le vino al niño su afición por la música. La pobreza le impidió seguir estudios tras la escuela primaria y pasó dos años en el Seminario Redentorista de San Bernardo donde recibió educación superior y conoció el canto gregoriano. Después del servicio militar trabajó como transportista de una fábrica de muebles mientras estudiaba teatro en la Universidad de Chile y cantaba en el coro. Comenzó a dirigir sus primeras obras de teatro, conoció a la actriz Gabriela Medina, su primera pareja, y formó parte del grupo folklórico Cuncumen, con el que viajó por Europa y grabó un disco de villancicos y el LP El folklore chileno, que incluía dos composiciones suyas, una de ellas La canción del minero. En aquellos años, conocer a Violeta Parra le cambió la vida. En 1970 grabó su primer disco como solista y al año siguiente Canciones folclóricas de América con Quilapayún.

Militante de las Juventudes Comunistas de Chile, concienciado con las causas proletaria y antiimperialista, su obra se fue identificando cada vez con más fuerza con su compromiso político. Su canción Preguntas por Puerto Montt, dedicada a las víctimas de la masacre de Pampa Irigoin, en la que murieron once personas por la represión de las fuerzas de orden público durante el gobierno de Eduardo Frei, se convirtió en un himno contra las dictaduras. Se identificó con los principios de la Unidad Popular y participó en la campaña electoral que llevó al poder a Salvador Allende. Su álbum Canto libre es en su totalidad una obra dedicada a la esperanza puesta en aquel gobierno. En su último año de vida había vuelto a la canción folclórica con Canto por travesura, una recopilación de canciones campesinas y llevó a cabo trabajos de investigación que utilizó en su disco La población. Trabajaba en otros dos álbumes que no llegó a grabar, pese a lo cual su discografía es una de las más ricas e interesantes de los setenta. Durante los tres años que duró el gobierno de Unidad Popular apoyó a Salvador Allende, cantó en Cuba y la Unión Soviética y organizó el homenaje a Pablo Neruda cuando concedieron el Nobel al escritor chileno.

Desde la muerte de Víctor Jara se han celebrado innumerables homenajes a su figura y a su música, se le han dedicado calles, centros culturales y fundaciones en todo el mundo. Cantantes españoles como Serrat y Víctor Manuel y numerosos iberoamericanos grabaron muchas de sus canciones. El mundo del rock, tan aparentemente alejado de la canción protesta, rindió homenaje a Víctor Jara reconociéndolo como uno de los 15 rebeldes del rock and roll, según la revista Rolling Stone. El grupo musical escocés Simple Minds le dedicó su canción Street Fighting Years y el líder de Manic Street Preachers, James Dean Bradfield, dedicó a su memoria su primer álbum en solitario. U2 lo menciona en su tema One tree hill y The Clash en Washington bullets.

Años después de su muerte la esposa del cantante publicó Víctor Jara. Un canto (no) truncado y el historiador español Mario Amorós escribió recientemente su biografía La vida es eterna, título sacado de los versos de Te recuerdo Amanda, su canción más conocida.

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