Resistencia canaria en la Cumbre

En 1482 los canarios solo conservaban los territorios de la Trasierra y algunos valles altos del Norte y Noreste tras haber abandonado casi todo el borde del litoral

La Fortaleza del Roque de Cuevas del Rey, en la Sierra del Bentayga.

La Fortaleza del Roque de Cuevas del Rey, en la Sierra del Bentayga. / Cedida

Julio Cuenca Sanabria

La arqueología de los conflictos armados y su materialización más evidente, como son las confrontaciones armadas, conforman una especialidad en el campo de la arqueología de muy reciente implantación en España, aunque en determinados países europeos este tipo de investigaciones arqueológicas relacionadas con los conflictos armados constituye una tradición ya consolidada desde hace décadas. En Canarias, las investigaciones arqueológicas relacionadas con conflictos armados son escasas, siendo una salvedad las intervenciones realizadas por nosotros en la Fortaleza de Las Isletas y El Baluarte de Mata, en la ciudad de Las Palmas, a principios de este siglo.

Una de las investigaciones arqueológicas mas recientes e importantes a la vez que mediáticas en este campo realizadas en España lo ha sido la excavación del Castillo de Alarcos, una fortaleza medieval inacabada, que estaba siendo construida por el Rey Alfonso VIII cuando se produjo la batalla de Alarcos entre las tropas almohades y el ejercito del rey Alfonso, con nefastas consecuencias para las tropas cristianas, que fueron diezmadas y la fortaleza tomada, lo que provocó el retraso de la reconquista por espacio de más de 60 años. Aquella histórica batalla aconteció en el mes de julio del año 1195. Centenares de caballeros y peones cristianos fueron masacrados y sus cuerpos, con sus arneses de guerra y armamento roto, fueron enterrados como despojos en las fosas del Castiillo de Alarcos, entonces en construcción. Las excavaciones arqueológicas dirigidas por el departamento de Medieval, de la Facultad de Historia de la Universidad de Castilla-La Mancha han dado con parte de los restos de esa batalla, encontrado los restos humanos y hallado un importante arsenal de armas medievales.

Hechos de armas

Durante la Guerra de conquista de Gran Canaria (1478-1484) sucedieron muchos hechos de armas que se resolvieron con distinta suerte tanto para el ejercito invasor como para los canarios, aunque debido a la larga guerra, poco a poco los canarios fueron perdiendo terreno, sobre todo en las tierras bajas de la Isla, y no les quedó otra opción que organizar la resistencia en el corazón de las tierras altas, en el centro montañoso de Gran Canaria, en la mítica Caldera de Tejeda, cuyo nombre original se ha perdido y de la que habían oido hablar los castellanos pero donde no habían entrado nunca.

En el otoño de 1482, cuentan las crónicas de la Conquista de Gran Canaria, se produjeron en la Caldera de Tejeda los últimos acontecimientos bélicos más importantes de la cruenta guerra que durante cinco largos años había librando contra los canarios el poderoso contingente militar enviado en el año 1478 por la Corona de Castilla para anexionarse por la fuerza la isla de Gran Canaria.

Muchos otros ya lo habían intentado en el pasado, pero siempre habían sido derrotados y expulsados de la isla. Pero ahora, con el empeño del pujante reino de Castilla por anexionarse esas islas del Atlantico medio, los recursos para la guerra eran casi ilimitados. Tropas de refresco, armas, víveres y dinero, llegaban con regularidad al campamento militar del Real de Las Palmas y al Fuerte de Agaete.

Por el contrario, los canarios tuvieron que soportar años de carestías y privaciones, racionando los recursos alimenticios y teniendo que abandonar tras los primeros embates las tierras más productivas de las zonas medias y bajas de la Isla porque allí no estaban seguros. Además. no podían reponer las bajas humanas de la contienda. Solo les quedó la opción de refugiarse en el interior montañoso de la isla.

El mayor descalabro de las tropas castellanas durante la conquista de Gran Canaria fue la batalla de Ajodar, un hecho bélico que aconteció en la fase crepuscular de la guerra, creemos que en la Caldera de Tejeda

Por parte de los canarios se sabia que la guerra estaba ya perdida. Después de cinco años ya no había más capacidad de resistencia. Además la captura pactada de Tenesor Semidán, por el alcaide de la Torre de Lagaete, Fernández de Lugo, complicaba aún más las cosas, porque Tenesor Semidan era el Guanarteme regente de Gáldar, principal foco de la resistencia en la guerra de Gran Canaria.

En 1482 los canarios solo conservaban los territorios de la Trasierra y algunos valles altos de la vertiente Nor-noreste de la isla. Habían abandonado casi desde el principio de la Guerra, todo el borde del litoral, a no ser algunas playas y desembocadura de barrancos en la vertiente Sur-Suroeste y Oeste de la Isla.

En esos remotos territorios se organizaría la resistencia final. Una parte considerable de la población con los representantes de las instituciones políticas y religiosas se retiraron hacia los últimos territorios que estaban bajo el control de los canarios, refugiándose en el interior montañoso de la isla, especialmente en la remota Caldera de Tejeda, el territorio sagrado y más inexpugnables de los canarios. Allí además habían construido complejos fortificados de cuevas viviendas y graneros. Eran sitios inaccesibles, como las vertientes escapadas de roques y montañas, donde habían nacientes de agua y todo lo necesario para refugiarse la población y resistir cualquier asedio, como así sucedería en los meses de otoño e invierno de 1482, cuando el ejercito de Pedro de Vera, guiado por Tenesor Semidán y sus cuatrocientos canarios leales, penetran en la mítica Caldera para acabar con los últimos focos de la resistencia canaria.

Pero centremos el relato en los acontecimientos y hechos de armas que sucedieron en la Trasierra y más concretamente en la legendaria Caldera de Tejeda. Los hechos históricos que sucedieron entonces los conocemos hoy através de los relatos escritos que dejaron los llamados Cronistas de la Conquista y de los historiadores posteriores de los siglos XVI y XVII que tuvieron acceso no solo a fuentes escritas originales, sino también al paisaje marginal de los canarios que sobrevivieron a la conquista, y que malvivían inmersos en pleno proceso de aculturación, en un mundo que ya no les pertenecía, pero que todavía recordaban bien.

Interesa aquí en esta serie de artículos tratar un hecho de armas que significó el mayor descalabro de las tropas castellanas durante el proceso de conquista de Gran Canaria, la batalla de Ajodar. Un hecho bélico que aconteció en la etapa crepuscular de la guerra, creemos que en la mítica Caldera de Tejeda.

En ese territorio las tropas castellanas estaban en desventaja, porque al ser una tierra escabrosa, caracterizada por profundos barrancos y grandes montañas y roques inaccesibles, cubiertos además por espesos bosques, ni la caballería podía actuar, ni tampoco la infantería- Fueron presa fácil de los canarios, conocedores del territorio y de técnicas de guerrilla que resultaron letales para los intentos de Pedro de Vera por acabar cuanto antes con la conquista de esta Isla.

Próximo domingo: La ofensiva militar de Pedro de Vera en la Caldera de Tejeda