Cine

Fred Astaire, el musical bailado

Se cumplen 125 años del nacimiento del bailarín que fue también actor y cantante

Fred Astaire

Fred Astaire / LP/DLP

Ffrancisco R. Pastoriza

El baile alcanzó la categoría de arte con la figura de un tipo delgado y elegante, de una sorprendente agilidad, que parecía sobrevolar el suelo sobre el que se deslizaba un cuerpo flexible, vestido de smoking con pajarita incluida, al ritmo de una música de vodevil. Acompañaba sus movimientos haciendo claqué con unos pies que daban la impresión de ser extensiones independientes de su cuerpo y parecía que en cualquier momento podía perder el equilibrio. Se llamaba Fred Astaire y cuando formó pareja con una bailarina excepcional, Ginger Rogers, los números que ambos interpretaban en los musicales transportaban a los espectadores al séptimo cielo. Muchos norteamericanos tuvieron el privilegio de verlos en directo sobre los escenarios de Broadway mientras el resto del mundo pudo apreciar las maravillas de aquella pareja en las 10 películas que protagonizaron juntos, de las más de 30 que rodó el bailarín.

Fred Astaire nació el 10 de mayo de 1899, hace 125 años, en Omaha, Nebraska, con el nombre de Frederick Austerlitz, hijo de un inmigrante austríaco fabricante de cervezas y de una descendiente de alemanes luteranos. Comenzó a bailar formando pareja con su hermana Adele en cabarets y music-halls, burlando las leyes que prohibían el trabajo infantil. Juntos perfeccionaron el baile de parejas durante 16 años hasta que ella abandonó las bambalinas para casarse en 1931 con un aristócrata británico, Lord Charles Cavendish. Fue entonces cuando Fred Astaire decidió probar suerte en el cine sin mucha fortuna: los juicios sobre las pruebas a las que se sometió en la RKO fueron demoledores: «No sabe actuar. No sabe cantar. Es feo y orejudo y se está quedando calvo. Sabe bailar un poco». Pese a aquellos augurios, el director Robert Z. Leonard le dio una oportunidad para que hiciera lo único positivo de aquella calificación, que era bailar, en la película Dancing Lady, de 1933, con Joan Crawford y Clark Gable, ya entonces estrellas consagradas de Hollywood. El número de baile con Joan Crawford gustó tanto que la película casi se recuerda sólo por eso. Su siguiente película, Volando a Río, ya fue con Ginger Rogers, con la que protagonizó diez que elevaron el musical a una categoría hasta entonces insólita: La alegre divorciada, Sombrero de copa, En alas de la danza, Ritmo loco… fueron títulos que encumbraron el género gracias a esta pareja de bailarines que estaban haciendo historia al mismo tiempo que provocaban altas dosis de envidia en el gremio. Katharine Hepburn llegó a decir: «El le daba clase, ella le daba sexo». Cuentan que entre Ginger y Fred había una relación romántica que ocultaban, evitando incluso besarse en pantalla (excepto una vez en En alas de la danza, su octava película), y que estaban sometidos a la vigilancia permanente de Phyllis Livingston Potter, la primera esposa del bailarín, una presencia constante en todos los rodajes. Su última aparición juntos fue en 1949 en The Barkleys Broadway. Ginger Rogers se cansó de esperar y lo abandonó para dedicarse al teatro y al cine (le dieron un Oscar a mejor actriz en 1940 por Espejismo de amor) y a protagonizar romances con Cary Grant, Howard Hughes y James Stewart, que le hacían más caso. Astaire nunca volvería a encontrar otra pareja de baile a la altura. Ni Eleanor Powell ni Paulette Godard, ni siquiera Rita Hayworth consiguieron alcanzar la perfección a la que llegó con Ginger Rogers.

Fred Astaire fue además un innovador del musical en el cine. Exigía que sus números de baile fueran rodados en una sola toma, a modo de plano secuencia que encuadrase a los bailarines durante todo el tiempo. Además, las letras de las canciones tenían que estar relacionadas con la trama del guión. Algunas, como Night and Day o Cheek to Cheek, las interpretaba él mismo en versiones muy aceptables. Como cantante asimiló los cánones de los crooners de la época. Compositores como Gershwin, Irving Berlin y Cole Porter, de quienes cantó varios temas, lo consideraban a la altura de Bing Crosby y Frank Sinatra. Su perfeccionismo obligaba a los directores a rodar varias veces los números de sus películas. Con Hermes Pan creó algunas de las coreografías más importantes del cine musical americano con las que consiguió transmitir emociones y pasión.

Fred Astaire se retiró en 1968 después de rodar El valle del Arco Iris, aunque hizo una fugaz aparición en El coloso en llamas (1974), que incluía un número de baile cuya interpretación le valió un Globo de Oro y una nominación al Oscar como actor secundario, sin que se lo dieran. En 1981 le concedieron el honorífico a su trayectoria.

Admirado por bailarines de todos los géneros, de Martha Graham y Rudolf Nureyev a Gene Kelly y Michael Jackson, consideraba a este último como su sucesor. Murió en Los Ángeles en 1987, acompañado de su segunda esposa, Robyn Smith, jinete de carreras de caballos, 45 años más joven, con quien se casó en secreto en 1980.

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