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La ciudad de ayer Plaza de Santa Ana

Epicentro de historia y poder

La plaza de Santa Ana fue construida a principios del siglo XVI

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La ciudad de ayer | Plaza de Santa Ana

Los orígenes de Las Palmas de Gran Canaria se localizan en la plaza de San Antonio Abad. Fue un 24 de junio de 1478 cuando se fundó la ciudad bajo el nombre del Real de Las Palmas en este pequeño rincón en el que se instalaron los primeros organismos civiles y religiosos de la Isla, siendo la ermita dedicada al mismo santo donde estuvo la primigenia Catedral de Canarias. No obstante, unas décadas después el centro neurálgico social e institucional se trasladaría a la plaza de Santa Ana donde se mantiene hasta la actualidad. Y es que desde sus inicios a principios del siglo XVI, en tiempos del gobernador Agustín de Zurbarán, este enclave se consolidó como uno de los espacios públicos más prestigiosos de la capital.

En el libreto Un paseo por el corazón y el entorno de la plaza de Santa Ana, el doctor en Historia del Arte y profesor de la ULPGC, Juan Sebastián López, asevera que se puede atribuir a la creación de la nueva Catedral "gran parte del protagonismo de la apertura de la plaza" que se convierte en la primera de toda España en concebirse con planta rectangular y aires renacentistas. Conocida antaño como plaza Mayor de la Libertad y de la Constitución (tal y como se puede leer en la placa que alberga su nomenclatura) tuvo una fuente hasta que esta fue movida en el siglo XVIII a la actual plaza del Pilar Nuevo.

Los principales edificios que se asientan en su perímetro y que han sobrevivido al paso del tiempo son la Catedral, el Obispado, la Casa Regental y las Casas Consistoriales. El primero de ellos es el monumento más importante del Archipiélago cuyas primeras piedras comenzaron a colocarse allá por 1497. "Su fachada siempre ha sido el referente más notable de la plaza", explica López en la publicación. No en vano, recuerdan Pablo y Plácido Checa en La ciudad de Galdós. Las Palmas de Gran Canaria ayer y hoy, "tardaron cuatro siglos en construirla".

Entre las curiosidades que alberga el templo se encuentra el hecho de que la primera edificación se hiciera en la plaza de Los Álamos, permaneciendo abierta hasta 1570, motivo por el cual la Catedral empezó a cimentarse "por la fachada y no por la cabecera" tal y como era la norma en estilo gótico. Tres centurias después esta portada fue sustituida por una nueva "cuyo rosetón y dos torres no se terminaron hasta 1875, tras la intervención de Luján Pérez y Manuel Oráa". No sería hasta el siglo XIX cuando Laureano Arroyo culminaría el frontis con la inclusión del templete central.

Su interior, de una riqueza artística y arquitectónica palpable que inspiró al Proto-tipo de Galdós, también es protagonista de otra curiosidad sobre el monumento religioso que da nombre a la plaza en la que se erige. Y es que hasta los años 60 de la pasada centuria, entre sus cuatro paredes existió un majestuoso coro cuyo diseño se atribuye a Luján Pérez, cuenta el director del Archivo Histórico Diocesano del Obispado de Canarias, José Lavandera. La estructura, que estaba acompañada de sillas de caoba de Cuba, se desmontó siendo obispo Antonio Pildain para la celebración de la coronación canónica de la Virgen de la Soledad de San Francisco en la que se esperaba a multitud de personas. Años después el armazón fue trasladado piedra a piedra desde el solar en el que reposaba hasta el principio de la calle Obispo Codina, donde sobrevive hasta ahora justo al lado de una farmacia, frente a la tasca El Canalla de Vegueta.

Y frente a la máxima representación del poder religioso la del poder político. Justo al otro lado de la plaza de Santa Ana se encuentran las Casas Consistoriales. Su primer edificio, cuenta Alfredo Herrera Piqué en varias de sus publicaciones, data de los años 20 del siglo XVI. A pesar de que sobre este se conservan tan solo dos dibujos, uno de ellos del cronista Álvarez Rixo, se sabe que el inmueble fue construido con piedra arenisca amarilla con aire renacentista. Su frontis principal lo decoraban siete arcos sobre columnas toscanas en la planta baja, mientras que en la de arriba había tres arcos abiertos flanqueados por un balcón que acompañaban en cada lateral dos ventanales.

Dentro, las dependencias se organizaban en torno a un patio central y en ellas tuvo su sede la Real Audiencia Provincial de Canarias (1526). Un hecho que se traduciría décadas después en la cimentación de la Casa Regental que, según recogen María José Otero y Edilia Pérez en el libreto sobre el entorno de Santa Ana, estaba conectada por "un puente al antiguo Cabildo de la Isla". Asimismo, al igual que tantos inmuebles de Gran Canaria tras el paso del holandés Pieter Van der Does y sus tropas en 1599, esta vivienda que sirvió de hogar a los presidentes de la Real Audiencia tuvo que ser reconstruida, logrando llegar hasta la actualidad al lado del primigenio Ayuntamiento.

En la planta inferior de este también estuvo ubicado un almacén de gramos y el peso de la harina, así como la cárcel de donde se tuvieron que sacar a los presos durante el incendio que terminó por destruir el inmueble en marzo de 1842. Su reedificación se comenzó ese mismo año gracias a los donativos de los ciudadanos más acaudalados, pudiendo inaugurarse el nuevo espacio en abril de 1856. Actualmente su uso es institucional ya que en los años 70 del pasado siglo las oficinas municipales fueron trasladadas al ya desaparecido Hotel Metropol.

De ello fueron testigo los guardianes indiscutibles de la plaza de Santa Ana. Se trata de los ocho perros de hierro que custodian el entorno desde mediados de la centuria del XIX. A pesar de que no existe documentación que acredite a ciencia cierta cómo llegaron hasta la casco histórico de la capital, estos canes han protagonizado (y protagonizan) infinidad de recuerdos infantiles y fotográficos y quién sabe si alguna historia más que, de poder cobrar vida como en la novela Faycán de Víctor Doreste, ellos mismos contarían.

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