El fuego amenaza la Cumbre grancanaria

Tenteniguada coge resuello

Algunos vecinos de los caseríos más pegados al fuego no pegaron ojo durante la noche

La contención del incendio alivia a los residentes de la parte alta de Valsequillo

Tenteniguada coge resuello |

Tenteniguada coge resuello | / José Carlos Guerra

Juanjo Jiménez

Juanjo Jiménez

Los vecinos de Tenteniguada vivieron una noche con los ojos puestos en la corona que rodea el municipio de Valsequillo, teñida de un rojo contenido que a más de uno mantuvo en vela ante la posibilidad de tener que evacuar sus casas. El alivio llegaba con una mañana en la que el fuego se mantuvo confinado en el entorno de La Caldera de Los Marteles, sin llegar a volcar hacia El Rincón ni Cuevas Blancas.

Tomás Fleitas Benítez ha pasado mejores noches que la de la madrugada de este miércoles 26 de julio de 2023.

Lleva 48 años viviendo en El Rincón de Tenteniguada, en el municipio de Valsequillo, una gigante y bucólica ladera a los pies del contundente Roque Grande, una suerte de monolito que cuelga de las cumbres, pegado como una lapa, a 1.543 metros sobre el nivel del mar y monumento geológico de la Reserva Natural Especial de Los Marteles.

El fuego iniciado en la tarde del martes casi en la otra banda de la cumbre, en el Cortijo de Huertas, una esquina que hace de cancela a Llanos de la Pez, comenzaba a alumbrar de rojo al caer la noche el pretil tapizado de pinar que corona como una diadema todo el municipio de Valsequillo, con el Rincón de Tenteniguada en el primer asiento del espectáculo y, por tanto, erigiéndose en el primer caserío con fundamento susceptible de ser evacuado en caso de que las pavesas comenzaran a precipitarse cuesta abajo.

Tomás Fleitas Benítez se está tomando un café para reponer las madres en la barra del más que concurrido bar de Tenteniguada a esas horas de la mañana, y que lleva el también tórrido nombre de Grill Las Cañas.

Cuenta el hombre que ya por la tarde efectivos de Protección Civil y Guardia Civil se hacían visibles en el muy lugar, de ahí el cante de la presencia.

Desde que la barra de nubes se esfumó, reapareció el primer enjambre de helicópteros

Si miraba de frente observaba a las fuerzas de seguridad y si miraba para arriba una humacera del carajo que iba cogiendo forma a medida que pasaba el rato, cada vez más gorda, más densa, y sobre todo, más larga.

Le vinieron a decir que preparara algunos bártulos de fortuna para pasar unos días fuera, en caso de que aquella nube fuera bajando, y ya a partir de ahí se quedó trasteando porque, razona, «¿quién duerme con el humo tan cerca? ¿quién?»

Tenteniguada coge resuello

Tenteniguada coge resuello / Juanjo Jiménez

Él no, desde luego. Hasta armó esa mochila por si había que salir a escape de un momento a otro, porque no en balde precisamente su vivienda es una de las más escoradas a la punta de arriba. Así que después de cumplimentar la valija, dejó el coche virado para abajo, con el capó enfilado a la costa, para evitar pejigueras de maniobras.

Ya al volverse todo negro tras la caída de la tarde, observa como la corona arde en rojo bermejo dentro de aquellos vapores de la combustión: «La verdad, que fue lo nunca visto aquí», recuenta Tomás Fleitas Benítez, preguntando al resto de la parroquia para corroborar el dato.

Y lo explica abriendo mucho los ojos, como si la combinación ‘catástrofe-Rincón de Tenteniguada’ resultara un imposible, allí donde está su casa, ubicada «por debajo del fuego», ilustra levantando el brazo hacia el cielo caliente, «con mis papitas, los almendros, lo perales, los manzaneros...»

«O en este Tenteniguada», que ejerce de ‘capital’ del Rincón, y en la que todo el mundo se da las horas y los buenos días, donde el que más o el que menos te pregunta por sus cosas, o se pasa revista a los predios más susceptibles de sufrir un desperfecto, como ocurre con las algo más alejadas casas del diseminado de Cuevas Blancas.

Allí están «las del guarda de la presa», como recuenta con el rigor de un registrador de la propiedad, un tertuliano del Grill Las Cañas, «la de Lucía, la de Jacinto, la de Zacarías, ah, la de Nemesio, y la de Clemente, que es la que está más arriba».

Cuando Tomás Fleitas termina con el cortado llega Juan Antonio Santana Pérez, otro enamorado más del lugar, al que arribó hace 19 años a cuenta de trabajar en la ferretería Las Vegas.

Y nada, que dice que también se pasó toda la noche en vela pero bajo una nueva mecánica: la del cigarro-tele-ventana.

Olor a chamusco

El primer aviso le llega a Juan Antonio por «la tele autonómica, cuando allí veo al alcalde de Tejeda» explicando el asunto. Ahí ya se enganchó al noticiario, «pensando en los amigos de El Rincón de Tenteniguada», acrecentado en la incertidumbre por el olor a chamusco que le llegaba en directo proveniente de la mismísima Caldera de Los Marteles, pensando que si las llamas se cruzan desde allí hasta Roque «entonces sí que nos tendríamos que marchar con lo puesto».

A las diez y cuarto, en otra entrega del cigarro-tele-ventana, «veo el cielo rojo total», momento en el que ya el burro se cagó en las papas y no volvió a pegar ojo, de hecho fue retrasando la cena «a medida que anunciaban cuando salían las ruedas de prensa».

Fleitas preparó una mochila y dejó el coche virado hacia la costa, para evitar pejigueras de maniobras

En resumen, que tanto se fue calentando la cabeza el señor Juan Antonio Santana Pérez, que comenzó a cavilar «en cómo ofrecer mi casa para los posibles evacuados, o para ver cómo podría ayudar en los traslados, para socorrernos entre todos por si fuera necesario”, y ni siquiera a la una de la madrugada, cuando «bajó el humo y se metió en la neblina», se le devolvió el ánimo.

Tenteniguada coge resuello

Tenteniguada coge resuello / Juanjo Jiménez

Ni siquiera lo lograron los reportes que emitía el Cabildo cuando todo quedó a oscuras. «La población de Valsequillo no debe alarmarse. De noche las llamas se ven con más intensidad, pero se está trabajando en el flanco izquierdo. Hay buenas condiciones y no hay previsión que el fuego avance hacia Tenteniguada u otras zonas pobladas durante la noche».

El resuello le regresó al despuntar del alba. Con el clareo, el rojo se fue destiñendo, aplastado por el mar de nubes que orillaba precisamente en la zona de fuego. Los equipos de extinción anunciaban que sí, que la cabeza del desastre se encontraba en el borde superior de la Caldera de Los Marteles, pero que no había recorrido una gran distancia por ir a contraviento, «partiéndose la cabeza en varios frentes más pequeños».

Como un lirón

Además, insistían en que durante la noche los trabajos se habían concentrado justo en el lugar que más preocupaba en Valsequillo, centrado en el entorno de Roque Saucillo y Cuevas Blancas, donde Lucía, Jacinto, Zacarías, Nemesio, y Clemente.

Poco después, desde que la barra de nubes se esfumó, apareció el primer enjambre de helicópteros, y se abría la vía que conecta Cruz de Los Llanos y Llanos de la Pez, dando algo de tranquilidad al personal, mientras se sucedían las notas más técnicas, con un 70 por ciento del flanco izquierdo controlado, que era el que más interesaba en Tenteniguada.

Y rianga más gente en el Grill Las Cañas, que luce grandes fotos antiguas de coches de hora en formación en esa misma Tenteniguada, con un muy interesante Peugeot 504, matrícula GC-27084, y con la joven Sara Falcón repartiendo con geito la creciente demanda de la mañana.

Son cafenes, y algún -«salud y que todo salga bien»-, tanganazo suelto, principalmente, para sentar las madres después de un susto que, no obstante, y porque todo hay que decir, fue vivido en distintas intensidades, desde el cero absoluto al siete u ocho.

Pedro Martín durmió tranquilo: «Una semana antes de San Juan siempre limpiamos el entorno de las casas»

Justo el cero se encuentra la de la propia Sara Falcón, que confiesa mientras friega un viaje de vasos, «que yo dormí toda la noche como un lirón».

Más o menos sacó la misma clasificación Tino el Gato, que es como se conoce con más amplitud a la persona de Agustín Peñate, célebre en cualquier cochafisco festivo de la tierra por su dominio del asado, lo mismo sean cochinos como toros que humildes piñas de millo.

El Gato maúlla, medio en serio, medio en broma, «que ojalá el fuego hubiera bajado para que haga una buena limpieza», y se niega en rotundo a revelar el secreto de su dominio con el fuego: «si le enseño el nido, usted se mama los pájaros».

Berros y jaramagos

Igual de tranquilo, -«dormí como un roque»-, es el caso de Pedro Luis Martín, compadre de El Gato y que le equipara en fama pero en versión potajes de berros y jaramagos, condutos que pergeña en volúmenes espectaculares, en perolas tales que si no fuera por la carne, el caldo y la propia verdura bullendo podrían confundirse con un jacuzi de dos plazas, como ocurre cada vez que se celebra la afamada fiesta del Día de las Tradiciones de El Rincón de Tenteniguada.

La memoria de los residentes de la zona no recuerda un episodio similar con el peligro tan cerca

Pero no es ese su único conocimiento de eficacia. Ahí dónde el vive se aplica la mejor receta para conciliar el sueño en las noches de fuego. Preocupado sí, pero tranquilo, «porque todos los años una semana antes de San Juan limpiamos todo el entorno de las casas justo para evitar incendios». Y, visto lo visto, para evitar noches en vela.

A la izquierda, un momento de la tertulia formada durante la mañana de ayer en el bar Grill Las Cañas que se encuentra en la calle principal de Tenteniguada, y con Tomás Fleitas en primer plano, tras pasar la noche pendiente de una orden de evacuar. En la imagen superior, imagen captada a primeras horas del día, con el humo asomando por encima de El Rincón de Tenteniguada, y a la derecha, uno de los helicópteros que participaron en el dispositivo de extinción, ayer.|

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