Alimentación

La subida de precios y los platos procesados contribuyen a frenar el desperdicio de alimentos

Los platos de carne son algunos de los que menos se reaprovechan en los hogares.

Los platos de carne son algunos de los que menos se reaprovechan en los hogares. / RESTAURANTE LA CABRERA

María Jesús Ibáñez

La subida generalizada de precios y la consiguiente caída del consumo, el recurso a más platos procesados (que de paso ahorran tiempo en la cocina), más comidas fuera de casa y unas compras mejor planificadas son algunos de los factores que han contribuido a reducir el desperdicio alimentario en los hogares españoles hasta niveles mínimos. Tiramos menos comida fresca a la basura, pese a que aún hay familias que todavía no han tomado conciencia del problema ambiental, económico y social que supone el despilfarro de alimentos. Así, según los datos que desde 2017 recoge el Ministerio de Agricultura y Alimentación, los mayores de 50 años son el grupo de población que más aumentó su desperdicio el año pasado, especialmente aquellos que conviven con hijos ya mayores.

El pico de derroche de alimentos se alcanzó en 2020 cuando, con el confinamiento que impuso el covid, los domicilios españoles desperdiciaron 1.364 millones de kilos de comida y bebidas. Desde entonces, el regreso a la presencialidad en el ámbito laboral, sumado a tendencias como la de comprar cada vez más productos procesados, preparados fuera de casa, o la de consumir un solo plato único han impulsado un descenso hasta los 1.170 millones de kilos de 2022, el último ejercicio completo del que hay datos disponibles. 

"Es cierto que ha disminuido el desperdicio de comida, entre otras razones porque, en términos globales, también se ha reducido el consumo", observa Pietro Tonini, investigador del Institut de Ciència i Tecnologia Ambiental de la Universitat Autònoma de Barcelona (ICTA-UAB), que recuerda asimismo que "hay una parte importante de los alimentos frescos, en torno al 80% de cada producto, que por sí ya no es comestible, como las pieles o los huesos". Y los datos del ministerio, prosigue Tonini, no tienen en cuenta esa parte. "Como en los últimos tiempos ha aumentado la presencia de alimentos procesados en los hogares, es lógico que esos hogares estén produciendo menos residuos orgánicos porque ya no han de separar esas partes no edibles", agrega el investigador del ICTA.

El estudio del ministerio también atribuye parte de la mejora a la mayor concienciación ciudadana y a la puesta en valor que en los últimos años está teniendo todo lo relacionado con la gastronomía. Eso se nota, sobre todo, en el porcentaje de productos frescos que ya no terminan en la basura, que ahora representan un 78,6% del total del desperdicio frente al 87,5% que suponían en 2017. "Son datos positivos, desde luego, pero no se tendrían que generalizar, porque frente a esas familias concienciadas todavía hay un grupo importante de hogares que no lo están. Lo interesante sería conocer dónde viven esas personas, cuántos son en casa o qué formatos de productos tienen disponibles en los supermercados", advierte Raquel Díaz, directora de la Fundació Espigoladors e investigadora sobre desperdicio alimentario.

Con todo y pese a la tendencia generalizada a la baja, aún hubo 125.942 hogares que generaron más despilfarro que en 2021. De media, estas casas desaprovecharon 5,43 kilos de alimentos por persona y año, frente a los 5,33 del año anterior.

En 2022, un 29,2% de los 17,9 millones de hogares que hay en España aseguraban que ya no desperdiciaban ningún alimento. A ello podría haber ayudado también la incorporación de la tecnología, tanto a la hora de cocinar como a la de hacer la compra, una realidad que ha cobrado fuerza en los últimos años y que, según todos los indicios, seguirá haciéndolo en los venideros. "Existen congeladores que notifican cuándo un producto está en mal estado y neveras que avanzan la lista de la compra", señalaba Jordi Salvador, director de proyectos en la consultora PriceWaterhous Coopers (PWC), en un reciente estudio sobre las tendencias de alimentación en Catalunya.

Y aunque la presencia de este tipo de electrodomésticos inteligentes es todavía reducida (a finales de 2019 solo un 3,9% de los hogares mundiales los tenían), "las previsiones a futuro apuntan a que se llegará a los 75.000 millones de dispositivos en todo el mundo en 2025", agrega el informe de PWC.

Otra de las claves pasa por calcular mejor las raciones, es decir saber cuánto hay que comprar y cuánto se va a comer para evitar que queden restos en el plato. "Este es un tema cultural que cada vez se está ajustando mejor, tanto en el hogar como en los restaurantes", reflexionaba el ministro de Agricultura y Alimentación, Luis Planas, en la presentación, tras el Consejo de Ministros, del proyecto de ley para combatir el despilfarrio alimentario.

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