El hotel de las abejas solitarias en Santa María de Guía

Está situada cerca del área recreativa de Santa Cristina, en las medianías de Guía. Pero no se trata de unos terrenos agrícolas tradicionales en el que nacen frutas y verduras. La ecofinca Selva Doramas alberga el primer hotel de abejas solitarias y es el oasis de las mariposas, y reúne en sus casi 19.000 metros cuadrados de cultivos ecológicos un bosque con 400 frondosos aguacateros, ha reforestado unos 300 árboles de laurisilva, cuenta con una granja escuela y una ecovilla con grandes comodidades para turistas. Como añadido, acoge numerosas actividades lúdico-didácticas sobre gestión sostenible para niños y adultos.

El grancanario Jaime Rodríguez había vivido el sueño americano. Estudió Historia y Arqueología, realizó excavaciones en Gran Canaria, Granada y se formó también en Austria, hasta que decidió coger las maletas, subirse a un avión e irse a Estados Unidos.

Durante los siete años de estancia en Norteamérica, tuvo tiempo para trabajar en el Museo de Nueva York (el segundo más antiguo del país) como educador y diseñador de programas, además de ejercer en otros centros como docente, siguiendo una pedagogía alternativa e inclusiva. Hace tres años volvió a su isla a buscar otros sueños, bajo la premisa de que iba a continuar realizando aquello en lo que se siente más satisfecho y realizado, como es la educación ambiental.

Cuenta con una granja escuela, y una ecovilla para que una decena de huéspedes convivan en este entorno

Jaime Rodríguez adquirió una finca en bancales de 1,9 hectáreas localizada en Barranquillo Frío, a 750 metros de altitud sobre el nivel del mar, junto a muchas tierras de cultivos tradicionales.

Bajo la denominación de la ecofinca Selva Doramas surge ahora un reducto de agricultura ecológica y sostenible, en un entorno rural marcado por su pasado. No en vano, hace cinco siglos aquel paisaje de bosque subtropical endémico se expandía por una octava parte de la isla, hasta quedar reducido en estos momentos casi a la nada.

«Nuestra finca se encuentra en el espacio que ocupaba hace 500 años la antigua Selva Doramas, una extensa masa de laurisilva que dominaba 19.000 hectáreas. Hoy en día se pueden observar vestigios de esa selva en nuestra finca», señala el promotor de esta explotación agrícola en plena producción, que tiene como parte de la misión de esta Selva Doramas recuperar la flora propia de esta zona de la isla e integrarla dentro de un asentamiento humano sostenible.

Peras, naranjas, maracuyás

«Decidí apostar por lo sostenible y por el kilómetro cero», señala el empresario, que se ha esforzado en estos años en regenerar el suelo de las tierras en terrazas, para poder poner el sello de ecológico y vender la producción en un puesto especializado en el Mercado de Guía, usando para ello técnicas de permacultura, como enterrar materia orgánica de sus podas.

Las explotación cuenta con un antiguo bosque de unos 400 aguacateros, además de 300 frutales (cítricos, perales, maracuyás, guayabos,...), que se entremezclan con 300 árboles de laurisilva reforestados. Entre las más de 50 variedades de endemismos surgen fayas, brezos, viñátigos, paloblancos y barbuzanos. Así como fauna endémica, como el herrerillo canario, el abejorro culiblanco y la mariposa maculada canaria.

El primer año con la marca de ecológico recogió cerca de 4.000 kilos de frutos, y espera cuadruplicar esta cantidad en poco tiempo.

Uno de los programas estrella que impregna la explotación es el hotel de abejas solitarias, trabajando para ello con la permacultura, un modelo de agricultura alternativa que nació en los años 60, que busca el equilibrio armónico del paisaje y las personas mediante el diseño y mantenimiento de ecosistemas agroecológicos y productivos, plantando endemismos. El objetivo es atraer a la avifauna de insectos, produciendo alimento, energía, cobijo y otras necesidades no materiales de una manera sostenible.

Una forma de llamar la atención de las abejas es usar estructuras hechas por ellos mismos con la madera de las podas. Para ello, los troncos se agujeran para dar cobijo a las abejas solitarias, aquellas que están fuera de las comunidades. El mejor alojamiento es el roble, pero también valen los aguacateros. Para hacernos una idea de su relevancia, Gran Canaria reúne 76 especies de abejas, de las cuales 23 son endémicas y no siempre viven en comunidad, por lo que deambulan en libertad total.

Para habilitar estos hoteles que sirven como refugio natural y para anidar se hacen agujeros con brocas de distintos diámetros (por lo general del tamaño de un dedo, solo por un lado de la madera) y unos cinco centímetros de profundidad. En estos pequeños huecos ponen sus huevos las abejas en primavera, tras sellar estos orificios (con barro y tierra, en el sistema alfarero; o con material orgánico, como celulosa). Estos nidos se orientan hacia el sur, para aprovechar el calor, y ahí dentro producen miel solo para sus bebés (por lo que no da pie a la producción a gran escala).

Jaime Rodríguez asegura que no conoce a nadie en Canarias que esté estudiando esta metodología, que permite atraerlas a sus flores. El objetivo es que favorezcan la polinización y la producción frutal en la finca.

El proyecto de ecofinca se complementa con otras iniciativas. Entre ellas, la granja escuela para divulgar una sensibilidad medioambiental, dirigido a escolares y bilingüe (español-inglés).

El gallinero ecológico reúne a decenas de gallinas bajo una controlada dieta alimentaria regulada por veterinarios, permitiendo también disponer de una producción de huevos ecológicos. «Nuestras gallinas viven al aire libre, pasan el día jugando y se relajan mientras escarban buscando bichitos», según destaca la empresa. A su vez, una vez al mes reciben visitas de los alumnos de quinto año de Veterinaria de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria para realizar prácticas en el gallinero ecológico.

En este campo de la zona alta de Guía se moldea la concienciación ambiental. Se trata de propuestas propias, usando el modelo curricular canario de la asignatura de Conocimiento del Medio, que busca aprovechar la curiosidad.

La finca trabaja la agricultura regenerativa, que se configura como «un sistema ecointeligente que integra suelo vivo, plantas y animales. Estamos comprometidos con la misión de devolver la fertilidad al suelo y para ello trabajamos con microorganismos vivos».

La labor de reforestación directa también ha permitido potenciar el trabajo de dispersión de semillas que realizan las aves de forma natural, mediante la instalación de una estación de avituallamiento con comederos cargados con frutos de árboles de laurisilva.

Para monitorizar el comportamiento de las aves que se alimentaban de estos frutos se instalaron dos cámaras de trampeo con sensores de movimiento. Este proyecto parte de la colaboración con la asociación Fénix Canarias, y se ha realizada con la ayuda de la Fundación La Caixa.

Ecovilla para 10

Selva Doramas forma parte también desde hace dos años de la Red Nacional de Oasis de Mariposas. «Con la Asociación Zerynthia hemos ido plantando flora endémica que atrae a especies de mariposas endémicas. Una de estas plantas es el oritigón de monte, que es la planta nutricia de la oruga de la mariposa Vanessa vulcania, una variedad endémica de Canarias cuyo hábitat más común suele ser el bosque de laurisilva».

La finca cuenta con una edificación que sirve como alojamiento para los amantes del agroturismo, con capacidad para alojar a una decena de personas. «Les ofrecemos la posibilidad de participar también en las tareas propias del mundo agrícola», resalta Jaime Rodríguez. La ecovilla cuenta con un área de barbacoa con una amplia terraza para disfrutar del lugar y un jacuzzi, además de otras comodidades.

La vida en el campo se complementa con actividades didácticas, enfocadas a niños y adultos. «Damos mucha importancia al contacto con la tierra a través de las labores propias del campo. Apostamos por el trabajo al aire libre en la finca y fomentamos el uso de la naturaleza como aula de aprendizaje», teniendo a los niños como protagonistas.

Uno de los programas en marcha es ‘Domingo en familia’, que invita a mayores y niños a conectar con la naturaleza y a conocer el funcionamiento de la granja ecológica. «El camino de los sentidos permite tener una experiencia sensorial, tanto con la vegetación como con los pájaros».

Otra de las actividades es la búsqueda familiar del tesoro, que es otra manera de conocer la finca en equipo. Incluye pruebas de orientación, con brújula, acertijos, rompecabezas y pruebas de habilidad.

Selva Doramas organiza con regularidad talleres con la presencia de expertos en distintas aéreas ligadas al campo y a su filosofía, como puede ser la biología, etnografía, fauna, agricultura ecológica y avifauna. Hace unos días contó con la presencia de la experta en flora canaria Isabel Hidalgo, que mostró a los visitantes técnicas de control de plagas y reforestación con especies endémicas, entre otros conocimientos.

También acogen retiros espirituales, en los que practicar yoga y zoonoterapia, además de tomar parte en cursos prácticos.

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