Una vez más encuentran el cadáver de una vaca en un playa canaria. En esta ocasión, el animal varaba en la orilla de la playa de Caletón Blanco del municipio lanzaroteño de Haría. Operarios de esta Corporación municipal se han encargado de retirar el cuerpo del animal del lugar, "a pesar de no ser una competencia municipal", por seguridad y cuestiones de higiene y salubridad, según informa el Consistorio en un comunicado.

Marci Acuña, alcalde municipal, hizo hicapié en la "dificultad que entrañó el proceso al tratarse de un lugar de difícil acceso con maquinaria".

En Gran Canaria ya ha sucedido con anterioridad esta circunstancia. En marzo de este año, el grupo de Rescate Delta Agaete colaboró en el rescate de un animal de grandes dimensiones que se encontraba muerto en la zona de las piscinas de Emiliano del municipio de Gáldar.

Al llegar al lugar, la unidad de rescate descubrió que se trataba del cadáver de un toro. "Dos compañeros se desplazaron en moto de agua y otros cuatro por tierra", explicaban en ese momento.

La maniobra de rescate se realizó metiendo al animal en una red para evitar que al tirar del cuerpo se rompiera por su mal estado.

Días después aparecieron otros animales en las mismas condiciones en diferentes puntos costeros de Canarias. Ante este hecho, la Consejería de Agricultura del Gobierno de Canarias confirmó que los toros muertos aparecidos en las costas canarias durante esos días procedían con toda probabilidad de barcos internacionales que transportaban ganado.

Podría tratarse, según adelantó en ese momento Radio Club Tenerife, de animales que murieron a bordo de las embarcaciones y fueron lanzados al mar a pesar de ser una actividad que está prohibida por las leyes internacionales.

Según informaba Radio Club Tenerife, se trataba del buque 'Polaris 2', un barco con bandera panameña que fue construido en los años 80 para transportar vehículos, pero que de forma posterior fue transformado para trasladar cabezas de ganado desde Sudamérica hasta Europa o incluso el norte de África.

El protocolo internacional establece que los animales que mueren durante las travesías tienen que ser tratados como cualquier otro residuo por lo que tienen que ser incinerados a bordo o esperar hasta llegar a puerto para tratar los residuos de forma correcta.