El Ayuntamiento inauguró ayer el primer tramo terminado de las obras de la MetroGuagua, el que discurre por las calles Pío XII y Galicia, tras algo más de un año de obras. De esta forma, las líneas 2, 22, 25 y 81 regresaron desde el mediodía a sus rutas originales, interrumpidas durante el transcurso de las obras, por donde continuarán circulando hasta que los vehículos del nuevo sistema de transporte público inicien su andadura en 2021.

La transformación de estas dos vías supuso un desembolso inicial de 1,3 millones, aunque posteriores inversiones para materiales, asfaltado y actuaciones menores acabaron por elevar el presupuesto. Con ese dinero, el consistorio ha acondicionado las dos vías en el eje que discurre entre la parte alta del parque Doramas y la avenida Mesa y López dentro del plan para potenciar la movilidad sostenible en la ciudad que tiene como estrella la futura implantación de la MetroGuagua, el sistema Bus Rapid Transit con el que el equipo de Gobierno espera paliar la alta dependencia del vehículo privado en la ciudad.

En Pío XII, donde en julio de 2017 se puso la primera piedra del proyecto, las obras han consistido en la adaptación de la calle para el nuevo sistema. Las aceras son ahora más amplias y los vehículos privados ocupan solo un carril. Además, se ha pacificado el acceso a las calles transversales a través de reductores de velocidad y se han modificado raquetas como la que se encuentra junto al Colegio Teresiano.

En la calle Galicia la obra ha sido más ambiciosa: entre Víctor Hugo y Néstor de la Torre, la vía es ahora un bulevar que está cerrado al grueso del tráfico privado y solo se permite el acceso de los vecinos a sus garajes. La zona cuenta ahora con una plataforma única que facilita el tránsito de los peatones y nuevos bancos que ayer por la mañana ya eran ocupados por los primeros vecinos.

Una de ellas era Teresa Cuesta, que en torno al mediodía se sentaba tranquilamente en la confluencia de Galicia con Barcelona. "No lo había visto todavía y me parece que ha quedado muy bien", comentaba mientras daba de comer a su hijo Javier, sentado en un carrito. "No sé cómo afectará al tráfico, porque solo pueden entrar los residentes, pero la verdad es que me gusta".

Las felicitaciones por el cambio de la calle se topaban, sin embargo, con a las dudas acerca del nuevo sistema de transporte. "Esto es un atropello, porque ¿qué se saca con la MetroGuagua?", se preguntaba de manera retórica Santiago Quevedo a la vez que mostraba su preocupación por el comercio: "Esto ha quedado bonito, pero el comercio ha decaído mucho".

En otra esquina de la calle, José Rosales era de los que aplaudían el cambio de Galicia, aunque también tenía un pero: "Quitaron el semáforo de la calle Barcelona y hace falta que esté, porque la gente no mira y puede haber un accidente", apuntaba. En cualquier caso, este vecino de la zona aplaudía el espacio ganado por los peatones y la gran presencia de espacios para sentarse: "Es muy ancho y los bancos hacían falta, ahora lo que hay que esperar es que terminen Mesa y López", añadía.

La visión de los vecinos consultados por este periódico era en general positiva con respecto al nuevo bulevar: "Maravilloso, hacía falta y era muy necesario", aseguraba Juan Manuel Ramos tras salir del Mercado Central. En su opinión, "la espera ha sido muy incómoda y aún falta señalización adecuada", pero es "fabuloso que tengamos más espacio y la zona se regenerará, porque estaba abandonada".

Quienes valoraron como rotundamente positiva la obra fueron los responsables políticos que asistieron a la inauguración. El alcalde, Augusto Hidalgo, aplaudió la "transformación del tejido urbano" que quedará como herencia de los trabajos, mientras la delegada del Gobierno, Elena Máñez, hizo hincapié en la "mejor convivencia" que a su juicio generará la infraestructura. Por último, el presidente del Cabildo, Antonio Morales, habló de un "un momento histórico" en el desarrollo de la capital.