Tenía 10 años. Un año antes se había quedado huérfano de madre, quien murió a los 37 años en el parto de uno de sus hermanos. Iba desde Cofete a Morro Jable todos los días, caminando descalzo por la vereda del Ciervo, para aprender a luchar. Es José Viera, el Faro de Jandía, toda una figura del vernáculo deporte e ídolo de uno de los tiempos más gloriosos de la lucha canaria.

Está a punto de cumplir 55 años, y desde su infancia aprendió a luchar fuera y dentro del terrero, con nobleza pero con la dureza de las circunstancia que le han rodeado, como cualquier ser humano, sólo que al Faro a veces el destino le ha querido pe-gar una chascona, un tanto tramposa. Pero él se defiende, y contraataca, con el fecho y el poder que tiene, y que siempre enseñó en la arena.

Su terrero de vida ha sido y es Cofete, uno de los parajes naturales más bellos de Canarias, siempre en el punto de mira del especulador de turno, celosamente guardado por sus ocasionales habitantes, y sobre todo por los pastores que en este singular territorio tienen a sus ganados.

José Viera, el Faro de Jandía, no sólo vive del restaurante que tiene en Cofete, donde el caldo de pescado de mero, con un buen escaldón de gofio, o la sabrosa carne de jaira hacen las delicias y reconfortan después de la tortuosa carretera de tierra (y que siga así de por vida).

El Faro también conserva la tradición pastoril, que lleva en sus genes como buen majorero. Además del ganado de costa que tiene, y que recoge en las famosas apañadas de Cofete, tiene un corral frente al mismo restaurante de Cofete donde guarda 85 cabras, 25 gallinas, una burra (a la que bautizó Enriqueta) y algún que otro macho. Con todo este ganado, cuatro perros de razas diversas para acompañar al puntal de Cofete, al Faro de Jandía.

A él también le ayuda a cui- dar su corral Laureanito, un niño de 12 años que les echa de comer a los animales. Y Agustín, otro genuino personaje de Cofete, que es el que le pica el pan duro que le sobra del bar para echarle al ganado.

El puntal pesa 162 kilos, mide casi 2 metros y es el séptimo de 12 hermanos, de los cuales le quedan vivos 10. Es todo un forofo del folclore canario. Se echa sus piezas con el timple y entona con el carcañal las más genuinas coplas populares majoreras. De hecho, en las fiestas de San Juan, en Cofete, su restaurante se convierte en punto de referencia del mejor tenderete musical, y del otro.

El Faro de Jandía de chico luchaba para jugar con otros niños en las sementeras de Cofete, donde luego se plantaba el grano. Pero fue el grancanario Manuel Trujillo Pollo de La Barranquera I quien le descubrió y metió en las competiciones de lucha canaria, siendo el bregador (en el más amplio sentido de la palabra) teldense su primer entrenador.

Para ello, se pegaba a diario las caminatas por la arenosa vereda de Cofete hasta Morro Jable, de seis kilómetros, ida, y otros tantos de vuelta, para aprender el mejor arte del ancestral deporte canario.

Después de triunfar en Los Sauces de La Palma o en el Maspalomas de Gran Canaria, el Faro de Jandía era un baluarte como puntal de Fuerteventura de los equipos de su tierra: Tuineje, Rosario, Pájara y Unión Jandía, donde se retiró a los 37 años, en 1997.

Su poder, estampa, arrojo, valentía y coraje eran el respeto más grande que se le tenía, y hoy aún se le recuerdan sus agarradas más afamadas. Memorias que comparte en las paredes de su restaurante en Cofete, con viejos retratos suyos en distintas formaciones de lucha canaria. Cuadros, fotos y objetos con mucha historia que adornan todas las paredes del restaurante, aunque antes había más. Ahora, su yerno el sevillano Alberto, el de su hija Juana, le ha "colonizado" la parte central de la pared, con estampas de su patrona la Virgen de la Macarena, de su club, el Sevilla, y de demás personajes de la capital hispalense. El Faro, casado con Saro desde hace 32 años, con quien tiene tres hijos: Rubén, Juana y Yeloisa, guarda también en Cofete las imágenes más entrañables de otro tiempo. Y cerca de la playa, a poca distancia del poblado principal y del bar de José Viera está el cementerio, en cuya arena están enterrados sus abuelos paternos así como una de sus hermanas. Todo en Cofete, el auténtico terrero de la vida del Faro de Jandía.