Camino viejo

Veinte años de una mujer orquesta

Cuando casi no habían mujeres en la producción y representación musical de Canarias y nadie apostaba por las orquestas de las Islas, Nati Santana funda Camino Viejo, empresa que celebra dos exitosas y bailonas décadas

La productora Nati Santana —centro— fotografiada en el escenario del Auditorio de Agüimes junto a sus hijos Circe y Aarón Santana, presente y futuro de Camino Viejo.

La productora Nati Santana —centro— fotografiada en el escenario del Auditorio de Agüimes junto a sus hijos Circe y Aarón Santana, presente y futuro de Camino Viejo. / José Carlos Guerra

Miguel Ayala

Miguel Ayala

A casi nadie hay que recordarle en la actualidad quiénes son Armonía, Tamarindos, Mermelada, El Combo... Lo que sí desconoce mucha gente es el importante papel desempeñado durante los últimos veinte años por la empresaria Nati Santana en las Islas para que hoy las aplaudidas orquestas de Canarias ostenten dentro del ámbito musical del Archipiélago el lugar que ocupan. No ha sido un camino de rosas pero, pese a todo, Camino Viejo, la productora fundada por esta profesional grancanaria, celebra este mes de mayo dos décadas de vida sin haberse desviado ni un centímetro de uno de sus objetivos principales: poner en valor la calidad y el talento de esas agrupaciones isleñas, antaño denostadas. «Canarias tiene un patrimonio artístico importante y de un gran nivel en todas sus disciplinas», destaca Nati echando mano del discurso que como bandera ha esgrimido desde 2004 cuando las instituciones o los programadores del Archipiélago daban de lado a dichas formaciones. El hecho de ser en las Islas casi la única mujer dentro de un ámbito de decisiones y negocio dominado por hombres en los inicios de Camino Viejo tampoco la ayudó a cambiar aquella idea preconcebida, pero si hay algo más allá de la música en lo que Nati Santana sea una experta es, sin duda, la capacidad de resistir.

La historia de Camino Viejo, cuya actividad se desarrolla en toda Canarias, está marcada por mujeres. «Mi abuela materna, por la que siempre he sentido una admiración profunda y una gratitud inmensa, decía que el camino era el que conducía la vida a la verdad y no debíamos perdernos. Ella insistía en que aquel viejo recorrido era el único camino cierto», explica Santana sobre el origen del nombre de esta productora donde hoy la presencia femenina se perpetúa a través de Circe Santana, hija de Nati quien, junto a su hermano Aarón, comparte con ella la gestión de esta entidad cuya actividad se ha diversificado hacia las artes escénicas durante el último lustro gracias a la visión de ambos jóvenes. «Han sido muy generosos conmigo pero todavía me machaco por todo ese tiempo que cuando eran pequeños dejé de pasar con ellos», dice sobre su dificultad de conciliar familia y trabajo durante los albores de Camino Viejo, un asunto que más tarde ella volverá a abordar en la entrevista.

«Una vez me puse a buscar el nombre» de la empresa, prosigue sobre el porqué de Camino Viejo, «también descubrí que el nexo de unión entre nosotros y los municipios donde trabajábamos era precisamente la existencia de esa antigua vía» donde los intereses de las instituciones por contratar orquestas para sus festejos casaban con el perfil de los representados por Santana, a quienes había conocido durante sus 15 años de trabajo como mánager de artistas, actividad que Nati inicia en 1989. «Fue ahí donde todo empezó a cobrar sentido», admite.

Su incursión completa como promotora y representante arranca por su cercanía con el mundo del folclore, las murgas del Carnaval y la relación personal que mantenía con diversos artistas canarios. «A raíz de aquellos primeros años de duro trabajo y viendo que me había ganado la confianza de los programadores, las instituciones y un montón de empresas privadas, ya me planteé seriamente con un carácter más empresarial que Camino Viejo empezara a funcionar», recuerda Santana sobre los albores de la productora que en 2004 ya suena en los despachos de quienes gestionaban las agendas y recursos culturales o de festejos de Tenerife, Fuerteventura y Gran Canaria. Sobre aquel periodo Nati destaca en especial la generosidad de Braulio, «que fue uno de los primeros artistas en tendernos la mano».

La productora, a quien el mítico cantante y compositor canario se refiere de forma cariñosa como su «representanta», dice, lo conoce durante un concierto del intérprete en 2005. «Sucedió de manera natural, sin forzar nada», rememora antes de contar «qué significó aquello para mí. ¡Imagínate!», añade. «La verdad que fue muy importante y me hizo muy feliz. Eran momentos de cierta incertidumbre porque suponía una nueva apuesta; el momento de despegar; de curar heridas, salir y respirar de nuevo aire fresco... Me sirvió para retomar confianza en mí misma y sobre todo me permitió, nunca mejor dicho, volverme a levantar», confiesa Nati Santana sobre ese periodo y su momento personal ejerciendo de madre, de padre, de productora, de representante, de confesora, de consejera... Lo que viene a ser una auténtica mujer orquesta pero con la vida, la sociedad y un sector sumamente machista como público.

La apuesta de Camino Viejo fue cogiendo cuerpo y asentándose gracias al pico y pala diarios de su fundadora, quien vio cómo se iban abriendo otras puertas como el Carnaval de Las Palmas de Gran Canaria y posteriormente el de Santa Cruz de Tenerife.

«Yo era jovencita pero recuerdo a Anatol Yanovski, Hamid Blell y Pepa Luzardo, que me permitieron entrar a aquel nuevo equipo haciendo la producción nocturna del carnaval capitalino», otro pasito que le sirvió para comprobar que Camino Viejo «podía ser un proyecto empresarial bonito. Fue entonces cuando empecé a tejer un plan de futuro», añade antes de mencionar a su hermano Marcos Santana, «asesor fiscal que fue una pieza fundamental; no pude tener a nadie mejor que él. Su constante ayuda, la de su mujer, Dara, y la que iba llegando con nuevos clientes me demostró que este camino», el nuevo de Camino Viejo, «podía ser maravilloso y a día de hoy seguimos trabajando con las mismas miras, poniendo junto a mis hijos y el resto de la plantilla —doce empleados en total— todo el corazón y la razón en cada uno de los proyectos artísticos y mucha cabeza, sobre todo, en las decisiones económicas que tomamos», explica Nati haciendo referencia también al papel que en la empresa desarrollan a día de hoy sus dos hijos.

Circe se incorpora a la productora tras acabar sus estudios universitarios, reforzando la parte económica y haciéndose cargo de los proyectos teatrales y artísticos que cada vez han ido a más. Y Aarón, un brillante gestor en la producción, se suma oficialmente a Camino Viejo después de pasar tres años en Madrid trabajando para Pentación, afamada productora teatral donde contó con la complicidad de Jesús Cimaro. Así, la experiencia de Aarón y el empuje de Circe «han sido fundamentales», cuenta Santana, quien admite emocionada: «Con ellos dos en la empresa me siento segura, reforzada, tranquila y protegida».

Llevar el arte de «nuestra gente»

La fundadora de Camino Viejo retoma de nuevo el recorrido de la productora destacando como otro momento clave los trabajos que comienzan a desarrollar en otras Islas como La Palma y La Gomera además de las antes mencionadas. «Ya no se nos resiste ninguna», presume con el mismo orgullo que cuando afirma su «felicidad plena de poder llevar el arte de nuestra gente, de nuestros artistas, a los rincones de nuestro maravilloso Archipiélago».

Nati Santana, al ser preguntada sobre los sinsabores y las dificultades que rodean el mundo artístico, se muestra tajante: «Le voy ser sincera: yo sigo gozando de todos los apoyos del mundo y por ello me siento una mujer muy privilegiada a la cual no le han regalado nada. Soy muy feliz en mi trabajo aunque soy muy pero que muy exigente, pero eso también es lo que ha ido consolidando nuestro proyecto empresarial. Usted lo ha dicho: es una profesión un tanto dificultosa pero mi mensaje siempre es claro y directo. Esto es un trabajo, aquí venimos a trabajar y a dar lo mejor de cada uno de nosotros; no hay margen de error y para que eso se entendiese tuve y he tenido mis más y mis menos con unas y con otros pero también, cuando ha pasado el tiempo, hay quien ha entendido el mensaje y quien no… ¡Salud y suerte!», les desea.

La colaboración y la ayuda ha sido bandera de Camino Viejo «porque quizás en nuestros inicios hubo quien me tendió generosamente sus manos. No sería nada honesta y, sí, antes nombré a mi hermano, pero dejo atrás a Mamé, Fátima, Ana, Toni y Manolo Feo, que también me allanaron el camino cuando no sabía cómo transitar los circuitos de teatro en Canarias. Me brindaron toda su ayuda y les recuerdo a menudo; lo digo desde el corazón», cuenta antes de admitir que aún cuelga en la oficina de Camino Viejo una foto de Manolo Feo. «En cada paso que damos están sin duda sus huellas».

«En lo que no pierdo ni un solo segundo es en la crítica» —dice la productora—. «No voy a entrar en ese terreno absurdo, hostil, desagradable y a veces hasta penoso», comenta sobre aquellos que han puesto palos en las ruedas de Camino Viejo. «Mi tiempo es tan valioso que cada segundo lo aprovecho para seguir creciendo, cuidando el camino, atendiendo a mi gente. La vida no es rivalidad, ni tan siquiera competitividad; es generosidad, empatía, sentimiento, pasión y yo me quiero seguir yendo a mi cama con la cabeza en paz. Si alguien ha entendido alguna vez que mis acciones o palabras eran ofensivas asumo ese error pero no voy ya buscando el enfrentamiento. De hecho, lo evito, me aparto y sigo mi hermoso y fértil camino».

Tres momentos del camino

Tres momentos han marcado los últimos años de Camino Viejo aunque su fundadora, Nati Santana, sólo menciona dos: el Covid 19 y la invitación de la organización de las carnestolendas de Las Palmas de Gran Canaria para que este 2024 fueran las orquestas los pregoneros de las fiestas más importantes de la Isla.

Aquellos que ella decidió apoyar en sus inicios, por fin alcanzaban el reconocimiento que merecían. «A lo largo de todos estos años hemos caminado juntos en el negocio artístico. Si miro atrás ha sido un recorrido de constante lucha para dignificar la profesión, situar a las orquestas con el empuje de todos en el panorama o el mercado peninsular, para lo cual fue crucial el respeto mutuo con el fin de allanar un camino que a priori no fue nada fácil para ninguno, pero hoy sentimos el privilegio de haber transitado de la mano esa vía y haber abonado el camino para las generaciones que vienen».

Con respecto a la pandemia de la Covid 19 recuerda Nati Santana su arriesgada decisión de no cerrar la empresa. «No fue nada fácil», admite. «Sabíamos que podría ser una época bastante complicada, como al final lo fue, pero también tuvimos claro que debíamos estar para todo aquello en lo cual nos pudieran necesitar los ayuntamientos y, especialmente, para no dejar tirados a los artistas. Me mantuve al frente y eso hizo que pudiésemos mantener la ayuda que se iba gestionando de algunos eventos vía streaming... Hubo mucho vértigo, mucha inestabilidad para todos pero también supimos estar y hoy nos sentimos muy orgullosos de lo que realizamos en esa etapa. Es más, no dejamos de producir, estrenamos incluso proyectos familiares para alegrar aquella Navidad de restricciones a las familias y en especial a los más pequeños».

Y precisamente de pequeños va ese tercer momento de Camino Viejo y Nati Santana que ella no nombra pero todos quienes la conocen saben cuánto le importa: la han hecho abuela. Pero de las de babear. Así que ahora a aquello de haber ejercido de madre, de padre, de productora, de representante, de confesora y de consejera se le une la tarea de ser abuela... El estreno más importante de sus últimos 20 años y un instrumento más en la orquesta que ha dirigido sobre el escenario de la vida esta mujer incombustible que, en 1990, cuando una jovencísima era entrevistada por el periodista Salvador Sagaseta. Nati declaraba entonces: «No hay petróleo en el jardín. Todo hay que ganárselo en este mundo». Y ella, sin duda, lo logró.

La madre que no se perdona sus ausencias

Buen día este primer domingo de mayo para recordar que algunas madres que ya superan la edad de 50 años nunca tuvieron la oportunidad de conciliar la vida profesional con su vida personal. Y Nati Santana, fundadora de Camino Viejo, es un clarísimo ejemplo. «He sido una afortunada por contar con la complicidad y comprensión de mis hijos Circe y Aarón haciéndolos, por momentos, partícipes de mis trabajos pero también en otros momentos debían entender que mamá no podía estar con ellos en todo. Fueron muy generosos pero yo he renunciado a disfrutar junto a ellos de muchas ocasiones. Eso no me lo perdono yo tanto», admite Nati Santana, «pero ellos sí porque son unos seres muy generosos, bien bonitos de corazón... De eso estoy superorgullosa. Tuve que trabajar duro en aquellos años para introducirme y formarme para abrirme paso en esta profesión donde es básico el conocimiento, además de ejercer como madre y padre» una tarea que no se enseña en ningún libro ni tampoco en la universidad.

Una vez superado ese período inicial de capitenear «una sola este barco», argumenta; «de recibir embestidas y labrarnos este fantástico camino, creo que para mis hijos el haber estado desde pequeños vinculados al proyecto, viviendo cada paso, las experiencias, las producciones... Ellos esto lo llevan en vena y una vez acabaron sus estudios académicos se incorporan a Camino Viejo donde aportan una visión nueva que sólo añade esa impronta de la juventud. ¡Qué le voy a decir! Para mí es un privilegio. También es cierto que en esta casa cada miembro del equipo suma, aporta y todos remamos en la misma dirección», matiza sobre la labor del resto de la plantilla y colaboradores de Camino Viejo.

En ese sentido, la productora cuenta que cada día se levanta «con las ganas de aprender algo nuevo, me inquieta, y de cada error ha surgido una gran oportunidad de aprendizaje. Hay que tener sueños para tres vidas», admite sin ocultar cuánto le satisface el hecho de que Camino Viejo siga siendo una empresa bastante querida. «Así lo sentimos: respetados, queridos... Sólo tenemos palabras de eterno agradecimiento hacia todas y cada una de las personas que están o han estado vinculadas a la empresa».

«¿Y dónde se ve dentro de otros 20 años?», preguntamos a Nati Santana. «Pues yo espero que aquí mismito, es este mismo lugar donde empezó todo», en ese camino viejo del cual tanto le habló su adorada abuela.

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