Opinión | Reseteando

Los humanos son peores que las cabras

Lo cierto es que no sé que hago desperdiciando el poco tiempo del que dispongo con un profeta del basural de la ultraderecha, ni tampoco comprendo cómo se le permite hablar en el Parlamento

Invasión de visitantes en el Parque Natural Dunas de Maspalomas

Invasión de visitantes en el Parque Natural Dunas de Maspalomas / LP/DLP

No hay nada mejor después del fin de semana que un catedrático de Ecología de la ULL, que comparece en sede parlamentaria a petición de Vox para aportar su kilito de neuronas en la Comisión de estudio del reto demográfico. El profesor Arévalo deposita toda su confianza en la inteligencia y la bondad innata del ser humano, incapaz de devorar y maltratar el territorio debido a su ingenio ilimitado, de ahí que «todo desarrollo es sostenible».

Según su potaje, Canarias ha perdido el tiempo con el acervo de limitaciones para la protección de los espacios naturales. «No somos cabras», o sea, controlamos, seleccionamos, pensamos y actuamos. Por lo tanto, aquí no hace falta un cambio, ni tampoco que los canarios salgan a la calle para pedir un nuevo modelo turístico, como sucedió el 20M. Respeto la cátedra del compareciente invitado por la ultraderecha, pero discrepo: somos peores que las cabras montesas o majoreras, si se quiere.

¿Qué sucedería si de un plumazo clavijiano se derogaran todas las leyes dedicadas a salvaguardar los valores paisajísticos y patrimoniales, así como las que establecen tipos de construcciones o equipamientos sociales? Señor, su Arcadia feliz sería atacada por animales cuya fuerza depredadora superaría con creces a cualquier agrupamiento caprino. No sabría cómo bautizar a ese ganado con maletines de piel y vehículos de alta gama con cristales tintados.

Y le aseguro que no serán los únicos: el resto, los externos al clan de los especuladores, no se contentarán con comerse la hierba que tienen bajo sus zapatos, sino que de inmediato se pondrán a la labor de construir sus viviendas en su pedacito, sin más sapiencia arquitectónica que el olfato y con sonados efectos estéticos. Usted da a entender que el planeta avanza de manera armoniosa y que «la letanía» de la sostenibilidad carece de sentido. Pues le reitero que somos más dañinos que las cabras. Lo cierto es que no sé que hago desperdiciando el poco tiempo del que dispongo con un profeta del basural de la ultraderecha, ni tampoco comprendo cómo se le permite hablar en el Parlamento.

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