La tarde del 25 de junio pasado no fue una tarde cualquiera en los alrededores de la Comisaría de Distrito Sur de Las Palmas de Gran Canaria. Al menos una veintena de militares, muchos de ellos uniformados y luciendo galones, se agolpaban a la puerta de la comisaría visiblemente preocupados. Zapatero no movilizó al Ejército de Tierra ante una inminente invasión del Archipiélago canario, pero la esposa del general de Brigada Francisco Martín Alonso había sido detenida por conducir cerca de dos kilómetros en sentido contrario.

En torno a las dos de la tarde, la conductora María Esther Vaquero Martín tomó en la rotonda de Las Brujas la carretera del Centro en dirección a Triana, pero por error se metió por el carril de subida de vehículos. Durante su trayecto en sentido contrario, casi impacta de frente contra al menos tres vehículos, uno de ellos el del inspector de policía Eduardo Belda. Lo primero que hizo la conductora cuando estaba en el interior de su coche, inmovilizada porque los otros vehículos le cerraban el paso, fue llamar a su marido, el general Martín Alonso.

Y ahí empezó el despliegue de los galones. Antes incluso de que la Guardia Civil de Tráfico se presentara en el lugar de los hechos, acudió a la vía pública un teniente coronel uniformado ("era un subordinado de mi marido", declaró ante el juez la conductora) que pretendió hacerse cargo de la situación: "Un error lo tiene cualquiera", les dijo el militar a los conductores de los vehículos implicados. Y luego llegaría la Guardia Civil, que no tenía intención de detener a la conductora porque los hechos no daban para más que "una sanción administrativa".

Fue la Policía Nacional la que finalmente detuvo a la esposa del general y la llevaron a comisaría, a donde poco a poco y durante las horas siguientes comenzaron a llegar militares del Ejército de Tierra. Incluso su propio marido, el general.