Ayer, 26 de febrero, se cumplieron los 129 años de la colocación de la primera piedra que dio origen en el siglo XIX a la gran obra del Puerto de Refugio de La Luz, como se le denominó inicialmente a esta instalación y que enorgullece a todos los grancanarios. Es una fecha que no puede pasar desapercibida por lo que ha supuesto en la expansión de esta capital ya que la misma ha ido creciendo con el paso del tiempo, en función del desarrollo del gran complejo que hoy supone este superpuerto con cuatro grandes dársenas abiertas a todas las banderas del mundo, con un afán de dar servicio en todo lo que pueda necesitar la navegación internacional, ya que tenemos una gran capacidad de adaptación en función de la demanda que se produzca.

Y lo más sorprendente es que en estos 129 años de vida, el puerto de Las Palmas de Gran Canaria no se ha quedado obsoleto, sino que sigue pujante con diversas vicisitudes adaptándose a las circunstancias de cada momento. Si ayer eran los trasatlánticos de las rutas oceánicas hoy tenemos los cruceros de turismo. Si antes disfrutábamos de los buques mixtos de carga y pasaje el presente se marca por los gigantes supercontenedores que mueven las mercancías entre continentes. De unas flotas pesqueras a vela hemos pasado a modernas unidades congeladoras de pesca industrial. Atrás hemos dejado los viejos correíllos del servicio interinsular para dar paso a buques ferrys y fast-ferrys que acercan las islas por su velocidad, como si fueran unas autopistas sobre el mar. Esta es la gran realidad del puerto de La Luz que nos llena de satisfacción en este 129 aniversario. ¡Feliz cumpleaños!